Uno de cada tres habitantes será mayor de 65 años en Europa en el año 2060, según indican desde la Comisión Europea. Es más, la mitad de las niñas europeas que nacieron en 2018 vivirán más de 100 años. Esta tendencia seguirá siendo similar —aumento de la esperanza de vida e inversión de la pirámide demográfica— en el resto de países desarrollados del planeta, lo que representa nuevos desafíos y grandes cambios en las formas de consumo, convirtiendo a los mayores en el motor de la llamada silver economy.

Este espectacular aumento de la esperanza de vida queda claramente reflejado también en las cifras de las últimas décadas. Las estadísticas del Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que en 2020 vivimos una media de 72,5 años —20 más que en 1960— y que la población total de mayores de 60 se habrá duplicado en 2050 respecto al año 2000.

La consecuencia de esta mayor longevidad queda reflejada en la inversión de la pirámide demográfica, a lo que se le une el descenso generalizado de la natalidad en todo el mundo. En otras palabras, cada vez hay más personas mayores y menos jóvenes, algo que se pudo constatar en 2018 con un hecho insólito: ese año, por primera vez en la historia de la humanidad, los mayores de 65 años superaron en número a los menores de cinco, como reveló la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Ante este panorama, la silver economy cobra una dimensión mayor. Pero, ¿qué significa realmente silver economy? Se trata de un concepto que incluye todas aquellas actividades económicas, productos y servicios destinados a satisfacer las necesidades de los mayores de 50 años. El término, derivado del llamado silver market surgido en Japón —el país con mayor porcentaje de personas mayores de 65 años— durante la década de los setenta para referirse al mercado sénior, aglutina a sectores tan diversos como la salud, la banca, la automoción, la energía, la vivienda, las telecomunicaciones, el ocio y el turismo, entre otros.

Entre todos los aspectos que alberga, hoy en día una de las claves de la silver economy sigue estando en la innovación tecnológica. Los avances relacionados con la domótica, Inteligencia Artificial (IA), Internet de las Cosas (IoT), eSalud y demás servicios propios de las smart cities, despiertan un gran interés entre este público maduro. 

Pero si bien lo relacionado con la innovación tecnología es uno de los desafíos a los que los mayores se enfrentan a diario, no es ni mucho menos el único. Son numerosos los retos a los que los mayores tienen que hacer frente para convertirse en un verdadero motor económico, aunque resulta evidente que se trata del colectivo protagonista de la economía del futuro. 

Las características de la silver economy incluyen además otros aspectos que también resultan de importancia. Uno de ellos tiene que ver con el aspecto glocal. No hay más que ver que la economía se está glocalizando y en las próximas décadas serán habituales las empresas que piensen de forma global y actúen de forma local.

Debe ser, a su vez, una economía inclusiva y corregir los desequilibrios de la globalización para afrontar una transición justa y distribuir la riqueza de forma más equitativa.

Por supuesto, además de digital debe ser una economía circular, de tal forma que consiga reducir el desperdicio de materias primas y de recursos como la comida, el agua, la tecnología y la energía impulsando la economía circular.

Y por supuesto, la apuesta es también hacia una economía verde, con la creación de empleos verdes y contribuyendo a la igualdad social,