Bilbao
Alas 21.05 horas del 24 de abril Raúl González Blanco (Villaverde Alto, Madrid, 27-VI-1977), entre lesionado y eufórico por firmar un gol trascendental, abandonó el verde de La Romareda, idéntico escenario en el que debutó en Primera División el 29 de octubre de 1994, un momento en que abrió la puerta de una generación que llevará su nombre inscrito en letras mayúsculas. Por contra, el instante descrito del pasado sábado significó el punto final a su temporada y puede que a su periplo en el club donde ha superado en tantos, con 228, al mismísimo Alfredo Di Stéfano. Si bien le resta aún un año más de contrato con el Real Madrid, son más quienes apuestan por su salida, bien a la Premier League, bien a la MLS estadounidense, dado que a buen seguro su continuidad le supondría malgastar sus cartuchos desde la sombra de la suplencia o la grada. Benito Floro, que conoció su irrupción; Ángel Vilda, que fue su preparador físico; y su actual representante Ginés Carvajal coinciden al conversar con DEIA en su figura "histórica y ejemplar" para la entidad merengue y este deporte.
Sus Balones de Oro son ahora sus cinco hijos (Jorge, Hugo, los gemelos Héctor y Mateo y la peque María, nacida en diciembre de 2009), fruto de su matrimonio con Mamen Sanz en 1999 en una finca en Villafranca del Castillo, sorteado algún que otro anuncio rosa de ruptura. Un beso al anillo y sus golpes de pecho escenifican su particular dedicatoria en cada gol. Títulos, galardones y multitud de distinciones pueblan ya sus vitrinas domésticas, de ahí que en estos últimos ejercicios, pérdida de protagonismo incluida, haya huido, más que nunca, de los debates estériles sobre su internacionalidad o su peso específico en el equipo. "Su conducta ha sido intachable. Y eso que la educación en este país deja mucho que desear. Te alaban unos para que otros te peguen. Eso es lo que ha ocurrido con su persona", lamenta Floro. No en vano, y aunque demostraciones como la suya en tierra maña insisten en evitarlo, no han sido pocos quienes han vociferado y publicado a toda portada su esquela deportiva dominical. Tantos, que lo único que han logrado es que hasta los más acérrimos antimadridistas se alíen con Patanegra, como le acuñaron en los buenos tiempos, haciéndose Raulistas. Y es que hasta en los malos periodos ahí emergía él, de la nada, para en una baldosa tocar el balón lo justo para que éste besara la red.
el hijo de pedro el electricista "Mañana juegas en Zaragoza. Te lo digo a solas para que no te desmayes", le comentó Jorge Valdano en su segundo día de entrenamiento con el primer equipo. La víspera de su estreno fue el prólogo del acceso al Salón de la Fama. Ciertamente, el tercer hijo de Pedro, electricista, y María Luisa, ama de casa, iba siempre un pasito por delante. Residía en la modesta Colonia Marconi, Villaverde Alto, y jugaba en San Cristóbal de Los Ángeles. Con 13 años accedió a los infantiles del Atlético de Madrid y marcó 65 goles a las órdenes de Francisco de Paula, hasta que el difunto Jesús Gil y Gil se cargó la cantera rojiblanca y el Madrid se aprovechó de tan bendito regalo. Muchas veces acudía a los entrenamiento del conjunto colchonero, del que su familia era hincha (incluidos sus hermanos mayores Pedro y María Luisa), y lo hacía sólo para admirar a Paolo Futre. En el olímpico verano de 1992 cambió de acera, con 15 años, gracias a su descubridor, Fermín Gutiérrez, con quien luego rompería como agente. Tras sellar 45 tantos con el Juvenil, inició la temporada 1994-1995 en la Segunda B con José Antonio Grande y, tras endosarle al Corralejo él solito una manita, subió al Castilla de Rafa Benítez. Hasta la apuesta de Valdano. "Recuerdo cuando yo estaba y tanto Guti como él venían dándole fuerte desde abajo. Eran de un estilo parecido y destilaban muchísima calidad", evoca Floro. Raúl no lo olvida: "Jorge me hizo ver el fútbol de otra manera. El Madrid me cambió la vida. A los míos y a mí".
Cumplió la mayoría de edad y le compró a sus padres una casa nueva, y en octubre de 1995 quebró su virginidad en Champions con tres dianas al Ferencvaros. Antes, como ahora, lo suyo ha sido la picaresca, sin ceder un ápice de su gesto introvertido, de gente sencilla, capaz de enmudecer a más de 90.000 almas en el Camp Nou -única tarde en que algo se le ha reprochado, al margen de sus actitudes internas en la selección estatal-, como de evitar cruzar palabras en los actos promocionales a los que ha asistido como estrella. Ni cuando se debatió sobre los beneficios de su cámara hipobárica ni con el cebo de Luis Aragonés o Del Bosque ha perdido la compostura o entrado al trapo. La última ocasión, hace escasos días, cuando se le cuestionó por su porvenir antes de visitar Zaragoza:
¿Tiene pensado retirarse?
De momento, no.
¿Quiere cumplir el año que le queda en el Madrid?
Espero que sí.
¿Se iría a otro equipo?
Lo que tengo claro es que quiero seguir jugando al fútbol y que me queda un año de contrato.
Con unos éxitos biográficos archiconocidos, "ha sido siempre consecuente con su forma de ser". "Nadie le ha regalado nada, lo ha dado todo y jamás ha levantado la voz ¿Qué es lo que decidirá? Es tan respetable lo que haga que seguro que sabrá bien qué debe hacer. Por esfuerzo y por dedicación, nadie le podrá discutir nada", sentencia Floro. Mientras, Vilda, que fue su preparador físico cuando Raúl tenía todavía 20 años, no tiene más que parabienes. "Coincidí con él en aquella temporada en que se conquistó la séptima Copa de Europa y ya tenía tres años de experiencia en la máxima categoría. Es ejemplar desde que empezó y eso que no es fácil aguantar tan bien cuando a los 17 ya estás en la élite. Siempre tuvo la cabeza muy bien puesta, y eso que tampoco lo tenía nada fácil, ya que era el sustituto natural de otro símbolo como Butragueño", recuerda.
A su juicio, "Raúl ha demostrado en todo momento cómo debe cuidarse un jugador al máximo para rendir a tope. Su disposición ha sido absoluta. El último ejemplo lo dio en Zaragoza marcando el gol del cojo abriendo para su equipo el marcador pese a estar lesionado". "Es como el Cid Campeador. Su estela perdurará mucho más cuando se retire, y él sabrá cuándo debe hacerlo porque es inteligente. Si dice que tiene un año de cuerda es porque es así. No hace falta que nadie le marque una fecha", puntualiza Vilda. Ginés Carvajal, su agente, dibuja así su futuro: "Tiene contrato hasta 2011, de manera que sólo piensa en respetarlo. Ha sido un deportista excepcional, ha exprimido su físico al máximo. Y como persona es gran marido y padre". De hecho, muchos clubes ingleses preguntaron en el pasado por él, pero la única propuesta formal fue la del Chelsea, aunque su simbolismo le impidió cambiar de aires.
Lejos quedan las tardes en que destrozaba zapatillas en el campo de San Cristóbal, a la salida del colegio, el Navas de Tolosa, para después jugar al futbolín o a los Sanfermines con sus perros -pensó en estudiar Veterinaria-. Y sigue mostrándose igual de cabal, sin dobleces. Raúl, el que siempre hace algo. Talante y talento. De punta en blanco.