bilbao - Todavía no llueve, pero las nubes son cada vez más negras. La OCDE -la agrupación de las principales potencias- rebajó ayer su previsión de crecimiento para la economía mundial, tanto de cara a este año como en 2020. Sitúa el avance del PIB total en el 2,9 y el 3%, en cada caso, el nivel más bajo desde la pasada crisis, y apunta a la incertidumbre tanto política como económica como principal causa de la debilidad global. Si ya preocupaban el Brexit y la guerra comercial entre EE.UU. y China, el frenazo de la economía alemana, el corazón de Europa, termina de teñir de gris el cuadro de perspectivas.

El informe de la OCDE conocido ayer confirma lo que muchos expertos ya vienen advirtiendo: la fase de crecimiento económico está llegando a su fin. En el documento se incluyen serias advertencias, como que los niveles de avance del PIB mundial de estos dos años serán los más bajos desde la pasada crisis financiera, hace prácticamente una década. “El lento crecimiento se está consolidando de forma preocupante”, señala el club de los países ricos, y dice más: “El miedo es que estemos entrando en una etapa en la que el crecimiento se queda atrapado en un nivel muy bajo”.

Es decir, el problema puede ir más allá de una desaceleración puntual y ser la apertura de una nueva fase de estancamiento. No se habla todavía de recesión, pero sí se enumeran los riesgos que tendría entrar en un periodo largo sin crecimiento económico en las principales potencias para el comercio, las empresas o el empleo.

En ese sentido, y a pesar de las cifras en torno al 3% recogidas en el informe, hay países que tienen un peso específico cuya situación es especialmente crítica, de ahí la preocupación general. Es el caso de Alemania, cuya actividad económica ya bajó una décima entre abril y junio y, según las previsiones, sumará un segundo trimestre consecutivo en negativo, lo que técnicamente situaría ya al país en recesión. Especialmente grave es el estancamiento del sector industrial germano, uno de los grandes motores de Europa y que incide directamente en economías de corte exportador como la vasca.

En terreno plano se mueve también Italia, mientras Francia y Reino Unido, directamente impactado por el Brexit, aguantan la cota del 1%. Fuera de Europa, EE.UU. resistirá estos dos años por encima del 2% y Japón mejora algo sus números aunque sigue con un pobre 1%.

La OCDE señala además que los números lanzados ayer están sujetos a una gran incertidumbre. En primer lugar recuerda el impacto que puede tener una salida del Reino Unido de la Unión Europea sin acuerdo, lo que terminaría de conducir a la economía británica a la recesión y causaría “importantes perturbaciones” en los distintos sectores de Europa. Pero además pesa la guerra comercial entre EE.UU. y China y, en concreto, la ralentización del PIB del gigante asiático. En este punto la OCDE remarca las importantes penalizaciones que van a suponer los aranceles para las empresas industriales, mientras que el sector servicios mantiene un horizonte más despejado gracias a las reformas laborales que han abaratado la contratación y a los incentivos fiscales.

También se menciona el aumento de las tensiones geopolíticas, así como las subidas del precio del crudo después del reciente ataque a las refinerías de Arabia Saudí, que podría tener efectos sobre el consumo y el coste de las empresas a corto plazo. En definitiva, la economía mundial sigue avanzando, pero lo hace a un ritmo cada vez menor. Este otoño será decisivo de cara a averiguar si va a pararse por completo.