bilbao - Estudiar para ganarse la vida. Una máxima tan escuchada en casa, en el instituto, en la universidad... La crisis puso en jaque esa lógica al bloquear el acceso al mercado de trabajo a los jóvenes, también a los más preparados. La falta de oportunidades laborales obligó a hacer las maletas rumbo al extranjero a miles de jóvenes vascos, de los que solo unos pocos han logrado regresar en los últimos años. Pero, ¿sirve o no tener un currículum extenso para empezar a trabajar? Los datos dicen que sí.

De hecho, todo el empleo ganado en Euskadi en los últimos cinco años, coincidiendo con la fase de despegue económico, se apoya en trabajadores con estudios superiores (Formación Profesional de grado superior o titulación universitaria). Eso no significa que no se contrate a personal sin ese nivel formativo, lo que ocurre es que, en el otro lado de la cadena, la puerta de salida de las empresas se abre con más frecuencia en estos casos.

El relevo generacional es clave en este sentido, ya que es lógico pensar que los jóvenes que optan a incorporarse a las empresas en la actualidad, tanto los que son contratados como los que no, lo hacen con un nivel formativo medio bastante más alto que el que existía hace 40 años, cuando empezaban a trabajar las personas que hoy en día se jubilan.

el nivel básico, a la baja Comenzando por abajo, el número de trabajadores vascos que solo tienen estudios primarios es ahora incluso inferior al registrado a finales de 2015. Su peso en el total del mercado laboral baja del 24,4% al 22,6%, según datos de Eustat.

En cuanto a la formación intermedia (entrarían aquí quienes tienen como mínimo el título de secundaria, la actual ESO), el volumen se mantiene prácticamente congelado en torno a 330.000 trabajadores pese al crecimiento global del empleo en los últimos cinco años. En suma, estos dos grandes grupos sin estudios superiores suponen, con más de medio millón de trabajadores, el 58% del total de personal ocupado en la CAV, tres puntos menos que en 2015.

A la luz de estos datos parece evidente que tener una cualificación elevada ayuda a la hora de encontrar empleo. Al menos, tener ese mínimo cubierto que supone una carrera universitaria o una FP superior, más allá de que hoy en día sea relativamente habitual el estudio de máster, postgrados y otros cursos por encima del nivel universitario. Entonces, ¿existe realmente el fenómeno de la sobrecualificación? Durante la crisis se llegaron a hacer públicos casos de desempleados con titulación universitaria que, para acceder a puestos no cualificados, modificaban su currículum a la baja para no dejar dudas sobre sus aspiraciones salariales. La ETT Adecco llegó a cifrar en 2012 en un 10% el porcentaje de parados españoles que recurrían a esta táctica.

Hoy en día se habla menos de este fenómeno. Con una situación económica distinta, hay más opciones de empleo en sectores cualificados como las ingenierías, la energía, la sanidad o la propia administración, en cuyas pruebas de acceso los títulos superiores suelen sumar un importante valor. Aun así, hay informes que señalan que más de la mitad de los trabajadores españoles sienten que tienen una titulación y unas capacidades superiores a las del puesto que desempeñan, sobre todo jóvenes y mujeres. Lo paradójico es que buena parte de ellos demandan reciclarse para lograr una formación más especializada, es decir más en el plano horizontal y no tanto en el vertical, que les permita mejorar su situación laboral.

Cerca de 400.000 trabajadores vascos cuentan con estudios superiores, según Eustat, 50.000 más que hace cinco años. El incremento de este grupo es prácticamente calcado al avance global de la ocupación estimado por el Instituto Vasco de Estadística en ese periodo. Según Eustat a cierre del pasado año había en la CAV un total de 945.500 personas trabajando, una cifra algo más baja que los 980.000 trabajadores dados de alta en la Seguridad Social.

población sin trabajo Si entre los vascos con trabajo son mayoría quienes tienen estudios superiores, en la otra parte de la sociedad la situación es la contraria. En el grupo en el que se encuentran quienes tienen actividades consideradas no laborales, tales como las tareas del hogar o la propia formación, hay una mayoría con un nivel de estudios primario, casi la mitad de un total de 700.000 personas, mientras que solo 100.000 cuentan con estudios superiores.

Esta estadística limita mucho el concepto de parado a un determinado perfil dentro del conjunto de desempleados vascos. En todo caso, también en este colectivo hay un reparto por nivel formativo diferente al de la población trabajadora, aunque en este caso hay mayoría de personas con estudios secundarios terminados. Las personas con formación universitaria son minoría.

Precisamente abordar la delicada situación de los parados con menor nivel de estudios es uno de los objetivos de Lanbide a corto plazo, según explicó hace unos días su director, Borja Belandia. Se trata de mejorar la empleabilidad sobre todo de dos colectivos concretos: las mujeres y los parados de larga duración.