El consorcio vasco para comprar Ayesa gana la puja a los fondos internacionales
BBK, Kutxabank y el Gobierno vasco esperan cerrar este mes la operación y mantener el arraigo de la antigua Ibermática
El pulso empresarial en Euskadi vivió hoy un movimiento decisivo con la firma del acuerdo de exclusividad entre el consorcio vasco –formado por la Fundación BBK, el fondo Indar de Kutxabank y el Gobierno vasco– y Ayesa, el grupo tecnológico andaluz que hace tres años se hizo con Ibermática. El gesto, aparentemente administrativo, supone en realidad el primer paso formal hacia una operación largamente deseada en el tejido económico del país: el regreso de una de sus firmas tecnológicas más emblemáticas a manos de actores locales.
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De este modo, la industria vasca ha dado un golpe de timón significativo en su hoja de ruta tecnológica. El consorcio formado por la Fundación BBK, el fondo Indar de Kutxabank y el Gobierno vasco cierran así un acuerdo de exclusividad para adquirir la división tecnológica de Ayesa, la ingeniería andaluza que hace apenas tres años integró en su estructura a Ibermática. El movimiento, formalizado hoy, apunta de lleno al propósito estratégico que las instituciones vascas han marcado para la próxima década: asegurar el arraigo local de empresas clave en la transformación digital y blindar la soberanía tecnológica del territorio.
El pasado 27 de noviembre el consejero de Industria, Mikel Jauregi, durante el encuentro Emprendimiento e industria en Navarra y el País Vasco, celebrado en Noain, explicó que el grupo vasco “está pujando” para hacerse con Ayesa IT –la rama tecnológica del grupo sevillano– y que el objetivo prioritario es claro: lograr que Ibermática, nacida en Gipuzkoa en 1973, “vuelva a Euskadi” y garantice desde aquí su futuro.
Aunque el acuerdo de exclusividad supone un avance muy relevante, Jauregi quiso matizar que la oferta “asegura únicamente la posibilidad” de cerrar la operación. Y es que la puja no estaba ni mucho menos decidida. Fondos internacionales de enorme tamaño, como Blackstone, HIG y CapVest, también habían mostrado un interés firme por la división tecnológica de Ayesa, cuyo valor se estima en torno a los 500 millones de euros. La competencia era fuerte y la decisión final no llegó hasta hoy mismo.
En la explicación del consejero subyacía un mensaje central: el riesgo real de que la venta de Ayesa IT a terceros derivase en un proceso de desarraigo, debilitando un sector que las instituciones consideran estratégico. “La venta a terceros tiene un riesgo que hay que evitar para un sector estratégico recogido en el Plan de Industria-Euskadi 2030”, recalcó Jauregi. La apuesta vasca por la tecnología –digitalización, ciberseguridad, inteligencia artificial, analítica avanzada, infraestructuras de software– se materializa así no solo en subvenciones o programas de emprendimiento, sino en movimientos corporativos de alto calado, como ya ocurrió con la reciente entrada público-privada en Talgo.
Ibermática es una pieza central en este engranaje. Con una trayectoria de más de medio siglo, y habiendo alcanzado 4.750 trabajadores y una facturación de 276 millones de euros en 2021, la firma se consolidó como uno de los grandes actores del software y los servicios digitales en el Estado. Su integración en Ayesa supuso la creación de una plataforma tecnológica de más de 11.000 profesionales especializados en más de 70 disciplinas. Todo un gigante que, tras la entrada del fondo estadounidense AMCE en 2021 –actual propietario del 67% del grupo–, ha sido puesto en el mercado.
Un retorno simbólico
El movimiento del consorcio vasco no se limita a recuperar una empresa con raíces locales; responde también a un contexto internacional muy competitivo. El talento tecnológico –especialmente en áreas como IA y ciberseguridad– es un recurso escaso y globalizado. Estados Unidos y China lideran con ventaja la carrera científico-técnica, mientras Europa se esfuerza por no perder pie. Para Euskadi, un territorio que ha apostado históricamente por la industria, perder una empresa de este calibre sería mucho más que una desinversión: supondría renunciar a una pieza clave del futuro productivo del país.
Por eso, el mensaje institucional ha sido claro y repetido: el arraigo importa. “Queremos que Ayesa-Ibermática mantenga su arraigo en nuestra tierra”, insistió Jauregi. No solo porque la compañía sea líder en ámbitos tecnológicos punteros, sino porque su plantilla –unos 2.000 trabajadores en Hegoalde y cerca de 13.000 en todo el mundo– constituye uno de los activos humanos más cualificados del ecosistema innovador vasco. En un sector donde el teletrabajo es norma y las ofertas internacionales abundan, mantener el vínculo territorial es un desafío adicional.
Viaje empresarial de ida y vuelta
La historia reciente de Ibermática es un reflejo de los cambios que ha vivido el sector tecnológico europeo. Durante décadas, Kutxabank llegó a poseer casi la mitad del capital de la compañía. Sin embargo, las exigencias regulatorias del Banco Central Europeo tras la crisis financiera obligaron a la entidad a desinvertir progresivamente hasta reducir su participación al 15%, que también acabó siendo vendida. Ayesa se hizo finalmente con el 100% del capital en 2022, tras adquirir las participaciones de ProA Capital, ONCE y otros minoritarios.
Pese a ello, Ibermática mantuvo su sede en el Parque Tecnológico de Gipuzkoa y conservó buena parte de su identidad y estructura. El propio José Luis Manzanares, director general de Ayesa, aseguró entonces que no habría deslocalización. Pero la entrada del fondo AMCE cambió el tablero: cuatro años después de su llegada, ha decidido poner a la venta las dos grandes divisiones del grupo –ingeniería y tecnología–, abriendo un escenario que el Gobierno vasco no estaba dispuesto a dejar pasar. Con el acuerdo de exclusividad ya cerrado, las negociaciones han avanzado hacia de compraventa en uno de los movimientos empresariales más importantes de los últimos años en Euskadi.
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