Donostia - Jose María Erauskin, una persona de 62 años que cursó Derecho “por enriquecimiento personal” cuando rebasaba ya la cincuentena, ha llevado a Luxemburgo a la banca española, con un primer pronunciamiento judicial que sopla a su favor. El letrado de la UE ha reconocido el carácter potencialmente abusivo del uso del Índice de Referencia de Préstamos Hipotecarios (IRPH). A falta de la sentencia definitiva, Erauskin vive con los pies en el suelo. “Mi idea es olvidarme del Derecho y volver a la farmacia. Si sale bien, seguiré los tres años que me quedan para atender compromisos con personas que he ido conociendo por el camino”, dice humildemente.

¿No se siente abrumado por la repercusión que ha tomado el caso?

-Bueno, todo es fruto de un trabajo compartido con mi compañera Maite Ortiz, Ander y yo. Los tres hemos ido de la mano. Me imaginaba que iba a tener una repercusión tremenda porque hay muchos miles de millones de euros de por medio.

¿Pero usted es farmacéutico?

-Sí, trabajo de ello desde los años 80. Todo comenzó en 2006, a raíz de unas obras en la calle San Pedro. Levantaron toda la carretera, el negocio estaba un poco más parado y aproveché aquel compás de espera para matricularme en Derecho. Ahora tengo 62 años y acabé la carrera con 53. Estudié con ánimo de enriquecimiento personal y dio la casualidad de que una vez que finalicé surgió la plataforma Stop Desahucios del Bidasoa. Afloraba entonces el problema de tantas familias y me preguntaron si les podía echar una mano.

¿Se mostró dispuesto desde un primer momento?

-Lo único que les decía es que acababa de terminar la carrera, que nunca había ejercido y que además no era precisamente mi fuerte. Ni siquiera me gustaba esa especialidad. Mi idea inicial era orientarla hacia el Derecho Animal. Me decían que mejor era contar con mis servicios que con ninguno, y así empezó todo.

¿Cuál fue el siguiente paso?

-Me puse en contacto con Maite Ortiz, la abogada entonces de Stop Desahucios. Le dije que no tenía ni idea, pero que estaba dispuesto a aprender si ella me enseñaba. Me pasó la documentación y comencé a estudiar.

¿Y qué descubrió?

-Entre los desahucios había situaciones inevitables, como la de familias que no tenían ingresos. Pero otras contaban con unos ingresos modestos y se les estaba cobrando unas cuotas muy altas. Si ese mismo préstamo, en vez de usar el IRPH, llega a referirse al euríbor más el diferencial de aquel momento, la cuota podía bajar entre 200 o 300 euros, una notable diferencia de la que no se informó con transparencia al consumidor.

¿Y a partir de ahí?

-Mi primera vista oral fue precisamente por una demanda por el IRPH, y conseguí la primera sentencia de nulidad en el Estado. Era febrero de 2014. A partir de ahí empezamos a abordar no solo los desahucios sino las razones que podían llevar a ellos. Había que intentar que las familias no cayeran, había que actuar de manera preventiva. Estudiamos todo lo referido a las cláusulas abusivas que estaban provocando tanto desahucio. Tras ganar la primera sentencia, presentamos 40 demandas. Ganamos las 40. La Audiencia Provincial las revocó pero seguimos presentando demandas: Guadalajara, Vitoria? Fue aquí donde la Audiencia de Araba nos dio la razón. Conseguimos entonces la primera sentencia favorable de una Audiencia. Kutxabank recurrió al Supremo, que les dio la razón en una sentencia del 14 de diciembre de 2017.

¿Y no bajó los brazos?

-¡Es que había dos votos discrepantes! Dos magistrados decían que la sentencia del Supremo era contraria a la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la UE. Ante esos dos votos particulares en contra, y con ese reproche tan serio, lo lógico es que se preguntara directamente a la UE, que es la que podía arrojar luz ante un daño irreparable.

¿Tocaron muchas puertas?

-Se lo pedimos a la Audiencia de Gipuzkoa, a la de Bizkaia, a la de Araba, a la de Barcelona? Nadie nos atendió. Todos decían que no hacía falta preguntar, que estaba muy claro. Hasta que llegó un día en el que se planteó la misma cuestión tras una demanda que llevaba un juzgado de Barcelona, a petición del despacho de Abogados Urbe. Fue ahí cuando entramos como demandantes en el pleito del Tribunal de Justicia de Luxemburgo, junto a Bankia, el Reino de España y la CE. En esa vista todos tuvimos ocasión de dar nuestra versión, aportando la documentación. Y en esa vista estaba el abogado general de la UE.

Su testimonio puede despertar muchas vocaciones tardías...

-No sé. Lo que veo en esta sociedad es que hace falta más serenidad, más calma y, desde luego, hay que arriesgar. No puedes lamentarte y decir que no hay nada que hacer. ¿Cómo que no hay nada que hacer? ¿Si creo que tengo razón, por qué dices que no hay nada que hacer? Si no me escuchan aquí, llamaré a otras puertas hasta que alguien lo haga.

Usted lo ha logrado?

-Sí, hay que quitarse de la cabeza eso de que la banca siempre gana. De hecho, han tenido que tragar con las cláusulas suelo, con las swaps que vendían como un seguro contra las subidas de los tipos de interés? De las cláusulas suelo han devuelto todo, hasta el último euro, algo que era impensable hace unos años. Si conseguimos ganar con el IRPH, se dejará de aplicar y se devolverá el dinero. No es verdad que la banca siempre gane. Le estamos rodeando y ahogando para que se comporte como cualquier otro negocio, como una charcutería, una carnicería o una farmacia. La banca tiene que comportarse con honestidad, como los demás. No vale todo. Cuando las cosas van bien, se gana dinero. Pero cuando van mal se pierde. Así es el juego. Lo que no se puede pretender es ganar dinero cuando las cosas van bien y mal. La banca tiene que sufrir los vaivenes de la sociedad, y si vienen vacas flacas, que gane menos, como los demás.

¿La banca puede solventar esto?

-Está a tiempo de negociar con los afectados y evitar la judicialización, que es muy costosa. Puede hacer propuestas para devolver parte del dinero, porque los pleitos pueden durar 8 o 9 años. Hay tiempo para evitar colapsar los juzgados y meternos en costas judiciales millonarias.