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Editorial

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Macron, Sánchez y las conexiones

El presidente francés parece heredar el tradicional desinterés galo por facilitar la conectividad energética y ferroviaria con la península, y el español, la indolencia por el cumplimiento de los compromisos suscritos

EL presidente Pedro Sánchez mostró ayer su “sorpresa” en el Congreso a preguntas del portavoz del Grupo Vasco, Aitor Esteban, cuando constató que los compromisos de la cumbre bilateral que mantuvo con Emmanuel Macron hace un mes están más que en cuestión por la parte gala. Sánchez insiste en que la conexión de la Y ferroviaria con el eje atlántico de alta velocidad sigue fijado en 2030 pese a que el ejecutivo francés maneja retrasarlo a 2042. La figura de Sánchez como estadista de dimensión europea sigue pendiente de aprobar una próxima convocatoria. Hasta ahora, sus iniciativas le han permitido escenificar acuerdos pero no materializarlos. Es un mal que se arrastra de sus predecesores pero ahora a él compete exigir la aplicación de esos acuerdos y ejercer de palanca que desatasque los incumplimientos reiterados de los sucesivos inquilinos del Elíseo con sus obligaciones hacia la Unión Europea. Ni en materia de transporte ni energética ha mostrado el vecino del norte interés por potenciar el eje estratégico atlántico, definido como prioritario para el conjunto de la Unión. En la estrategia de París, las conexiones energéticas del Golfo de Bizkaia y el corredor mediterráneo se entienden como un factor de competencia en el mercado doméstico que copa su producción nuclear. Los intercambios siempre se han mantenido en mínimos por interés galo. Igualmente, el transporte ferroviario hacia y desde la península no es de su interés en tanto le resulta más favorable ejercer de cola de la red hacia el centro, el este y el norte de Europa y no de tránsito de importaciones y exportaciones desde el tejido productivo y los puertos cantábricos. Durante décadas, los gobiernos españoles han reducido el nexo con los franceses a la colaboración antiterrorista al precio de obviar otros intereses. A la actividad económica y el tránsito de personas desde y hacia Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa les resulta más que interesante la nueva línea, incluso a expensas de que la alta velocidad hacia Europa se viera dilatada. Un ancho de vía europeo del que ahora no disponen estos territorios es una puerta abierta hacia la mayor presencia económica en el continente. Pero eso no exime la obligación del Gobierno español de llenar de contenido sus escenografías y del francés de cumplir sus compromisos con Europa.