Bilbao - Han sido tres años de trabajo en los que proliferaban las voces que cuestionaban el presente y el futuro de la BBK en medio del imperativo legal que obligaba a la transformación de las cajas de ahorros. Esta semana, el Banco de España ha dado su aval al proyecto estratégico y plan financiero de la Fundación Bancaria BBK y su presidente, Xabier Sagredo (Trapagaran, 1972) siente que el futuro que se abre justifica lo pasado.

¿Se ha quitado un peso de encima con el aval del Banco de España?

-Nosotros hoy somos una fundación bancaria. Somos fundación porque nuestro ADN sigue siendo el de los 108 años de historia, que es nuestra obra social. Y la obra social la entendemos como actuar sobre la cohesión social en Bizkaia. La entendemos como un pilar socioeconómico muy importante para la gente de Bizkaia y como una manera de devolver a nuestros accionistas, que son los impositores de estos 108 años, el dividendo de la obra social. Pero, además, la ley nos obligó a transformarnos en fundación bancaria. Se nos dijo que aclarásemos si íbamos a desinvertir o íbamos a ir por el camino del fondo de reserva. Hemos ido por este último también porque nuestra razón de ser es nuestra obra social.

¿Se ha sentido acompañado o cree que ha habido demasiado ruido?

-Yo creo que sí, lo que pasa es que los pitos en un campo se suelen oír mucho, aunque no sean más que los aplausos. Hemos sido muy coherentes con lo dicho desde el principio. Por eso, lo que ahora somos, que es una fundación bancaria, es necesario que se proteja de debates políticos para que no tengamos que ser el pimpampum de la política.

Pero en su día la decisión fue polémica...

-Elegimos el camino complicado. En aquel entonces, parece que no se entendía que quisiéramos mantener el control del banco y el 57% del capital. Había dos pivotes sobre los que basculamos nuestra decisión. Para empezar, la ley es cierto que desincentiva la inversión pero te da dos caminos: la desinversión, como han ido la mayoría de nuestros colegas del sector, o poner el fondo de reserva. Nosotros consideramos que una entidad que no precisó acudir al rescate financiero, que los estrés test nos decían que era la más solvente del Estado, teníamos derecho a elegir entre esas dos opciones.

¿Aunque tenga una única fuente de financiación?

-En estos momentos es claro que nuestro único camino son los dividendos que nos da el banco. Pero el objetivo es hacer de la Fundación un agente financiero importante para Bizkaia. Con el corazón de la BBK de toda la vida, pero un agente diferente. Nuestra ilusión es hacer la obra social más grande de Euskadi y aplicar una política de inversiones que en el futuro haga de Kutxabank una participada más de la Fundación. Si en el 2019 dejáramos de aportar al fondo de reserva, porque legalmente son cinco años, en 2020 esa cantidad que destinamos hoy al fondo, sin hacer mucho más, podríamos dedicarla a invertir en empresas. Últimamente he oído propuestas políticas para establecer fondos de inversión con los que entrar en el capital de empresas, atraer a empresas en un momento en que Euskadi es un sitio atractivo por la estabilidad que puede dar. Nosotros hemos sembrado para que esto sea así.

Pero el fondo, ¿no resta recursos a obra social?

-Sopas y sorber es complicado. Hay que entender que el fondo de reserva no es un gasto. Es un fondo propio que está ahí y que, si hoy tenemos unos activos de 3.000 millones en la Fundación, al final del período de dotación tendremos tres mil doscientos y pico millones, lo que significa que nos hemos revalorizado. Nosotros hemos actuado por obligación, pero la Fundación tiene que ir diversificando. Tiene que ser un agente social, económico y financiero que invierta. Sólo con esa diversificación vamos a lograr un crecimiento sostenido y sostenible de la Fundación que va a hacer que la obra social siga creciendo. Y, por cierto, también habrá que pensar en ese colectivo de gente que ha salido afectada por esta crisis económica y financiera. Para eso también la mejor manera de ayudar es con crecimiento económico y empleo, que es una de nuestras apuestas.

Esa idea de actuar sobre la economía no es lo que hasta ahora entendíamos por obra social.

-Una de las cosas que hemos hecho y más orgullosos estamos es consolidar la obra social. La obra social estaba teniendo un decremento importante por la bajada de dividendos, que ha sido general en todo el Estado. Planteamos cuál es una gran obra social y la presupuestamos en 36 millones de euros anuales, La más grande de Euskadi y, en proporción, del Estado español. Y definimos un plan estratégico en el que participaron un montón de agentes sociales y económicos para identificar las nuevas demandas.

La conclusión fue trabajar sobre siete áreas: madurez activa, familia e hijos, cultura-creatividad-innovación, dependencia y discapacidad, capacitación y fomento del empleo, el tercer sector y, por último, eficiencia, cercanía y bienestar social. Esto define dos ejes: cohesión social en Bizkaia y crecimiento económico y de empleo. Hay que visualizar que la apuesta por empresas nuevas, por start-ups, por empresas de nuevas tecnologías o por ayudar a las que necesitan financiación y obteniéndola ayuda a que el domicilio social se quede en Bizkaia, también es obra social. En ese apartado, BBK vuelve. Vamos a estar con los proyectos de empresa y vamos a ser su socio.

Necesitará recursos adicionales.

-La obligación de diversificar es real. Desde la lógica económica financiera es imprescindible. Es un objetivo muy ambicioso para esta fundación. No tiene por qué ser mañana, pero estamos sembrando para que esto ocurra. Hay un abanico de fuentes de financiación. Cuando vayamos teniendo excedentes de dividendos, vamos a ir empleándolos en este tipo de inversión y hay otro tipo de operaciones que se pueden afrontar. Somos una fundación bancaria con deuda económica cero, deuda financiera, cero y recursos propios. Con esa solvencia, y desde la máxima prudencia, en el momento en que veamos que nuestro banco tiene una estela de estabilidad en el negocio, podremos plantear opciones como anticipar dividendos futuros, plantear alguna operación de trasvase de capital, etc. Ahora conviene que tenga tranquilidad y dejarle trabajar.

¿Responde a esa expectativa la gestión del equipo de Villalabeitia?

-Creo en la política de buen gobierno corporativo. Se nos recuerda que somos el accionista mayoritario, pero nuestras competencias se ejercen a través de la Junta General de Accionistas y de la aportación de consejeros dominicales al Consejo de Administración. Fuera de ahí, hay un protocolo de gestión en el que se nos dictan las normas para relacionarnos con el banco. Por eso soy exquisito en la autonomía plena del banco y de sus gestores.

Dicho esto, sobre el plan de desarrollo de negocio y la cuantificación que se ha hecho del mismo, no me preocupa tanto el cuánto del 2019. Me interesan otros parámetros: que en el 2019 la rentabilidad de Kutxabank esté en la media de sus comparables; que la eficiencia baje del 50%; y que la afectación a la cuenta de resultados de lo que no sea negocio core bancario sea menor. Y me preocupa muy mucho la adaptación del banco a la era digital. Esos cuatro parámetros conjugan un banco eficiente y competitivo y, con ello, dan valor a BBK. Pero desde la plena autonomía de gestión del banco siempre.

Pero usted sabe que se habla de vínculos políticos en las estructuras del banco y la Fundación.

-No me parece justo. Hay que ver que las cajas tenían asambleas generales, con las características propias. Pero se están dando pasos importantes para dar mensajes de profesionalidad al regulador. La composición del patronato de BBK reúne a gente muy profesional, con largos años de vida en la empresa privada. Y eso se está trasladando también al consejo de administración del banco, que incorpora perfiles muy potentes. Creo que hay que apoyar al sector financiero vasco.

¿No le preocupan entonces asuntos como el ‘caso Cabieces’?

-BBK ni ha estado, ni está ni estará relacionada con ese asunto. Ese tema no ha ido con nosotros en ningún momento.

¿Cuál es su relación con el expresidente Mario Fernández?

-Yo con Mario siempre he tenido palabras de gratitud. Yo a Mario siempre le he tenido un respeto y una relación con él fabulosa. La he tenido, la tengo y la tendré.