La OPEP insistió ayer martes en su visión optimista, al prever un “saludable” crecimiento del consumo petrolero hasta fines de 2023 y atribuir el reciente abaratamiento del crudo a “un estado esquizofrénico” entre los especuladores temerosos de una recesión y una caída de la demanda. En su informe mensual, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) prevé que la demanda mundial alcanzará una media de 100,3 y 102,73 millones de barriles diarios (mbd) este año y el próximo, respectivamente.

“El crecimiento (interanual) de la demanda mundial de petróleo en 2022 se mantuvo sin cambios con respecto a la evaluación del mes anterior, en un nivel saludable de 3,1 mbd”, señalan los analistas del grupo. Ese volumen incluye “la tendencia recientemente observada de crecimiento adicional” del crudo quemado “debido al cambio de combustible en la generación de energía”, añade.

Se refiere así al mayor uso de crudo para generar electricidad, sobre todo en Europa, donde se sustituye así el gas natural que Rusia ha dejado de exportar. Para 2023, también se mantuvo la previsión de un crecimiento interanual de 2,7 mbd (un 2,7%). La visión presentada es de un optimismo cauteloso, “respaldado por unos resultados económicos aún sólidos en los principales países consumidores, así como por las posibles mejoras en las restricciones del covid-19 y la reducción de las incertidumbres geopolíticas”. Así las cosas, y a pesar de grandes incertidumbres y “evidentes riesgos a la baja”, el informe se basa en un crecimiento del PIB mundial similar al anterior a la pandemia.