barakaldo- Procedente del mundo sindical -se afilió a la UGT en la adolescencia y ha tenido distintas responsabilidades en el comité de Michelin Vitoria-, Alberto Alonso (Oñati, 1976) ocupa uno de los cargos de referencia dentro del Departamento de Trabajo del Gobierno vasco que dirige la socialista María Jesús San José.

En junio ha habido varios accidentes laborales mortales, alguno directamente relacionado con las altas temperaturas. ¿Se nota que los accidentes aumentan en verano?

-Cada momento del año tiene sus tipologías de accidentes, pero el conjunto se mantiene bastante estable. En la industria suele haber una bajada en verano pero hay una subida importante en el sector agrario porque empiezan las cosechas. Depende de los picos de actividad.

El número de accidentes vuelve a aumentar a medida que crece la economía. ¿Está en entredicho el descenso de los últimos años?

-No. El repunte existe, pero no es porque vayamos hacia atrás. El índice de incidencia, que mide el número de accidentes por cada mil trabajadores, ha bajado a la mitad desde el año 2000. Estábamos en más de cien accidentes mortales al año y ahora andamos en torno a 30. Ahora bien, la prevención es una cuestión cultural que avanza despacio, pero la economía lo hace muy rápido. Con la recuperación el número de horas trabajadas crece a una velocidad y la concienciación no crece a esa misma velocidad.

Las condiciones de los nuevos empleos, ¿inciden en este incremento de los accidentes?

-Sin duda. Una parte muy importante de los accidentes, en torno al 30%, se dan en el primer año en el puesto de trabajo. Y el primer mes es crítico. Si el 60% de los contratos que se firman en Euskadi tienen una duración inferior al mes hay un porcentaje muy amplio de la población que está constantemente cambiando de entorno laboral. Para cuando empiezas a conocer el puesto y a tener un poco de seguridad tienes que cambiar.

¿Y la subcontratación?

-El 40% de los accidentes en industria son en contratas. La estadística es clara. Ciertas empresas se relajan porque el riesgo se lo han subcontratado a otra empresa. Pero de forma subsidiaria la responsabilidad la tiene la empresa contratante.

En ese avance de la cultura de la prevención que menciona, ¿dónde hay que hacer hincapié?

-Incumbe a todo el mundo. Euskadi se tomó la seguridad laboral muy en serio cuando nació Osalan hace 24 años. Somos un instituto de referencia a nivel europeo. Las competencias las marca la ley y la responsabilidad de velar por la seguridad es del empresario, pero la incumbencia es de toda la ciudadanía, también de la administración. Cuando me paran por la calle y me dicen que han visto en el andamio a un trabajador sin casco, siempre les contesto: ¿y qué hiciste tú? A ti como sociedad eso te incumbe.

Entonces, hay que denunciarlo.

-Sí. Y hay un papel muy importante del delegado de prevención. Muchas veces cuando hay un mortal el delegado de prevención nos dice que se veía venir. ¿Y por qué no hiciste nada? ¿Qué te costaba haber puesto una denuncia a Inspección o a Osalan?

¿Ha quedado un cierto temor a denunciar en la mentalidad del trabajador después de la crisis?

-Eso se da, sí. Un número muy alto de las denuncias nos llegan vía sindicatos, pero hay muchas pequeñas empresas que no tienen delegado. Hay que darles confianza desde las instituciones y destacaría el buzón anónimo de denuncias que ha puesto el departamento de Trabajo y Justicia.

¿Es habitual que la responsabilidad del accidente sea del trabajador?

-En absoluto. En estos siete meses en Osalan me he dado cuenta de que no siempre la culpa es de uno o es de otro. Los accidentes suelen ser un cúmulo de despistes o de errores, no son unicausales. No hay un accidente grave solo porque el trabajador no se puso el casco.

¿Ha visto algún accidente que le haya impactado especialmente?

-Recuerdo un mortal, del que no quiero dar datos, que realmente me afectó. Era totalmente evitable. Solo con haber dejado un papel en el que se advertía de que la pieza tenía un peso elevado... Y luego la calza en vez de ponerse horizontal se puso vertical, todo pequeñas cosas.

¿Cuántas investigaciones hace Osalan al año?

-Se investigan todos los accidentes mortales, muy graves, graves y múltiples. En 2016 hubo más de 250 investigaciones. Además, tenemos un departamento de estadística y epidemiología para detectar las prioridades y enfocar las campañas.

El presupuesto de Osalan ha crecido ligeramente. ¿Es suficiente?

-Osalan está bien dotado. Este año tenemos 14 millones de euros, creo que no nos podemos quejar. Hay comunidades autónomas que lo que gasta Osalan en un año lo gastan en cuatro o cinco años.

¿Invierten menos los empresarios en prevención después de la crisis?

-Se han polarizado las dos visiones de la prevención. Por un lado, hay quien considera que esto es un engorro legal que se soluciona teniendo los papeles en regla. Otras empresas se han dado cuenta de que esto tiene un retorno. Que la prevención no es solo una cuestión legal sino que mejora la productividad y la responsabilidad social. Hay empresas como Gamesa o Sidenor, o también pequeñas como Proton, que lo están haciendo muy bien. Osalan está aprendiendo de ellas.

¿Es cara la prevención?

-No. Es inversión, igual que una máquina. Un empresario nos dijo que solo contratando una persona en prevención en un año bajó a la mitad el número de accidentes. Se dio cuenta de que los accidentes eran el mayor obstáculo para la productividad.

La negociación colectiva vasca sigue bloqueada.

-Renovar los convenios es vital, en especial los sectoriales. La mera exigencia legal es el primer nivel que deben cumplir todos los empresarios, pero el convenio permite que ambas partes acuerden mejoras adaptadas a cada sector y empresa.

¿Por qué los números de Osalan nunca coinciden con los sindicales?

-Hay que seguir un criterio para contabilizar los accidentes laborales. El primero es que el afectado tiene que estar dado de alta en contingencias profesionales en la Seguridad Social. Muchos autónomos no lo están. Un camionero gallego que muere en Andoain tampoco se computa, aunque sí investigamos ese accidente.