Bilbao

E L Real Madrid anuncia en su camiseta Bwin, una empresa dedicada a las apuestas deportivas por la que cobra 17 millones de euros. El Barça en cambio luce la palabra y el logotipo de Unicef, y además de exhibir gratis la marca dona 1,5 millones de euros anuales para un programa contra el sida en África.

La publicidad, que siempre lanza un mensaje subliminal, es como una alegoría sobre la actualidad por la que atraviesan ambos clubes: el Barça sugiere altruismo, buen rollo. El Real Madrid, en cambio, parece que fomenta el juego. El vicio.

La felicidad arrulla al mundo culé, que probablemente festeje hoy el título de Liga de fútbol batiendo récords. Pero es que, además, el pasado fin de semana ganó la Euroliga de baloncesto y su equipo de balonmano estará en la Final entre Cuatro de la Liga de Campeones, que se disputara en Colonia el 29 y 30 de mayo; y el equipo de hockey sobre patines tampoco tiene rival en Europa.

Pero sobre todo fascina su equipo de fútbol, que mamó las enseñanzas de Johan Cruyff en la década de los noventa, creó un estilo de juego tan sugerente como reconocible cuya semilla ha prendido en La Masía, símbolo de la cantera.

La cantera

Messi y otros monstruos

El Barça, deportivamente, triunfa en toda regla y sugiere felicidad. Es el legado intangible que dejó Johan Cruyff, el hombre que supo transfigurar el semblante de un club plañidero, derrotista, entregado a la fatalidad, cuya afición casi se conformaba con ganar al eterno rival, el Madrid, a modo de consuelo. Sus 25 títulos de Copa tienen mucho que ver con esto: la vía de urgencia para edulcorar la frustración liguera.

Heredero de su espíritu y apadrinado por Cruyff, Joan Laporta, en su primera temporada, la 2003-04, supo tener paciencia con el entrenador elegido, el holandés Frank Rijkaard, cuando mediada la temporada el fracaso parecía evidente. El Barça, contagiado por el dinámico Edgar Davids, aquel eléctrico centrocampista holandés cedido por el Juventus en el mercado invernal, corrigió el rumbo y acabó segundo, a la sombra del primer Madrid galáctico.

Pero ya no existían las urgencias de antaño. No había prisa. El Barça tenía un plan: en la Masía, el símbolo de la cantera, se cocía una hornada de futbolistas de extraordinaria calidad que, junto a una serie de fichajes sensatamente elegidos (Deco, Eto"o, la explosión de Ronaldinho) comenzaron a madurar una cosecha sublime que alumbra el mejor momento de la historia del club, con dos Copas de Europa en apenas tres años, exhibiendo un estilo de juego que enamora y que tuvo su eclosión la pasada temporada con Pep Guardiola, también fruto de la cantera, el brillante y aventajado discípulo de Johan Cruyff.

Cuando este equipo doblegó al galáctico Real Madrid en el Bernabéu (0-2) ocho de los jugadores que intervinieron en aquel partido clave fueron forjados en la cantera azulgrana (Valdés, Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Messi, Pedro e Iniesta). Aún jovencísimos, lo mejor está por llegar. En el Madrid sólo actuó de inicio Casillas y Arbeloa. Luego aparecieron Guti y Raúl, dos ilustres veteranos, que ya son historia.

En este caldo de cultivo ha podido prosperar hasta convertirse en un auténtico fenómeno Leonel Messi, cuya magia desaparece cuando juega con la selección argentina. Está visto y comprobado que no es lo mismo ni el mismo sin el arrope sinfónico que le brinda el Barça.

Por si fuera poca la pujanza actual de la cantera, parece inminente el regreso de Cesc Fàbregas, raptado por el Arsenal de la Masía, y loco por regresar a la casa del padre.

Johan Cruyff

La génesis

El deslumbrante éxito del Barcelona de los seis títulos tuvo su génesis en la propuesta futbolística que impuso Johan Cruyff hace 20 años, cuando llegó al banquillo del Camp Nou, y cambió la historia del club azulgrana.

Johan Cruyff implantó a finales de los 80 su modelo futbolístico en un equipo que pasó de convivir con la derrota y permanecer casi siempre a la sombra de su eterno rival a disfrutar de grandes triunfos y, sobre todo, convertirse en una referencia a nivel mundial por su exquisito fútbol.

El genio holandés logró como técnico lo que no pudo hacer como jugador. Su etapa de futbolista azulgrana se saldó con una Liga y una Copa, un balance bastante pobre. Pero cuando regresó en 1989 como técnico comenzó a gestar el nuevo Barça.

En años anteriores, el Camp Nou había visto desfilar a los mejores jugadores del mundo como el propio Cruyff, Maradona o Schuster; y a entrenadores de renombre (Michels, Lattek, Helenio Herrera, Menotti ...). Resultado: dos ligas en 30 años.

Cruyff apostó por un estilo futbolístico que obligó al club a cambiar su sistema de trabajo, desde la cantera hasta la política de fichajes. Fútbol base formado en La Masía con jugadores cuidadosamente elegidos (Koeman, Laudrup, Stoichkov, Romario o lo mejor del fútbol vasco) dieron forma al Dream Team y a una nueva época, donde ganar títulos deleitando dejó de ser casualidad y se convirtió en costumbre.