BILBAO. "En ganas, esfuerzo colectivo y unidad no nos debe ganar nadie en esta Liga". El catecismo dialéctico de Joaquín Caparrós mantiene los mismos ingredientes. Sin inesperados contratiempos, el exentrenador del Athletic desembaló ayer los bártulos en Palma para ponerse manos a la obra con el Mallorca, con quien estampó su firma para los próximos nueve meses después del visto bueno de los acreedores concursales al desembolso de 1,3 millones que cuesta la nueva apuesta de Serra Ferrer. Con Luci Martín repitiendo como su mano derecha en el banquillo, el de Utrera abogó por una máxima que muchos recordarán de su cuatrienio en el club rojiblanco: "Ser líderes en ilusión y en trabajo". No en vano, sus grupos se identifican allá donde vaya por su fútbol directo, presión, intensidad, rigor defensivo y aprovechamiento de las acciones de estrategia.
Casualidad, desembarca Caparrós en el conjunto que más pudo traerle por la calle de la amargura durante su estancia en el Athletic. No tanto en lo deportivo, que también, sino en lo institucional. La discutida venta de Aritz Aduriz a la entidad balear en aquel verano de 2008 derivó en dos vertientes: una, la defensa pública que el técnico hizo de su marcha porque, en aquel momento, a su entender podía beneficiar "en adelante" a la escuadra bilbaina; la otra, el culebrón suscitado después de que costara un mundo cobrar las letras de aquellos 5 millones. Para colmo, los dirigentes del Mallorca no cesaron en arremeter contra el Athletic con afirmaciones como "si el Athletic quiere guerra, la tendrá" o cuando Mateo Alemany, que osó entregar un cheque sin fondos, se descolgó diciendo que habían "ofrecido la vuelta de Aduriz pero, por lo que sea, no les interesó". Caparrós no dudó en salir en defensa de los intereses rojiblancos instando al club isleño a que lo mejor que podía hacer es cumplir con su deber, principalmente porque estaba en juego su licencia UEFA. Poco o nada han mejorado las formas de proceder en aquel Mallorca que tanto disgustó entonces al andaluz. También Aduriz en aquel 2-0 en el Ono Estadi o en el 1-3 en San Mamés que llevó la firma del donostiarra.
serra ferrer, viejo 'enemigo' Caparrós se reencuentra también con Serra Ferrer. Curiosamente, su ahora valedor se erigió en un tiempo en enemigo íntimo cuando uno y otro defendían a Sevilla y Betis, respectivamente. En la capital hispalense sostienen que nunca entraron en el cuerpo a cuerpo ni la sangre llegó al río, aunque las puyitas estuvieron presentes en los discursos. Ayer se fundieron en un abrazo y se estrecharon la mano sin cesar antes y después de que el utrerano expusiera su capítulo de intenciones, eso sí, sin mencionar una sola vez a su predecesor en el cargo, Laudrup. "El equipo suma siete puntos y eso es señal de que en este inicio siempre ha competido. Veo a una plantilla joven, hemos recopilado datos y nos ha ilusionado la cantidad y calidad de las instalaciones deportivas del club. Mi equipo y yo venimos dispuestos a implicarnos al máximo en el proyecto de la entidad. Iremos de lleno a las tripas de la cantera y garantizamos que vamos a darlo todo 25 horas al día, no 24", desgranó. Su labor con las categorías inferiores a lo largo de su trayectoria profesional le sirvió como aval de presentación. Y a ello recurrió también Serra Ferrer: "Le conozco hace muchos años, se implica en el fútbol base, en formar jugadores para el porvenir, y para nosotros es un auténtico placer poder disfrutar de su trabajo y de una persona con su historial".
La imagen de camarote de los líos que traslada al exterior el Mallorca le ocupa y preocupa porque nadie puede esconder el duro enfrentamiento entre los consejeros: "La unidad siempre es muy importante en una institución. ¡La que está cayendo y llevamos 7 puntos! Claro que es importante que haya siempre paz, y ya ha habido un consejo de administración. Lo que está claro es que debemos pensar y actuar todos como un equipo. Incluyo a los directivos, jugadores, afición y a los medios de comunicación, porque entre todos tenemos que hacer más grande al Mallorca".
Caparrós admitió que se ha limitado a firmar solo por nueve meses porque "es importante que las dos partes, el cuerpo técnico y la directiva, nos conozcamos". "Solo en el Athletic me comprometí por tres años; en los otros clubes que he estado he firmado por una temporada. Nos daremos tiempo para conocernos y ya veremos", apostilló mientras repetía una y otra vez la palabra "ilusión". "Vengo, insisto, con muchísima. Es un reto muy bonito, nosotros disfrutamos con nuestra profesión, y aunque enfrente hay un rival que también está motivado, tenemos que tener, como mínimo, esa misma motivación o más".
En Bizkaia no tardó en ponerse el mono de trabajo, colocarse la txapela y aceptar con agrado que fuera rebautizado como Jokin. En el entrenamiento de hoy con su nuevo equipo habrá ya quienes empiecen a conocerle por Xim.