BILBAO - Diciembre es el mes por excelencia de las previsiones económicas, una ciencia que nunca ha sido exacta y que, de un tiempo a esta parte, está condenada a convivir con elementos tan disonantes como el Brexit o la política proteccionista del imprevisible Donald Trump y su guerra comercial. En ese contexto, Laboral Kutxa afinó ayer sus estimaciones de crecimiento para la economía vasca de cara a este año y el próximo introduciendo en la ecuación el enfriamiento de la actividad y corrigiendo a la baja por tanto los números que manejaba hasta ahora.

El PIB de Euskadi crecerá un 2,2% este año -menos del 2,4% pronosticado en un principio- y un 1,8% el próximo, en su caso el recorte es de tres décimas respecto a la última estimación de julio. Son los números que afloran del análisis objetivo de los datos de actividad disponibles en este momento, sin introducir en el cálculo las expectativas que generan los frentes abiertos. Son por tanto ritmos prudentes que, en el caso de que se resuelvan para bien las incertidumbres, podrían ser mejores y acercarse a la tasa natural de crecimiento de la economía vasca, el 2%.

Se produciría así un efecto rebote, más visible en la economía de Estados Unidos, pero que también es trasladaría a Europa y a Euskadi. En esos términos se pronunciaron ayer el jefe de Estudios de Laboral Kutxa, Joseba Madariaga, y su director del Área de Negocio Ibon Urgoiti.

Si fuera posible separar con el pulso de un cirujano, la economía de la política los ritmos de crecimiento del próximo año serían más altos. Pero las tensiones que generan la desconexión de Reino Unido de Europa y el cruce de aranceles entre Pekin y Washington tienen un efecto desincentivador de las inversiones de las empresas y por consiguiente frena la creación de empleo y su impacto positivo en el consumo. Con todo la evolución del sector servicios vasco, con especial protagonismo del comercio, sigue siendo positiva, y las actividades terciarias se han convertido en el "sostén" de la economía vasca ante la pérdida de fuelle de la industria, afirmó Joseba Madariaga. En ese contexto, si se resuelven esas incógnitas exteriores de la forma más favorable posible -con un Brexit ordenado y un acuerdo entre China y EE.UU., como apuntan los últimos movimientos en esos frentes-, la industria, el sector más expuesto al exterior recibirá un impulso que se sumará al buen momento de los servicios y la construcción para dar un empuje extra al PIB.

Según los cálculos de Laboral Kutxa, el empleo va a crecer un 2,8% este año y el próximo, lo que permitirá la creación de unos 27.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo. Esa cifra, que supone restar mil empleos a la anterior previsión, se vería aumentada en caso de que la economía repuntara más de un 1,8%. Madariaga aseguró que los datos apuntan a que el descenso en los índices ha tocado fondo, así que cabe albergar expectativas más optimistas si las incertidumbres de despejan.

El director del Área de Negocio de la cooperativa de crédito, señaló que, en cualquier caso, el crecimiento previsto en 2020 sigue siendo "positivo". No obstante, dijo que el "corto plazo no debe despistar", ya que hay importantes "retos" de futuro para "los que hay que prepararse desde hoy".

"Cuestiones como la mejoría de la productividad de nuestra economía están más vigentes que nunca y, para ello, cobran especial relevancia las políticas de mejora de la formación de las personas y las políticas de innovación, todo ello, además, en un mundo que empieza a concienciarse de que la sostenibilidad medioambiental es, más que un reto, una necesidad", añadió.