“Has ganado la carrera tú”, señalaban desde el garaje de Red Bull nada más imponerse Max Verstappen en el Gran Premio de España. El hombre contra la máquina. “Creo que no teníamos el coche más rápido hoy”, certificó el propio piloto neerlandés, una afirmación en la que coincidía Lando Norris, a quien le recordaban que había logrado la segunda posición y la vuelta rápida, antes de responder: “No me importa, teníamos que haber ganado esta carrera. Teníamos el mejor coche, pero no he hecho una buena salida”.  

Cada una de las últimas carreras está dejando en evidencia que Red Bull ya no posee un dominio aplastante como el de la temporada anterior. La situación presenta incluso motivos para la preocupación, especialmente si se tienen en cuenta los últimos resultados de Sergio Pérez, que en Barcelona fue octavo. Verstappen está marcando las diferencias, está salvando el reinado de su escudería, que ve cómo McLaren le ha superado en las dos últimas citas del calendario al menos en cuanto a prestaciones, porque los resultados siguen siendo de Verstappen, que no deja de demostrar su destreza. Es en estos días menos voyantes en los que más brilla su talento, el factor humano.

El tricampeón neerlandés cimentó su victoria número 61 –séptima del año– en apenas tres vueltas: primero con una buena salida en la que cobró protagonismo George Russell al situarse en cabeza partiendo desde la cuarta pintura; después, cobrando la primera posición en el tercer giro haciendo uso del DRS en la recta de meta. “Esta puede ser nuestra mejor oportunidad”, reportaron a Verstappen, que reaccionó ipso facto adelantando a Russell para maximizar la ocasión. Es feroz. No hace presos. 

La ventaja de Mad Max se fue estirando hasta que Norris alcanzó la segunda posición con una estrategia diferente a los pilotos de cabeza; Lando apostó por retrasar sus paradas para luego remontar con neumáticos más jóvenes. En esa vuelta 35 de las 66 programadas Verstappen gozaba de más de nueve segundos de margen. La propuesta de Norris aportó emoción desde el ecuador de la prueba, momento en el que Verstappen alertaba de que sus ruedas eran “muy inconsistentes”. El circuito de Montmeló era una trituradora. De ahí que la gestión en el consumo de los neumáticos adquiriera importancia de cara al último stint.

Superado el segundo y último cambio de gomas, Norris imprimió ritmos de vuelta rápida. Quería enmendar su mala salida. Pilotaba furioso. “Lando va más rápido. No está guardando neumáticos en todas las curvas”, informaron a Verstappen, que veía como decrecía drásticamente su margen. “Empuja a tope”, exigieron a Max cinco giros más tarde, en la vuelta 53, cuando la brecha se había reducido hasta los cinco segundos y la amenaza cobraba forma. 

La reacción de Verstappen contuvo al impetuoso Norris, que sin embargo cruzó la meta a dos segundos del vencedor. “Debería haber ganado, pero he salido mal. He perdido la victoria al principio. Es algo frustrante, porque el coche ha sido increíble”, expresó Norris, que partía desde la pole y cedió dos posiciones en los metros inaugurales. El británico fue investigado sin sanción por enviar a Verstappen a la hierba nada más tomar la salida tratando de proteger su posición. 

“He tenido que hacer algo de rally en la recta, pero estaba determinado a conseguir el liderato”, repasó Max, tenaz como pocos. El campeón confesó que los McLaren “son muy rápidos en las últimas vueltas” gracias a su economía de las gomas.

Mientras, Russell fue condenado por el plan de su equipo, que acertó con Lewis Hamilton, quien escaló al tercer peldaño del podio. George, que terminó en el cuarto lugar, fue partícipe del duelo más espectacular de la jornada junto a Norris, ambos adelantándose por el exterior de las curvas con maniobras inconcebibles. Bendita la osadía de esta juventud.

Los Ferrari también protagonizaron una intensa batalla en la que llegó a haber contacto. Charles Leclerc fue quinto y Carlos Sainz, sexto, las mismas posiciones en las que arrancaron. Resultados amargos. El monoplaza italiano volvió a dar un paso atrás, al igual que sucedió en Canadá, adonde se llegó después de la victoria de Leclerc en Mónaco. “Hemos probado con los dos coches dos cosas diferentes y no ha funcionado. Red Bull y McLaren estaban en otra carrera”, confirmó el madrileño, que amanecía con esperanzas de podio que temprano se disiparon.

Fernando Alonso acertó en su pronóstico de que tocaba “apretar los dientes y sufrir” en Barcelona, Austria y Gran Bretaña. “Espero las mejoras, pero también las esperaba el año pasado y al principio de este”, lamentó al término de la prueba el ovetense, que perdió dos plazas para finalizar duodécimo. “Estamos en un momento complicado. Toca mantener la calma”, añadió.