Ya está aquí la época de mayor consumo del año. La Navidad, que en términos económicos se estira cada vez más en el tiempo por razones que poco tienen que ver con la naturaleza de la fiestas -ahí está el Black Friday, una fecha importada de Estados Unidos-, supone, junto al período de verano, el tramo de mayor desembolso por motivos de ocio celebrativo. Los informes prevén que este año el gasto en Euskadi ronde niveles parecidos a los del año pasado, en un panorama en el que, pese a la elevada inflación, sigue prevaleciendo el impulso emocional de consumo, respaldado también por una coyuntura económica en la que el mercado laboral aguanta las turbulencias. 

Un análisis del Observatorio Cetelem, vinculado al banco BNP Paribas, calcula que el gasto medio previsto por los consumidores vascos será de 589 euros por persona, lo que supone un 14% menos respecto al año anterior, cuando fue de 681 euros. No obstante, como indica Liliana Marsán, la responsable del Observatorio, la cifra real final de gasto del año pasado “no alcanzó los 500 euros”. Es decir, un volumen de gasto real más conservador que la previsión. Aunque, como subraya la experta, este año el cálculo inicial se acercará “mucho más” a la cantidad que gastará cada persona, que por otra parte será superior a la media estatal, de 568 euros.

Si bien existe un descenso en la previsión de gasto medio, según la encuesta el 33% de los vascos tiene intención de gastar más esta Navidad, por el 45% que tiene previsto hacer el mismo desembolso y un 22% que reducirá su consumo. Ocho de cada diez vascos encuestados gastará igual o más respecto al año pasado. Aquí juega un papel fundamental el hecho de que la alimentación y la hostelería, dos de las partidas que más atención concentran en Navidad, no han contenido sus precios. Todo lo contrario. Basta echar un repaso al último sondeo de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre los precios de los alimentos. Si hacia finales de noviembre los máximos históricos de los precios se mantenían con respecto al año pasado, en la actualización, recogida los días 10 y 11 de diciembre, revela un incremento medio de más del 4,3% en apenas dos semanas. “Los productos de la cesta son un 1,6% más caros de media que el pasado año por estas fechas”, indica la OCU en su informe. Las mayores subidas respecto a la primera tomase registran, como es tradicional, en los pescados y mariscos, con incrementos en los percebes (21%), almejas y merluza (20%), ostras (9%) y lubina (7%). 

Dulces navideños y bebidas alcohólicas

Otra de las variables que influyen para que se incremente el gasto es que, como recoge la consultora de análisis de mercados Kantar World, “en la cesta de la compra navideña adquieren relevancia categorías con un precio promedio superior, como son las bebidas alcohólicas -cavas, vinos con D.O. y alta graduación-, así como otras de alimentación envasada como turrones, bombones y dulces navideños”.

El pasado mes, la inflación general creció un 3,2% respecto al mismo mes del año pasado. Pero es que la concerniente a la de alimentos y bebidas se ha incrementado en un 9%. No se vislumbra un final rápido de ese proceso continuo de encarecimiento de una serie de productos de los que no se puede prescindir en la compra cotidiana, como son los alimentos, y que, además, vertebran el núcleo de las celebraciones festivas. “El consumidor asume que tiene que seguir adelante pese a las dificultades. La gente siempre piensa que las cosas van a mejorar”, subraya Liliana Marsán, responsable del Observatorio Cetelem, que apunta asimismo otra tendencia que suelen reflejar otras encuestas: “La situación personal siempre se valora mejor que la general”. Esto es, que a pesar de que cada individuo sea pesimista con respecto a la evolución de la economía a nivel general, piensa que a él le va a ir mejor. 

Un factor que corrobora Kepa Loizaga, responsable de OCU en Euskadi. “Son fechas en las que se mira más el bolsillo, pero al final se acaban haciendo más dispendios. Además, los comerciantes saben que si suben mucho los precios y estiran demasiado la cuerda, ésta se acaba rompiendo y eso no les conviene”, explica. Además, como subraya el propio Loizaga, se suele producir una mayor contención del gasto en verano -el otro gran período de consumo- porque es un tramo más largo de tiempo y no suele tener unas connotaciones familiares tan marcadas como la Navidad. En la continuidad de los niveles de gasto influye también que la campaña navideña se extiende cada vez más, dada la aparición en los últimos años del ‘Black Friday’ en el último viernes de noviembre. “Ya no existe una campaña ordinaria de rebajas, porque hay promociones y descuentos todo el año”, subraya. Por otra parte, el buen momento que atraviesa el mercado de trabajo, con una alta ocupación, y el hecho de que los carburantes han aflojado su presión desde el verano, también ayudan a mantener altos los niveles de consumo. Son razones que contribuyen a estimar un sostenimiento del gasto en estándares similares a los de antes de la pandemia.