LAS protestas de agricultores y ganaderos se extienden por Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica e Italia y llegan a las organizaciones vascas y españolas. El sector padece una asfixia económica fruto de varios factores, aunque las recientes protestas del sector del campo francés manejaron argumentos que no responden a la realidad. Es el caso de las denuncias de competencia desleal entre agricultores de la Unión Europea. La normativa de seguridad y ambiental en el mercado único es idéntica para todos los productores y la importación está, según directiva europea, obligada a cumplir los mismos parámetros. En consecuencia, no es tanto una debilidad por las regulaciones ambientales y sanitarias –uso de pesticidas, reducción de emisiones a la atmósfera en el proceso de producción, etc.– y fitosanitaria, sino una dificultad de la agricultura y ganadería familiar europea para competir en costes con macroproducciones externas. Por eso será preciso manejarse con prudencia en tanto la Política Agraria Común (PAC) deber aportar soluciones y no desmantelada. La pinza que padece el sector llega por su falta de tamaño ante el incremento de costes, por las exigencias de reducción de emisiones a la atmósfera, la inflación elevada de sus suministros, encabezada por el precio del gasóleo, o la competencia a precios bajos de productos extracomunitarios –como el grano ucraniano– y el impacto objetivo de la sequía. Cada uno de estos aspectos requiere un tratamiento específico y una coordinación institucional porque a Europa no le interesa que el necesario rigor fiscal –fin de las subvenciones al gasóleo– inhabilite al sector primario. Se le debe proteger de sus costes y con un control exahustivo de las normas de importación, una protección frente al impacto de la falta de agua –cobertura mediante seguros– en tanto se aportan soluciones a esta y, en definitiva, cuadrar la sostenibilidad ambiental, alimentaria y económica para no dejar a Europa dependiente del exterior ni al sector primario en el umbral de pobreza. Pero sostenible no es equivalente a subvencionado hasta el umbral de la subsistencia y, para evitar esa dependencia, también será preciso que las explotaciones hallen fórmulas –asociaciativas, cooperativas, etc.– para ganar la dimensión económica y de escalas que les permita ser eficientes ante las exigencias del mercado.