- La organización agraria y ganadera vasca Enba ha cumplido esta semana 30 años y los mensajes lanzados no dejan lugar al optimismo “porque la situación no nos lo permite”, según admite su presidente, Iñaki Goenaga. No obstante, miran al horizonte con la defensa de sus intereses en el mercado como punta de lanza, dado que las ayudas de las instituciones públicas cada vez menguan más.

Con motivo del aniversario, Grupo Noticias ha reunido a los tres presidentes que ha tenido Enba para que analicen la situación del primer sector en Euskadi y cómo ha evolucionado. Iñaki Goenaga, Mikel Arteaga y Jon Arruti no son muy optimistas con el futuro de esta actividad, pero plantean ideas para intentar salvarlo.

Una de las cuestiones que planea constantemente es la falta de apoyo económico público y, en esta cuestión, Jon Arruti es el más tajante. “Para Europa el sector primario no es esencial”, asevera, para añadir que la atención que se les presta responde a que estos profesionales son un activo para impulsar las políticas “verdes” del espacio comunitario.

Del mismo parecer es Mikel Arteaga, quien advierte de que “cada vez hay más distancia entre la realidad y lo que quieren” los políticos europeos, porque les exigen medidas de difícil cumplimiento. “Nos piden que todo cada vez sea más verde, y más verde que esto no sé”, dice señalando al paisaje.

Iñaki Goenaga reconoce que tanto el Gobierno vasco como la Diputación de Gipuzkoa muestran una sensibilidad con el sector, pero el problema se encuentra en que toda la actividad económica ha sufrido mucho por la pandemia y “surgen tensiones” en el momento de distribuir las ayudas en los presupuestos.

A ello se unen las dificultades que plantea la negociación de la Política Agraria Común PAC de la UE. Explican que el Gobierno español por vez primera quiere emplear un criterio único para todas las comunidades, y Euskadi junto con el resto de la cornisa cantábrica tiene unas especificidades de las que carecen el resto. El reto, indica Arteaga, es introducir en el segundo paquete esta diferenciación para lograr que lleguen unas ayudas europeas que todos coinciden en que serán más reducidas.

Ante esta realidad, su apuesta es el mercado. “Las cadenas de distribución van a tener que ponerse las pilas porque si no, no van a tener carne”, advierte Arteaga. Por este motivo ven fundamental negociar con las cadenas de distribución para que incrementen los precios a los que adquieren sus productos. Los tres coinciden en afirmar que, como cualquier autónomo, si los costes de producción se incrementan, deben repercutirlo en los precios de venta. “La distribución lo sabe, pero mira a ver qué hace el otro”, lamenta Goenaga.