HACE apenas unas horas concluía la reunión de los llamados BRICS en Johannesburgo. Este foro económico está compuesto por potencias en ascenso como India; otras que se disputan la hegemonía mundial con occidente, como China; y otras que tienen un claro papel estratégico en el panorama geopolítico mundial, como Sudáfrica, Rusia o Brasil, cada uno en su ámbito continental, donde ejercen liderazgos militares, diplomáticos o económicos. Todos ellos recibirán como anfitriones a nuevas naciones que se sumarán a este club a partir de 2024. Entonces, las reuniones incluirán a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía y Argentina que, reunidos bajo una misma panoplia de intereses, empezarán a caminar juntos hacia metas concretas y dibujadas ya en su horizonte programático: disputar la hegemonía al bloque occidental, con Estados Unidos a la cabeza. Por número de habitantes, su fortaleza es evidente, ya que solo los cinco socios fundacionales suman 3.236 millones de habitantes, conformando así un mercado inabarcable para parámetros meramente nacionales. Aparte, el Producto Interior Bruto nominal de esos cinco Estados, en millones de dólares norteamericanos, se eleva a 25.662.559, datos de 2022, que son los últimos disponibles. Esa calidad económica ya supera a la de Estados Unidos, que se queda en 24.796.076 millones de dólares, o a la de la Unión Europea, que en su conjunto, está en 18.353.725 millones de euros. Las democracias homologables al corte occidental, reunidas en el G-7, aglutinan en estos momentos el 43,5% del PIB mundial. Sin embargo, las previsiones indican que ese pedazo de pastel se reducirá hasta el 41,1% en los próximos años. Los datos no engañan y sirven para presentar una imagen potencial a tener en cuenta. Solo el tiempo dictaminará si la intención de caminar juntos sirve para hacerlo, ya que las rivalidades entre alguno de los socios son evidentes, incluso con conatos de enfrentamientos armados como los protagonizadas por chinos e indios en su kilométrica frontera. Pese a ello, los anteriormente no alineados, son conscientes de que la Guerra Fría ya ha terminado y de que ha llegado el momento de coger las riendas de su propia historia para competir de tú a tú con países como EE.UU., Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia o Canadá.