El próximo jueves se constituyen las Cortes salidas delas elecciones del 23-J y la conformación de las Mesas de gobierno de Congreso y Senado serán el primer indicio de la orientación de la legislatura que se quiere poner en marcha. Venimos de un escenario reciente en el que, si bien en la del Senado, en tanto cámara de representación territorial, ha habido representación de las mayorías sociales territoriales de Euskadi y Catalunya –a través de un representante del PNV en las dos últimas legislaturas y de CiU, cuando aún existía– el Congreso ha venido siendo reflejo desde hace 15 años de una tendencia de los partidos de ámbito estatal a copar sus cargos y, con ellos, sus funciones. Consecuencia de ello es el riesgo de un cierto adanismo intencionado que sostiene que la apertura de la Mesa del Congreso a la representación de fuerzas soberanistas es una concesión. En la pasada década de los años 90, la presencia de catalanes y vascos en esa Mesa era sistemática y, en muchas ocasiones, simultánea. Su expulsión es un fenómeno de los últimos 10 a 15 años, cuando PP y PSOE comenzaron por coparla en la pretensión de un pulso bipartidista que dejó fuera al representante de CiU en la legislatura de 2008 y del PNV a partir de la siguiente. La fractura de esa estrategia bipartidista abrió la puerta a otras fuerzas, pero siempre de ámbito estatal: Vox y Podemos. Ahora, la estabilidad de una mayoría parlamentaria depende en más medida que nunca de la representatividad obtenida por fuerzas políticas de ámbito territorial. Nadie puede gobernar el Estado sin ellas, como deja en evidencia el hecho de que el PP siga sosteniendo ante la opinión pública española la ficción de un diálogo que el PNV ha descartado para investir a Alberto Núñez-Feijóo. Si la voluntad de reconocimiento de los populares fuera sincera, no tendrían inconveniente en ceder espacios a quienes afirman pretender acercarse, pero no ha sido así en legislaturas precedentes y no lo ha planteado para la próxima. En ese sentido, también Pedro Sánchez debe entender que la sostenibilidad de su gobierno no depende de un gesto en la configuración del legislativo ni de hacerlo solo hacia ERC y debe dar más profundidad a sus propuestas de acuerdo. Y tratar de maximizar la representación del PSOE en los órganos de las Cámaras no sería un gesto positivo.
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