La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, señaló ayer que la amenaza de una recesión en la zona euro es más intensa ahora, a pesar de que los datos de crecimiento de la economía hayan sido mejores de lo previsto, por lo que considera “vital” demostrar el compromiso de la institución con su mandato de estabilidad de precios.

“Aunque los últimos datos de crecimiento del PIB han sorprendido al alza, el riesgo de recesión ha aumentado”, afirmó Lagarde en un discurso pronunciado en Fráncfort.

No obstante, recordó que la experiencia histórica sugiere que es poco probable que una recesión reduzca significativamente la inflación, al menos a corto plazo, por lo que “es vital” que el BCE muestre compromiso con su mandato para asegurar que las expectativas de inflación se mantengan ancladas y no se produzcan efectos de segunda vuelta.

En este sentido, reconoció que la inflación en la zona euro es demasiado alta, con un récord del 10,6% en octubre, advirtiendo de que es probable que “se mantenga alta durante un período prolongado”. “Estamos comprometidos a reducir la inflación a nuestra meta de mediano plazo y tomaremos las medidas necesarias para hacerlo”, añadió.

Sin embargo, la presidenta del BCE defendió que, si bien la política monetaria asegurará un retorno de la inflación a la meta a medio plazo, la evolución del panorama económico también dependerá del alineamiento entre esta y otros actores, subrayando la importancia de la política fiscal.

En el corto plazo, en un contexto de elevada inflación, la intervención fiscal debe ser temporal, focalizada y adaptada, mientras que, de cara al futuro, puesto que la política monetaria puede orientar la demanda, pero no puede eliminar las restricciones existentes al crecimiento, deberán actuar otras áreas políticas.

En su opinión, la eliminación de estas restricciones no solo reconstruirá la oferta que se ha visto afectada por las crisis recientes, sino que, con el tiempo, fortalecerá la demanda interna en un mundo donde la demanda externa se está volviendo menos predecible.

“Un impulso para acelerar tres transiciones clave determinará nuestro futuro: hacia una energía más limpia, una mayor seguridad económica y una economía más digital y productiva”, subrayó la francesa.

En este sentido, advirtió de que, cuando llegue el momento de que los gobiernos consoliden sus políticas fiscales, deberán elegir entre reducir transferencias, así como el consumo público y aumentar los impuestos o recortando la inversión pública. “Si optan por este último método, como hicieron después de la gran crisis financiera, existe el riesgo de que la oferta no se recupere y las restricciones al crecimiento sigan limitando”, apostilló. 

El sector público europeo necesitará financiar entre un 25 y un 20% de la inversión por el clima, según Lagarde. Las necesidades de inversión relacionadas con el clima son de medio billón de euros anuales hasta 2030, según cálculos de la Comisión Europea. “Necesitamos aumentar urgentemente la inversión en energía limpia para contrarrestar una inversión más baja en combustibles fósiles y la caída del suministro ruso”, añadió.