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El mal gobierno empeora

La confirmación por el Euskobarómetro del claro ymayoritario rechazo a la gestión de López sitúa a éste ante la disyuntiva de no admitirlo y agravar su problema y el de la sociedad o hacerlo y actuar responsable y dignamente en consecuencia

EL Euskobarómetro de mayo, pese al intento de disfrazar la realidad manifiesta de los datos mediante el uso de términos diferentes o la inclusión de variables distintas -evidente en el apartado de valoración de la confianza- respecto a los empleados en la interpretación de los mismos en anteriores análisis sociológicos, vuelve a reiterar una constante en todos y cada uno de los estudios realizados desde que el Acuerdo de Bases entre el PSE y el PP permitiera a los socialistas obviar los resultados electorales, desalojar al nacionalismo y alcanzar el poder en la Comunidad Autónoma Vasca: el rechazo ampliamente mayoritario de la sociedad y la falta de confianza de ésta en el Gobierno que preside Patxi López, por segunda vez consecutiva el peor valorado por los ciudadanos en comparación con ejecutivos anteriores. Esa constante se verifica no sólo en que seis de cada diez ciudadanos creen que el Gobierno socialista es "malo" -lo que desde una visión complaciente se podría explicar en la mayoría ideológica de la sociedad aunque esto mismo cuestionara la legitimidad del Ejecutivo- sino especialmente en que siete de cada diez de los encuestados consideran que apenas hace nada frente a la principal preocupación ciudadana, la crisis económica. Y sólo un gobierno que no hace nada puede empeorar a un mal gobierno. Se demuestra en que si en noviembre un 20% mantenía aún las bondades del Ejecutivo, ese porcentaje ha descendido al 12% seis meses después. Pero, además y por si cupiese alguna duda de la opinión generalizada sobre el gabinete socialista, únicamente dos de los quince departamentos en que se estructura alcanzan apenas el aprobado (5,2 en una escala del 1 al 10) de los ciudadanos. López, que tras haber modificado su equipo de imagen no puede usar ya el comodín del público, la excusa de la deficiente comunicación con la sociedad esgrimida hace medio año para tratar de explicar la nefasta opinión sobre su acción de gobierno, no tiene más remedio que rendirse a la evidencia de que la sociedad vasca está en total desacuerdo con el pacto que le llevó a Ajuria Enea (63%), no confía en su equipo y apoyos (sólo el 22% lo hace) y desaprueba su gestión (70%), con el agravante de que la tendencia se consolida y todos esos parámetros negativos han experimentado un incremento desde noviembre. Y ello le coloca ante una difícil disyuntiva. Porque si no admitirlo supondría agravar su propio problema pero también el de una sociedad que seguirá exigiendo ideas, acciones y soluciones que López y su Ejecutivo no son capaces de proporcionar; aceptar la realidad le generaría la obligación de responder, por un lado, a la carencia de legitimidad social para gobernar y, por otro, a la falta de aptitud para hacerlo. Lo que, desde la dignidad, únicamente le permitiría un horizonte que ni él ni su socio preferente -¿o sí?- habían contemplado.