Bilbao - El máximo responsable de la sociedad anónima laboral Gráficas Zamudio Printek, Juantxu Llona, es todo un personaje en el mundo de las artes gráficas vascas. Este vizcaino, ya entrado en las puertas de la jubilación, es un antiguo sindicalista de LAB que acabó de empresario al frente de la compañía de toda su vida “por obligación, junto a otros compañeros, para asegurar la supervivencia de la empresa y nuestros puestos de trabajo en una crisis anterior”. Reconoce que cuando los trabajadores, entre ellos él mismo, se encontraron al frente de una compañía abocada al cierre, de gestión empresarial no sabíamos nada, “somos autodidactas de la gestión”, y tampoco oculta que crear en su momento una sociedad anónima laboral (SAL) en la que los trabajadores son los dueños de la empresa “no fue una opción ideológica pero era la única salida que nos quedaba si queríamos intentar la supervivencia de la empresa y de nuestros propios puestos de trabajo”.

Aunque ustedes no crearon la empresa con el espíritu de una compañía del sector de la economía social, con los años han asumido su filosofía hasta el punto de que han sido galardonados con el premio Txemi Cantera, de Asle. ¿Qué supone ello para Printek?

-Es una satisfacción y nos hace ilusión. Es una recompensa ya que quiero pensar que supone reconocer que algo hemos hecho bien en todos estos años en una empresa como esta en la que trabajan y han trabajado muy buenos profesionales. La compañía es como un legado que queremos dejar en las mejores condiciones para los que sigan.

Ustedes están en un sector, artes gráficas, que no pasa por su mejor momento.

-Efectivamente, con la digitalización la impresión en papel ha decaído. El mundo ha cambiado estos años, mucho y muy rápido. El de las artes gráficas es un sector maduro, muy maduro, con grandes problemas en la actualidad pero que tuvo una década magnífica entre 1996 y 2006. Fueron unos años de crecimiento y de incremento de las exportaciones. Nosotros llegamos a vender en los mercados exteriores el 60%. Hoy este porcentaje ha caído al 35%.

Me dicen que el Brexit sí les ha afectado directamente.

-Sí. Con el cambio de paridad entre la libra y el euro, de un día para otro nuestros productos se han encarecido un 18% en el mercado británico y ello nos ha dificultado el poder competir porque tras la crisis de 2008, el precio se ha convertido, más que nunca, en un factor decisivo de compra. Hay empresas en países europeos como Letonia etc que pueden hacer el trabajo con salarios de 350 euros, impensables en Euskadi, y con las que difícilmente se puede competir.

¿La recuperación económica llega al sector de artes gráficas?.

-No. De hecho, 2016 está siendo peor que 2015 porque se ha producido un gran cambio de hábitos en el mercado. Las tiradas en papel cada vez son más reducidas. El problema es que no tenemos claro cuál va a ser el futuro y dónde invertir. Los libros en papel no van a desaparecer pero las impresiones son más pequeñas y, además, la presión a la baja sobre los precios se mantiene. Y nuestras máquinas necesitan varios años para poder amortizarse. Por ello es muy complejo decidir dónde invertir. En Printek somos, básicamente, impresores tradicionales de libros.

¿El sector vasco de artes gráficas necesita una reconversión?.

-Sin duda. Hay un claro exceso de oferta. A día de hoy sobran la mitad de las máquinas y no hay visos de que esto vaya a cambiar. El problema es que las fusiones son muy difíciles porque somos muy desconfiados. Nadie queremos enseñar a los competidores qué hacemos y cómo lo hacemos porque si la cosa no sale te has desnudado con la competencia.

Esta empresa como el sector ya ha vivido cambios y reconversiones.

-Hace muchos años, en los ochenta, antes de transformarnos en una sociedad laboral éramos una compañía con 160 personas. Ahora estamos unas 35, la mayoría accionistas, y todos fijos. Sí, hay personas que siendo trabajadores no son accionistas pues ha sido su opción.

¿El consejero vasco de Empleo, Ángel Toña, trabajó en Printek?

-Sí. En los primeros años de Printek SAL fue nuestro gerente. Pero llegó un momento en el que Toña era partidario de una fusión en el sector de artes gráficas que nosotros, en aquel momento, no la veíamos positiva para nuestra empresa, y ante los desacuerdos le invitamos a irse. Es una gran persona y ahora nos llevamos bien pero entonces discutimos mucho.

¿Es positiva la participación de los trabajadores en la empresa?

-Sin duda. Las empresas de la economía social como la nuestra tienen aspectos positivos derivados de la mayor implicación de los trabajadores en la compañía, de la mayor flexibilidad. Aquí lo hablamos todo, hay mucha comunicación, pero al final alguien tiene que tomar la decisión. Por ejemplo, siempre hay algún trabajador que por el mero hecho de ser copropietario se cree que el esforzarse no va con el. Y lo tuvimos que despedir. Ser una SAL tiene ventajas, entre ellas, que la riqueza que se genera se la llevan los propios trabajadores aunque aquí reinvertimos todo.