Tras perder varias batallas en el tren de la alta velocidad, el Arco Atlántico ha sacado conclusiones. La primera pelear por acelerar la llegada de la conexión ferroviaria y después exprimir la fuerza de la unión para que no se repita la historia. El presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao, que acogió el pasado miércoles la firma de la declaración en favor de la macrorregión de la cornisa cantábrica y promueve la iniciativa a través de Eusko Ganberak explica las inquietudes del foro. 

¿Cómo surge esta iniciativa?

-Las regiones atlánticas hemos tomado conciencia colectiva: perdemos competitividad frente a otros espacios geográficos. El peso económico se desplaza hacia el Pacífico. En el mapa clásico, el Atlántico estaba en medio, estábamos muy centrados entre Estados Unidos y Europa. Ahora se traslada el eje y está entre EE.UU., Asia. Además los países del Este se incorporan a Europa y el peso se mueve hacia el Este. Nos estamos quedando en una posición periférica. 

¿Es posible corregir esa situación?

-No podemos trasladar el país geográficamente, pero sí podemos estar bien conectados para estar más cerca de los ejes de desarrollo. Y ahí vemos con preocupación que, a veces, las infraestructuras necesarias para nuestra conectividad no son las prioritarias. Se desarrollan antes las de otros entornos. La Y vasca en su día, ahora la conexión del ferrocarril con Francia… Es algo histórico, pero dibujan el mapa del hidrógeno de Europa y la conexión mediterránea aparece en 2030 y la nuestra, en 2040. No solo es el ferrocarril, que está enquistado, es que también estamos desplazados en relación a las nuevas oportunidades de desarrollo en el futuro. 

Por eso han dado un paso al frente. 

-Tenemos que movilizarnos ya. Las instituciones lo están haciendo con la demanda de la creación de una macrorregión, con la Comisión del Arco Atlántico que preside el lehendakari Iñigo Urkullu, pero la sociedad civil también tiene que empujar para que se visualice que es vital para la competitividad y el bienestar de los ciudadanos del Arco Atlántico. 

¿Y cuál es el papel de las cámaras?

-Las cámaras, que tenemos naturaleza pública y defendemos intereses generales, somos un agente adecuado para pautar ese movimiento. No es un tema sectorial, es general, hay que evitar que nuestro espacio geográfico quede relegado. A la hora de exportar a un mercado lejano, con una buena conexión y logística eficiente, el producto viaja de manera sencilla. Si se tarda muchas horas en llegar, el proceso se complica y se encarece. Ocurre en el tráfico de mercancías y en el de personas. Si ir a Bruselas es una odisea, se pierde atractivo para instalar negocios aquí. 

La unión de cámaras de diferentes regiones y países demuestra que no se trata de un tema político. 

-No es una cuestión política. Estamos defendiendo el interés general de los ciudadanos. Hay regiones con gobiernos de distintos partidos y de distintos países. Está Portugal y el embajador portugués nos acompañó en la firma del protocolo porque tienen mucho interés. Euskadi está más cerca de la frontera, mejor conectado, pero según te alejas el problema es mayor. En conjunto estamos por debajo de la media de Europa en cuestiones como la competitividad, aunque estamos mejorando, o la innovación, por tomar dos índices de referencia. A nivel local, por ejemplo, Euskadi está por encima de la media europea en competitividad y está en el segundo grupo de innovación, en el de los países fuertemente innovadores, junto a Madrid. Son las únicas regiones de España en ese grupo. Hasta la región de París no líderes en innovación y luego hay un salto hasta centro Europa. El Arco Atlántico es el norte del Sur de Europa, vamos a rebufo, pero si perdemos conexión se puede ampliar el gap. 

De ahí la necesidad de reforzar la conexión con París y la preocupación que genera el retraso. 

-El corredor Atlántico, que va desde París hasta Algeciras, debería estar finalizado en 2030. Así se aprobó por la Unión Europea, pero Francia dice que llegará a 2042 a Dax y más tarde a Hendaya. No podemos esperar tanto. Esa es una de las luchas. Otra es integrar bien el Arco Atlántico, porque llegar de Santander a Madrid en tren supone el mismo tiempo que ir de Madrid a Valencia. No tiene sentido. También tenemos que trabajar en las autopistas del mar, porque los puertos, con una buena logística, son una gran oportunidad. Oportunidad incluso para el suministro energético de Europa. La semana pasada firmaron el Puerto de Bilbao y el de Amsterdam un acuerdo para una conexión de hidrógeno. Pero si no se instala el tubo para transportar el hidrógeno es difícil su desarrollo. Es importante un enfoque político, que el espacio geográfico esté en los grandes mapas de las infraestructuras, que no se quede siempre el último. 

¿Cuál es el siguiente paso?

-Tras la firma de la declaración de Bilbao tenemos previsto ir a Bruselas y explicarles a las instituciones europeas las reivindicaciones del Arco Atlántico. Que se vea que estamos unidos, que somos 17 cámaras que representamos a las regiones y a sus sectores económicos para evitar que queden relegados. 

¿Qué sectores se pueden beneficiar de esta alianza atlántica?

-En positivo tenemos una base industrial interesante. Hay alguna región que está por debajo, pero en general el peso de la industria del Arco Atlántico está en línea con la Unión Europea; más o menos el 20%. La mala noticia es que el tipo de industria no es de media/alta tecnología. Es necesario avanzar hacia actividades de mayor valor añadido. Los retos son oportunidades y la transición energética es una línea de crecimiento. Ahí está el mundo del hidrógeno o el vehículo eléctrico. La transición digital, la industria 4.0, es claramente otra oportunidad y tenemos que tener servicios para atender ese reto. Tampoco somos muy intensivos en conocimiento. Tenemos que tener empresas que den servicio a la industria para digitalizarse al máximo nivel. Hay otro hueco: nos hemos dado cuenta de que tener toda la cadena de valor fuera es un problema. No éramos capaces de hacer mascarillas y es la dinámica afecta a otros sectores y que está repensando. Hay que relocalizar esas actividades que mandamos fuera. Tendremos que hacer industria 4.0, muy automatizada, para que el coste laboral respecto a los países asiáticos no frene la competitividad. Tenemos capacidades industriales y podemos intentar relocalizar parte de la cadena de valor. No todo son malas noticias, hay oportunidades, ahora hay que movilizarse para aprovecharlas. 

Han organizado grupos de trabajo. 

-Es la diferencia. Las cámaras se han reunido en más ocasiones y se han pronunciado. Pero esta vez estamos convencidos de que es necesario establecer un foro estable de trabajo. Vamos a diseñar proyectos y ejecutarlos. Los grupos responden a los grandes retos que tenemos: conexión y capacidad de influir; diversificación del tejido e incorporación de actividades de mayor valor añadido; fortalecer lo que tenemos a través de la sostenibilidad, innovación e internacionalización; el reto demográfico y otro grupo es el del talento, tener un territorio atractivo con proyectos profesionales atractivos. 

Es una carrera de fondo. 

-Totalmente. 

¿Se han marcado plazos?

-Hay una agenda a muy corto plazo con infraestructuras muy claras -el ferrocarril y el hidrógeno-, y vamos a estar con Europa para que sean una prioridad. La segunda actuación urgente es que se considere macrorregión al Arco Atlántico para que se oiga nuestra voz en Europa. Vamos a solicitar que en la presidencia española del próximo semestre se impulse la macrorregión y al Gobierno español le vamos a pedir que dé un paso al frente. También vamos a poner en marcha ya cuatro o cinco proyectos concretos incidiendo en las oportunidades de desarrollo, que serán la base para mantener la alianza y actuar a más largo plazo.

A corto plazo

Proyectos

Alianza activa. Los firmantes de la Declaración de Bilbao, van a “identificar 4 o 5 grandes proyectos con los que arrancar” y dar contenido a su alianza.

Energía. Zudaire avanza que uno de los proyectos estará ligado “con toda seguridad” con la energía y cubrirá varias áreas. Sobre el papel estará muy enfocado a la energía eólica renovable y en especial en la marina, que “conecta bien con el recurso natural” del Arco Atlántico, y al hidrógeno. El objetivo es aprovechar el proceso de descarbonización de la industria para impulsar un nuevo segmento productivo, “como ocurrió en su momento con Gamesa y la eólica terrestre”. 

Oportunidades. Explorar esa vía generará oportunidades en otros sectores. En Euskadi hay dos fabricantes de hornos Sarralle (Azpeitia) y CHI (Galdakao), su reto es posicionarse en el mercado de esta materia prima. Además, empresas como Irizar o CAF pueden sacar partido con motorizaciones de hidrógeno. “No solo se trata de generar hidrógeno y consumirlo, sino tirar de la cadena de valor y que haya empresas que se aprovechen para crecer”, subraya José Ignacio Zudaire. 

Otros proyectos. Otro proyecto tractor “interesante” es el despliegue de 5G por la cornisa cantábrica, que será “clave para desarrollar el coche conectado”. Además, hay oportunidades en la Alimentación y la salud, que quedó en evidencia durante la pandemia por la dependencia de otros países.