BILBAO. 514 partidos oficiales. Sólo por detrás de José Ángel Iribar y Txetxu Rojo. 15 años entregado a la causa. 104 goles como legado. Eskerrik asko, Joseba. El Gallo ofreció ayer su último canto. No volverá a ejercer en el césped como rojiblanco, pero su huella será imborrable. La familia Athletic le guardará un sitio en su corazón. San Mamés le brindó ayer un homenaje supremo en una tarde memorable para el capitán, que se vio desbordado por una riada de emociones entre los suyos. Sus compañeros, además, le despidieron a lo grande, con una victoria sobre el Deportivo en el partido que echaba el cierre a la temporada y a la trayectoria como león de Etxeberria.

Fue el día de Joseba. Todas las miradas estaban dirigidas a su persona. La puesta en escena, por tanto, se diseñó en torno al elgoibartarra, un jugador que ha presumido de los colores rojiblancos por todos sus poros. Nada podía fallar. Joseba compareció en el once inicial. Se abocaba a ofrecer su último servicio. Completó sus 73 minutos finales. 73 minutos en los que le tocó rebobinar toda su vida en el Athletic. 73 minutos en los que quiso despedirse en el verde, donde tantos regalos ha proporcionado a la entidad bilbaina.

Aferrado a su hija, Iraia, se entregó a los focos en los preámbulos. En el palco, su familia contenía difícilmente las emociones. El público se desgañitaba con su nombre. A Joseba la piel se le erizaba. Cuando Mejuto González, que también cerraba su carrera como colegiado, dio el pitido inicial, Joseba se metió en su partido más íntimo. 73 minutos en los que intentó gestionar el cosquilleo con el fútbol. Joseba se dejó ver como lo ha hecho en sus 513 encuentros anteriores. Buscó portería, alardeó de su técnica, fue generoso en lo colectivo...

Primero participó en una acción que no pudo consumar Llorente en el golpeo. Segundos después, intuyó la posición de Iker Muniain. Le mandó un balón en velocidad. Iker lo recogió, dribló a Manuel Pablo y dirigió el balón a la escuadra izquierda de Manu. Un tanto majestuoso. Quizá a Joseba le vino a la mente goles similares desde que se estrenará ante el Racing en la tarde de su debut, el 3 de setiembre de 1995. En aquella fecha, Muniain tenía dos años largos de vida.

El navarro es la nueva joya de la corona del Athletic. Es, aparentemente, el más indicado para tomar el testigo dejado por Joseba. El tanto de Muniain refleja el traspaso de poderes del 17, dorsal que igual el próximo curso cae en la persona de Iker, un chaval descarado en el campo a sus 17 años de edad, la misma edad a la que irrumpió Etxeberria en la élite.

El capitán quizá se marchó con una mínima amargura por no haber hecho gol en su última comparecencia. Lo intentó. Primero, tras un rechace de Manu a despeje de su compañero Lopo, después en un lanzamiento al borde del área que se le fue alto y, finalmente, en su oportunidad más clara al inicio del segundo acto, cuando se le escapó por centímetros su golpeo con la izquierda tras una buena dejada de Muniain, que le quería brindar su homenaje particular.

Caparrós esperó al minuto 73. Momento en el que a Joseba le tocaba rendirse a las emociones. O sea, las lágrimas retrataron el sinfín de sentimientos anidados en sus entrañas. La ovación de San Mamés fue atronadora. Etxeberria puso la piel de gallina a todos los presentes. Se abrazó con cada uno de sus compañeros en el césped. Recibió el calor de los jugadores del Deportivo y del mismo Mejuto González.

Cinco minutos después, Javi Martínez firmó otro bello tanto. El navarro, que también llegó al Athletic con 17 años de edad, se fue directo al banquillo. Se abrazó a Joseba, al que le dedicó el gol, que valía para asegurar el triunfo y sentenciar al Deportivo. Cuando Mejuto González decretó el final, Etxeberria se fue al centro del campo, donde se despidió de su gente. El vestuario le manteó seguidamente, como también hizo con Armando e Iñaki Muñoz, que al igual que el capitán pusieron fin a sus respectivas trayectorias en el Athletic.

triunfo con dedicatoria El día de Joseba merecía una guinda. Es decir, tocaba el turno de sus compañeros. El Athletic, sin más, cerró el curso con un triunfo sin efectos clasificatorios, después de que se esfumara el sueño de conseguir un pasaporte para repetir en competición europea, pero con un valor sentimental en clave interna.

Los tantos de Iker Muniain y Javi Martínez, cada uno en un periodo, fueron suficientes para premiar a los de Caparrós en un encuentro sin excesivo ritmo de juego, pero con destellos llamativos. Los que protagonizaron el propio Muniain, activo durante los 90 minutos y del que salieron las acciones más jugosas, o Armando, que a sus 39 años de edad luce una juventud eterna. El de Sopelana, sin más, ratificó las buenas prestaciones que ha lucido cuando le ha tocado ejercer y se despidió del fútbol en activo con su puerta a cero y con el reconocimiento unánime de San Mamés.

Joseba vivirá mañana un nuevo capítulo íntimo con el denominado partido imposible ante 200 chavales. El sábado se pondrá de nuevo las botas para disputar en Menorca el último homenaje. El canto de El Gallo ya no se escuchará en el césped. Quizá lo haga como entrenador.