El 41º Congreso Federal del PSOE celebrado este fin de semana ha servido para un rearme emocional de los socialistas en un momento muy complicado en el que tienen varios y complicados frentes abiertos salpicados por casos de presunta corrupción, y para escenificar una unidad en torno a su indiscutido líder, Pedro Sánchez, aclamado desde el inicio hasta el fin del cónclave. Pero la cita de Sevilla no parece haber servido para la reflexión estratégica, el contraste de ideas y la innovación ideológica para abordar los grandes retos que afronta el Estado español y también una Europa que abre una nueva etapa, especialmente ante la inminente puesta en marcha de la temible segunda etapa de Donald Trump en la Presidencia de Estados Unidos. Sánchez adelantó a estas fechas el Congreso socialista hace tres meses, a finales de agosto, cuando el debate y la polémica política, también dentro del PSOE, se centraban en la oferta a Catalunya de una financiación singular a cambio de investir a Salvador Illa como president. Los hechos sobrevenidos desde entonces han variado sustancialmente la cuestión de fondo, en medio de la ofensiva de la derecha política, mediática y, sobre todo, judicial contra el Gobierno. Sánchez, reelegido ayer como líder del PSOE con el 90% de los apoyos, parece haber impuesto a su partido su célebre manual de resistencia para encarar las acometidas a las que se está viendo sometido. De ahí que tanto su aclamación como el mantenimiento de su núcleo duro –con María Jesús Montero y Santos Cerdán como grandes valedores en la Ejecutiva, a los que se une la delegada del Gobierno en Valencia, Pilar Bernabé, un guiño directo a la gestión sobre la dana en contraposición a la de la Generalitat de Carlos Mazón– respondan a esta estrategia de resistencia. Otra cosa es que ese objetivo de aguantar frente a la oposición de las derechas sea el gran o único leit motiv de un gobierno que está en minoría y que debe hacer mucho más para seguir sumando apoyos a diario, en cada votación. Con los presupuestos aún muy en el aire y un futuro judicial muy incierto en los casos abiertos que buscan salpicar al PSOE y al Gobierno, Sánchez va a tener que esforzarse de modo especial en el cumplimiento de los compromisos adquiridos y ganar confianzas en lo que queda de legislatura.