Ha llegado para quedarse, sí, pero en menor proporción de la que podía imaginarse hace un año. Y añadiendo nuevos matices a la flexibilidad y a la conciliación que seguramente permanezcan durante los próximos años. El teletrabajo, la fórmula que permitió mantener una parte relevante de la actividad económica hace ahora un año, ha ido reconfigurándose en los últimos trimestres y en la actualidad, según distintas estimaciones, es empleado por una 310.000 personas en Euskadi. En el último año, el teletrabajo ha crecido casi un 21% en Euskadi alcanzando al 11,6% de los ocupados. A pesar de este incremento, el País Vasco es la cuarta autonomía donde menos se ha expandido. En la actualidad, uno de cada diez ocupados vascos, cerca de 88.000, teletrabajan al menos de manera ocasional. Son 15.000 más que hace un año. Evidentemente, este histórico récord es consecuencia directa de la crisis sanitaria y supone un aumento del 11,6% en el número de personas que trabajan desde casa.Un acelerón destacado en una tendencia que ya mostraba una suave tendencia al alza, que alcanzó su pico entre abril y mayo de 2020 (unas 40.000 personas trabajando desde casa) y que se reparte de manera muy desigual entre sectores, actividades, empresas e incluso departamentos o áreas de negocio. Euskadi es la décima comunidad con mayor implantación de esta fórmula, a la que en Madrid se acoge casi uno de cada cuatro empleados y que en Catalunya llega al 17% de la población trabajadora. En total, el 14,5% de los ocupados españoles se encuentran ahora mismo en situación, total o parcial, de teletrabajo.

La presencia de una fórmula que depende de muchos factores, desde el tejido productivo de cada territorio a la cultura empresarial de cada compañía, resulta además muy inferior en España respecto a buena parte de los países europeos. Más del 40% de los suecos y los holandeses trabajan desde su casa, una proporción que supera el 31% en el Reino Unido, que llega al 28% en Francia y que en Alemania, el país más industrializado, se queda en el 16%. Hay labores que requieren de la presencia efectiva de los trabajadores y son aquellos países con mayor concentraciones de sedes centrales y servicios de alto valor añadido los que en mayor medida han podido aplicar esta fórmula.

En Nafarroa solo hace falta echar un vistazo a la Ciudad de la Innovación, en Sarriguren, donde se ubican los equipos de innovación e ingeniería de empresas como Siemens Gamesa, Acciona, Ingeteam o la pública Tracasa para comprobarlo. Cualquier mañana sobra sitio en los aparcamientos y las oficinas apenas acogen a una minoría de trabajadores.

En Siemens Gamesa, por ejemplo, más del 90% de los 1.600 empleados de oficinas sigue de teletrabajo, una situación llamativa dentro del tejido económico de la Comunidad Foral y la CAV. “Apenas unos 30 trabajadores van a las oficinas, los de telemando y algunos más que lo han preferido, porque el teletrabajo es voluntario”, explican desde el comité de empresa. Dentro de la plantilla empieza a darse por hecho que la situación lleva camino de convertirse en el nuevo standar. El comité ha pactado que en concepto de suministros por realizar teletrabajo, cada trabajador recibirá 55 euros al mes, así como una ayuda de 10,5 euros para comida.

En una situación de fuerte teletrabajo se encuentra también Tracasa, que suma unos 500 trabajadores entre sus dos sociedades.

“Rápidamente habilitamos el trabajo a distancia, gracias al plan de contingencia existente en la empresa y verificado la semana anterior al confinamiento, al buen desempeño de nuestra área de sistemas y al compromiso de nuestra plantilla. En estos 12 meses hemos conseguido trabajar con normalidad y buena productividad. Actualmente, nuestros equipos siguen trabajando a distancia, pero estamos preparados para, cuando la situación sanitaria lo permita, poder incorporarnos también al trabajo presencial”, explica Daniel Goñi, responsable de Personas y Valores.

Estas dos situaciones no son excepcionales, pero tampoco frecuentes entre compañías de este tamaño. En Acciona Energía, situada a solo unos metros, el teletrabajo se combina con una presencialidad algo más relevante. “Las actividades esenciales y de control son presenciales -explican desde la compañía-, mientras que el teletrabajo se ha habilitado para aquellos que por diferentes causas lo necesitan, pero estamos abiertos a mejoras y siempre cumpliendo con las normativas de seguridad”.

herramienta de productividad

El planteamiento de Acciona recoge una tendencia cada vez más general entre las empresas. El teletrabajo, ademas de una respuesta a la excepcionalidad sanitaria, se ha convertido también en una herramienta de flexibilidad que puede ayudar a mejorar las condiciones de trabajo, la conciliación o incluso el rendimiento en algunos casos.

Las empresas tecnológicas son algunas de las que primero lo han entendido. Lo explicaba esta misma semana Eusebi Llensa, CEO de la tecnológica Outvise, en una jornada sobre teletrabajo organizada por IESE de la Universidad de Navarra. “Si no ofrecemos a los candidatos flexibilidad perderemos mucho talento. Además, con el teletrabajo se me amplía el abanico de posibilidades como empleador. Si necesito a alguien que hable alemán, puedo contratar a alguien que esté en Alemania directamente”.

“El teletrabajo no es un derecho, sino que responde a la naturaleza del trabajo”, explicaba Pilar Rojas, senior leader de Repsol, la casa matriz de Petronor, durante la misma jornada, en la que señalaba que “medir los objetivos es fácil en trabajos transaccionales, pero en trabajos creativos, medir la productividad es más difícil” destacó Llensa, quien aclaró que la productividad debe incluir la creatividad, la propuesta de valor y la aportación de cada empleado.

La relación del teletrabajo y la innovación es precisamente uno de los aspectos que genera cierta preocupación entre las empresas. Lo reconocía ya hace unos meses José Antonio Canales, CEO de Viscofan, que advertía en verano de la importancia de los espacios comunes para contrastar ideas. “La innovación -decía- a veces surge en la máquina de café, en una conversación, o en una cerveza después del trabajo”. Seis meses después de aquello, en Viscofan hay teletrabajo, pero la mayor parte de la plantilla de las oficinas centrales de Tajonar acude a sus puestos. Lo explican desde la propia compañía. “En la situación actual de pandemia en Viscofan estamos facilitando la posibilidad de teletrabajo voluntario en aquellos departamentos que su actividad permita el trabajo en remoto, asegurando una presencia del 50% de los equipos. La decisión es voluntaria y por tanto los trabajadores que se acogen al mismo varía. Actualmente más del 80% del personal con posibilidad de teletrabajo está acudiendo a los centros”.

Cinfa es otra de las grandes empresas navarras navarra que mantiene un año después de la pandemia la apuesta por el teletrabajo, garantizando, eso sí, un 50% de presencialidad, en grupos de 15 días, con el objetivo de garatizar la seguridad sanitaria y, al mismo tiempo, conservar el arraigo y el sentimiento de pertenencia.

A esto mismo se refiere Javier Morrás, director de personal del Ayuntamiento de Iruñea, profesor de Relaciones Laborales en la Universidad de Nafarroa y con experiencia en la gestión de personas en el sector industrial. “Al final, un equipo es más que la suma de sus partes y la fuerza está en el colectivo”, explica.

La Encuesta de Población Activa recogía durante el cuarto trimestre del año pasado 24.700 personas teletrabajaban en Nafarroa (16.700 asalariadas y 8.000 autónomas). De ellas, 13.400 eran hombres y 11.400 mujeres, un porcentaje que se ha invertido respecto al inicio del confinamiento, cuando miles de mujeres renunciaron incluso a trabajar para asumir las tareas de los cuidados.

“El teletrabajo es una ocasión de contratar a las personas, no por cómo son, sino por cómo rinden. Es una oportunidad para contratar a más mujeres”, explica Mireia Las Heras, profesora de IESE Business School, quien señala que los espacios de trabajo deberán adaptarse a las nuevas necesidades: “Los días que vamos a la oficina son para generar relaciones, embebernos en la cultura y co-crear”, expuso la académica que ha desarrollado un estudio sobre el teletrabajo durante los meses de pandemia en el Centro Internacional de Trabajo y Familia del IESE.

Los sindicatos alertan, sin embargo, de que el teletrabajo no puede ser una herramienta de conciliación pura y dura, algo que ya está llevando a empresas e instituciones a fijar unos horarios de trabajo, sea presencial o a distancia, obligatorio. Es el caso, por ejemplo, de Nasuvinsa, donde es posible combinar en una misma jornada teletrabajo y trabajo presencial. Pero de nueve de la mañana a 13.30 o 14.00 horas el trabajo es obligatorio.

En la Administración Foral “los días son o de teletrabajo o de trabajo presencial”, explica Amaia Goñi, directora general de Función pública, quien ya ha observado “algún caso en el que la persona teletrabaja en el horario que le dejaban los hijos”, una situación que es “dar pasos atrás en conciliación”. La casuística es tan amplia, explica Pilar Rojas, de Repsol, que “la empresa debe tener una propuesta de valor para cada tipo de empleado; y la solución se basa en la autogestión”. “Si no vamos a llegar al presencialismo digital”, destacó Rojas, que además aportó como ingredientes clave para este nuevo modelo de gestión: la autonomía, la confianza y la responsabilidad. “Habrá que pensar en formas diferentes de medir el rendimiento de los empleados”, añade Las Heras, que apuesta por “una transición ordenada”.

“La innovación, a veces, surge en la máquina de café o en una conversación después del trabajo”

CEO de viscofan

“El teletrabajo no es un derecho de las plantillas, sino que responde a la naturaleza del propio trabajo”

Petronor

“El teletrabajo permite contratar a más mujeres, porque se contrata por cómo rinden

las personas”

iIESE Busiiness School