La temporada amaneció con Red Bull presentando serios apuros. La fiabilidad cobraba relevancia en el contexto de una nueva era en la Fórmula 1. Los monoplazas de la escudería energética sufrían con la nueva configuración. El vigente campeón, Max Verstappen, sumaba dos abandonos en las tres primeras citas del calendario; encendía así las alarmas en la fábrica. Ferrari, en paralelo, recogía puntos beneficiado por la desdicha rival. Charles Leclerc firmaba en ese lapso inaugural dos victorias y un segundo puesto que le destacaron en la clasificación. Eran días de fiesta en Maranello, que recuperaba la esperanza de conquistar un título que no obtiene desde 2007. Alfombras de rosas y ríos de champán.

Sin embargo, la octava fecha del campeonato ha ratificado que la situación se ha invertido. Los papeles se han intercambiado. En el Gran Premio de Azerbaiyán, Charles Leclerc abandonó cuando ocupaba la posición de líder de la carrera. Es la tercera vez consecutiva que por circunstancias ajenas al piloto pierde la primera plaza: dos fallos de motor y uno de estrategia han sido las razones. Esta vez era una nueva rotura de la unidad de potencia lo que dejaba K.O. al monegasco. Poco antes, Carlos Sainz dijo adiós de manera prematura por un fallo en los frenos. No se habían consumido 21 vueltas de las 51 pactadas cuando en este escenario que era lugar de retiro para reyes, con su Palacio de los Shirvanshah, los jerarcas del inicio de la temporada veían desmoronarse su ambicioso imperio.

Sin Ferrari en pista, Red Bull se quedó sin competencia. Hubo barra libre. Una borrachera de éxito. Max Verstappen abrazó así su quinta victoria del año para ensanchar una ventaja en el Mundial que ya empieza a ser abultada. Mad Max ha disparado su candidatura al título. Visitó Bakú con 9 puntos de margen sobre Leclerc y despidió al circuito urbano con 34 de renta en relación al monegasco. Para mayor desolación de Ferrari, Sergio Pérez, con su segundo puesto para completar el doblete , relegando así a Leclerc al tercer lugar. El mexicano es a partir de ahora el principal opositor de su compañero, al que observa desde 21 puntos de distancia.

Si bien, Checo Jamás gozó de tantas opciones de campeón. Y a estas alturas quedar por detrás de Verstappen resulta insuficiente. Se siente y se proyecta poderoso el mexicano, que tuvo serias opciones de victoria. De hecho, desde la segunda pintura de la parrilla de salida asaltó el liderato en la primera curva. Leclerc se vio superado. Pérez fabricó dos segundos de ventaja en apenas dos giros. Fulgurante. Entretanto, Leclerc centraba su atención en el retrovisor, en un Verstappen que con la activación del DRS se alojó a medio segundo del piloto de Ferrari.

El abandono de Carlos Sainz en la novena vuelta citó a un coche de seguridad virtual, lo que aprovechó Leclerc para cambiar los neumáticos en una apuesta que no secundó Red Bull. Pérez lideraba con autoridad, pero de pronto sus neumáticos desfallecieron. Verstappen, excelente gestor de sus calzos, se echó encima del mexicano en un santiamén y Pérez cedió la cabeza de carrera. "Sin pelear", advirtieron desde el garaje de Red Bull ante un posible duelo fratricida. Mad Max

Leclerc abandona

En las vueltas 17, con Pérez, y en la 19, con Verstappen, Red Bull mandó sus coches a sustituir las gomas. La situación de carrera cambió: Leclerc se alzaba al liderato, con 13 segundos sobre Verstappen, pero el monegasco tenía pendiente al menos una segunda parada por su pronta visita inicial al box. La incertidumbre se posaba sobre la estrategia de cada escudería. Pero la incógnita jamás tendrá respuesta, porque Leclerc abandonó en la vuelta 21, dejando una estela de humo que evidenciaba la rotura de motor. La fiabilidad acaparó el protagonismo..

La presión se ciñe a Ferrari, que no capitaliza los extraordinarios resultados de los sábados, donde Leclerc ha firmado seis de las ocho poles. "Hemos tenido algo de suerte con los abandonos, pero nuestro coche era muy rápido", admitió Verstappen.

Con vía libre, Mad Max. Endosó 20 segundos a su compañero y 45 al tercer clasificado, un George Russell que brilla desde el asiento de un Mercedes que machaca a Lewis Hamilton, cuarto pero tremendamente afectado de la espalda debido al rebote del monoplaza alemán. Por séptima vez de ocho posibles, el joven batió al veterano, en esta ocasión con 25 segundos de diferencia. Míster consistencia, le apodan a Russell desde su equipo. Lo es. "Tenemos que estar ahí para recoger los resultados", dijo. Es decir, Mercedes está para pescar en ríos revueltos. Y Russell no perdona.

Fernando Alonso fue séptimo, celebrando la tercera captura de puntos seguida. Alpine no está para más, pese a que introdujo mejoras para la impredecible cita de Bakú, donde en seis carreras disputadas se han dado seis ganadores distintos. En la última, Mad Max disparó su candidatura.