El informe del Consejo de la Juventud de España sobre emancipación aporta, coincidiendo con el día internacional que se conmemora hoy, referencias autonómicas sobre la accesibilidad a una vida independiente que, en el caso de los territorios forales, anima a la reflexión pero también confirma la orientación correcta de las estrategias institucionales de emancipación más cercanas. El gran titular del informe, basado en datos del cuarto trimestre de 2022, constata el retraso en la capacidad de emancipación hasta superar los 30 años. La abrumadora mayoría de la juventud no se emancipa antes de cumplir esa edad. Sin embargo, entre 30 y 34 años, la juventud vasca desborda la media estatal en el acceso a una vida independiente. Hay datos significativos al respecto. En primer lugar, en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) y la Foral Navarra, el tiempo dedicado a la formación es mayor que en otras comunidades, lo que retrasa el acceso al mercado laboral. Una vez en él, las tasas de empleo juvenil y de ingresos son sensiblemente mejores. Una formación superior abre las puertas a mayor autosuficiencia pero retrasa la recepción de ingresos. Tampoco cabe ocultar que el índice de sobreformación respecto a los primeros empleos supera la media estatal: la juventud vasca está formada por encima de lo que se les ofrece y sus primeros salarios no permiten una vida independiente. Igualmente, en un panorama demográfico equilibrado en cuestión de género, las mujeres se emancipan significativamente antes, pese a su media salarial más baja, lo que habla de una voluntad de autogestión, no solo económica, más avanzada que los varones. El precio de la vivienda es un factor inexcusable a encarar –como lo hace el programa navarro de vivienda Emanzipa– pero el conjunto de datos acredita que no basta. La expectativa de calidad de vida es más exigente merced a hábitos de ocio, actividad y consumo que han encarecido vivir solo. En ese marco, el Plan de Emancipación del Gobierno vasco fija objetivos ambiciosos en 2030 –una tasa del 50% de jóvenes emancipados a una edad media de 28 años– y herramientas variadas, como 300 euros mensuales de ayuda durante dos años; pero, sobre todo, se define un Plan de Empleo Juvenil que propicie una independencia real y no un desempeño limitado al subsidio.