En la antesala de la crucial votación del lunes para recabar el respaldo de la plantilla al preacuerdo del nuevo convenio firmado por la mayoría sindical, UGT, CCOO, Ekintza y PIM, su director Emilio Titos, se mostró tajante ayer al descartar que un hipotético rechazo al documento pudiera llevar de nuevo a la reapertura de la mesa negociadora. No se va a volver a reabrir la mesa y “así está dicho, firmado y escrito”, aseveró con rotundidad Emilio Titos en declaraciones a este diario, en la tarde de ayer.

Ante esa cita con las urnas de los más de 5.000 operarios, el máximo responsable de la factoría se muestra “confiado y plenamente convencido de nuestra plantilla”, transmitió al otro lado del teléfono, huyendo de cualquier atisbo de nerviosismo o preocupación. Aplica su vertiente más optimista ante el resultado que se hará público en la mañana del martes. “Si piensas en el ‘no’, se llena la mente de negatividad y vas a estar intranquilo, tenso y nervioso. En mi caso, es todo lo contrario, yo estoy confiado y convencido” de lograr que el documento sellado el martes con cuatro centrales sindicales salga adelante.

Esa conversión del preacuerdo en el convenio vigente hasta el año 2026 va a ser la llave que abra la puerta a la anunciada inversión de los 1.200 millones en la planta de la calle Las Arenas y además de una “transformación de esta fábrica como nunca se ha hecho y pasar de ser una factoría vieja a otra totalmente nueva y adaptada a las nuevas tecnologías, tanto desde el punto de vista productivo como desde el de los procesos. Queremos ser la referencia en la electrificación de nuestra plataforma a nivel mundial”, corroboró Titos.

Recordó lo mucho que se juega la industria gasteiztarra con el resultado del lunes para seguir siendo una de las enseñas de la multinacional germana en el mundo. “Un resultado favorable es lo que habilita esa inversión y si nosotros no la habilitamos, no trabajamos para nuestro propio futuro”, enfatizó.

Sobre las enconadas posiciones y la división sindical que se está viviendo alabó a “esa parte de nuestra plantilla que es consciente y va a votar de manera afirmativa”, al tiempo que apuntó también a “esa otra que no quiere votar porque nunca lo ha hecho y participado en el desarrollo y configuración de nuestra fábrica para que siga siendo una herramienta competitiva a la hora de ofrecer los mejores productos a los clientes”, deseó Titos.

El consenso con las cuatro centrales firmantes del acuerdo ha supuesto un esfuerzo económico “evidente”, enmarcó el director de la planta vitoriana. “Hemos tenido que hacer un esfuerzo más allá dentro de lo que la dirección de fábrica teníamos en nuestro presupuesto”, admitió Titos. Incluso en la maratoniana jornada del martes se pidió un receso para consultar con la dirección central en Stuttgart, que autorizó “ir más allá para que prevalecieran la convivencia y el acuerdo”, significó el máximo dirigente.

Dentro del largo proceso negociado, con hasta 38 encuentros, desde los rectores de la planta se llegó a renunciar al 17º turno, que se erigió en el principal rechazo que mostraron los sindicatos y el elemento que durante algunas jornadas fue el elemento de común unidad. “Nos descabalgamos de algo que entendíamos no era lesivo, pero si la mayoría de nuestra plantilla lo interpretaba de una forma distinta, nos hicimos eco de ello y admitimos y asumimos que la plantilla no lo quería”.

La compañía salió ayer al paso de las presiones y coacciones padecidas por algunos trabajadores durante las nueve jornadas de huelga y anunció las investigaciones oportunas para poder adoptar las medidas disciplinarias correspondientes a sus autores. Del mismo modo advirtió de que no va a tolerar ningún tipo de presión hacia los empleados estando dispuesta a hacer cuantas acciones legales correspondan. “Queremos integrar a aquellos que se dejen integrar y decir a los a los que no se dejen que les necesitamos y que, si ellos nos quieren, tienen las puertas abiertas”, expresó Titos tendiendo puentes hacia la unidad.