No es posible separar el análisis de la gestión de Pedro Sánchez de tres elementos que nadie tenía en previsión hace cinco años, cuando asumió el poder. La pandemia, la guerra en Ucrania y la inflación han impactado de manera severa en la economía, con una recuperación posterior que, aunque es indiscutible, puede acabar siendo menos sólida de lo que el presidente del Gobierno presume en sus comparecencias, sobre todo si los precios continúan su escalada y los salarios siguen depreciándose. 

El PIB ya supera el nivel anterior a la pandemia

Los datos de Contabilidad del primer trimestre revelan un crecimiento del PIB del 0,6%, con una subida interanual en ese período del 4,2%. “La economía española es la que más crece de la Unión Europea, cuatro veces más que la media”, ha dicho la ministra Nadia Calviño. Este ritmo ha permitido recuperar el nivel del PIB anterior a la pandemia, que supuso un parón productivo de dimensiones desconocidas e imprevistas. No obstante, detrás del buen dato del PIB se encuentran otras lecturas. Según las estadísticas de Eurostat, la economía española fue la que menos creció en términos reales durante ese período. Por otra parte, también según los indicadores europeos, España es el país de la UE que ha sufrido una mayor pérdida de PIB per cápita desde el año 2020, el dato que más perciben los hogares. Así, el PIB per cápita en 2022 fue de 24.590 euros, el decimocuarto de los Veintisiete e inferior a la media, que alcanzó los 28.810 euros.

El empleo se consolida tras la reforma laboral

La recuperación del mercado de trabajo en los últimos años ha sido indudable. En julio de 2018, apenas unas semanas después de que Pedro Sánchez accediese al poder tras la moción de censura a Mariano Rajoy, había en España un total de 3.162.162 parados. Cinco años después, esa cifra se ha rebajado hasta los 2.688.842. En febrero de 2021, con los efectos aún vigentes de la crisis derivada de la pandemia, se rebasaron los cuatro millones de desempleados. La reforma laboral, introducida a comienzos del año pasado tras contar con el respaldo de sindicatos y patronal, ha logrado reducir el desempleo e incrementar el número de trabajadores con contrato indefinido. Es la gran baza económica de Sánchez de cara a las elecciones. Además, durante la pandemia la activación del mecanismo de los ERTE permitió a muchos trabajadores mantener su puesto de trabajo y al mismo tiempo ver garantizados unos ingresos. 

Sin embargo, no es menos cierto que el gran crecimiento del empleo se ha dado en el sector servicios, que ya está mostrando signos de agotamiento. La creación de empleo se está moderando, al mismo tiempo que sigue sin resolverse el problema del paro juvenil y el de larga duración, que afecta especialmente a los mayores de 45 años, poseedores de un capital humano que no puede desperdiciarse. Asimismo, el sector del trabajo autónomo también atraviesa crecientes dificultades. Por otra parte, y a pesar de que se mantiene cierto dinamismo en la creación de empresas, numerosas pymes tienen problemas para hacer frente a sus créditos bancarios por la subida de tipos de interés.

La inflación castiga a toda la economía 

Ha sido el inesperado caballo de batalla al que está teniendo que hacer frente el Gobierno de Pedro Sánchez, aunque la verdad es que el incremento gradual de los precios ya se venía gestando desde antes de la guerra de Ucrania. Hace ahora un año, el IPC alcanzó un incremento del 10,8% interanual, convirtiendo a la inflación en el elemento económico que más está dañando las opciones electorales del actual líder del Ejecutivo central. Las ayudas y rebajas fiscales en materia energética -gas, electricidad y combustibles- han contribuido a frenar de forma considerable el avance de los precios. Así, el indicador adelantado del IPC sitúa su variación anual en el 1,9% en junio, más de un punto por debajo de la registrada en mayo, según el INE. Eso sí, esa rebaja es mucho más atemperada en el caso de la inflación subyacente, en la que se incluyen los precios de los alimentos. La cesta de la compra apenas afloja y eso está teniendo un serio impacto en las cuentas de las familias y en el estado de ánimo general de la sociedad. Pese a las rebajas aplicadas en el IVA de los alimentos básicos, la cartera no da para todo, especialmente en un contexto en el que muchas familias deben hacer frente a las subidas de sus cuotas hipotecarias por el incremento de tipos de interés.

Los salarios no crecen al ritmo de los precios

Fuertemente ligada al golpe de la inflación, la cuestión de los salarios permanece también irresuelta. Los sueldos no han subido en la misma proporción que los precios y, según datos de la OCDE sobre fiscalidad salarial correspondientes al mes de abril, España es el país en el que más cayeron los salarios en términos reales en 2022. Así, los ciudadanos perdieron un 5,3% de su salario real el año pasado, al tiempo que se consolida la brecha entre profesiones. Sánchez no ha sido capaz de sacar adelante su propuesta de pacto de rentas, destinada a repartir los costes de la inflación entre empresas y trabajadores. La demanda de subidas salariales están siendo el principal catalizador de las movilizaciones de los sindicatos, que argumentan que los beneficios empresariales están creciendo de tal manera que permiten esas mejores remuneraciones. La patronal se defiende y asegura que la situación de muchas empresas, en especial las pymes, no hacen viables las mejoras de los salarios. 

El sistema de pensiones, de nuevo con cambios

Se trata de otra de las reformas de calado de la legislatura, aunque para calibrar su impacto se necesitará un examen a largo plazo. Si para reformar el mercado de trabajo Yolanda Díaz contó en sus propuestas con el respaldo de sindicatos y patronal, José Luis Escrivá no logró el apoyo de la CEOE. Al igual que con la reforma laboral, el PP tampoco se sumó al acuerdo. La reforma de las pensiones establece un “régimen dual del periodo de cómputo” para los próximos 20 años que permitirá a los pensionistas elegir entre mantener los 25 años cotizados que actualmente se tienen en cuenta para calcular la pensión inicial o contar 29 años pudiendo descartar dos, lo que deja ese periodo en 27 años de facto. La negociación sobre el período de cómputo fue áspera, con la negativa inicial de Podemos y los sindicatos a ampliarlo. Con la presión de Bruselas encima, Escrivá logró un acuerdo que, además, contempla una subida de las cotizaciones de las bases máximas, que se hará entre 2024 y 2050 sumándole a la cuantía anual del IPC una cuantía fija de 1,2 puntos porcentuales. Además, se incluye una subida progresiva en el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), que supone un alza de 0,6 puntos de las cotizaciones. Por otra parte, en 2021 se introdujeron los cambios que garantizaban la revalorización anual de las prestaciones conforme al IPC del año anterior, una medida por la cual las pensiones han subido este año un 8,5%. Los críticos a la reforma argumentan que dañará a las empresas y al empleo, además de que podría generar un elevado déficit público.

La deuda pública, un riesgo a largo plazo

En un momento en el que se debate en la UE la necesidad de dotarse de unas nuevas reglas fiscales, la deuda pública del Estado continúa asomándose a cifras de récord. Así, en el primer trimestre del año, quedó establecida en 1,535 billones, aunque se moderó al 113% del PIB, un 4,4% menos que en el mismo período del año anterior. Aunque a corto plazo no representa un problema porque los títulos de deuda se subastaron en los mercados a tipos de interés bajos, a medio y largo plazo un excesivo nivel de deuda es un riesgo para la sostenibilidad.