La globalización económica supone un reto pero abre también nuevas oportunidades de negocio a empresas que en su nacimiento, hace algo más de 25 años como la vasca Trameinsa, no hubiese soñado el ver sus productos instalados en países de regiones tan distintas como Oriente Medio, el Caribe o la Europa continental. Una pequeña pyme vasca dirigida por el empresario vizcaino Antonio Mena surgida en la localidad de Balmaseda se está haciendo un hueco en los mercados con sus estructuras metálicas en acero inoxidable para proyectos arquitectónicos singulares.

Trameinsa, Transformados Metálicos Industriales, es una pequeña compañía, “tenemos 35 trabajadores en plantilla”, como recuerda Antonio Mena, especializada en ingeniería, diseño y fabricación de estructuras metálicas básicamente en acero inoxidable o acero corten para proyectos singulares.

La crisis del sector de la construcción en el Estado español, con el parón generalizado de proyectos arquitectónicos, ha dejado contra las cuerdas a muchas empresas relacionadas con el sector pero Trameinsa ha hecho de la necesidad virtud y ha conseguido salir a los mercados exteriores. “Ahora más del 50% de la facturación viene de fuera” pero “no es solo mérito nuestro, es que el mercado local está parado y además, aunque mejora algo, las perspectivas no van a variar en varios años”, afirma Mena. El responsable de la compañía de Balmaseda destaca que en el Estado español no sólo hay poco trabajo sino que “en muchos casos se producen bajas temerarias en los precios para adjudicarse la poca obra que hay”.

En este contexto, una compañía que elabora a medida estructuras metálicas en acero, -barandillas, escaleras, marquesinas, estructuras de ascensores-, ha aprovechado la buena imagen internacional que la transformación urbana de Bilbao ha producido para salir fuera. “Hemos participado en la construcción de elementos especiales del metro de Bilbao, del tranvía, del Palacio Euskalduna, Kursaal etc. y esto nos ha dado una visibilidad en el exterior, a nosotros y a otras compañías e ingenierías vascas”.

Antonio Mena reconoce que para una empresa tan pequeña como Trameinsa no es fácil salir al exterior. “Nosotros diseñamos y construimos aquí en Euskadi, en Balmaseda, luego esos elementos hay que transportarlos a miles de kilómetros para instalarlos allí con los problemas logísticos que se pueden deducir porque no podemos permitirnos un fallo. Si las medidas no están exactas incumpliríamos plazos, costes etc.”.

Mena destaca que Trameinsa por sí sola no podría vender fuera. “Las obras se las adjudican a grandes ingenierías o equipos de diseño que luego nos subcontratan, en nuestro caso hemos sido afortunados porque una ingeniería holandesa, Octatube, ha visto nuestro trabajo, nuestra calidad y nos da acceso a trabajos en medio mundo. Cuando se habla de la importancia de empresas tractoras para las pymes ese es un ejemplo”.

Un problema añadido para una pyme en el extranjero es, recuerda, “conseguir las numerosas certificaciones, registros de calidad, trazabilidad de los materiales, en nuestro caso de los diferentes tipos de acero, que hay que obtener para colocar tus estructuras en el exterior además para mucha gente de mi generación la falta de un dominio del idioma, inglés, no ayuda”.

Trameinsa se muestra orgullosa de su último trabajo en el exterior, la adjudicación de un contrato para la construcción e instalación del sistema de barandillas del nuevo puente peatonal de Doha, la capital de emirato de Qatar.

Este contrato forma parte del acuerdo de colaboración suscrito entre Trameinsa y la citada Octatube Space Structures, “una compañía holandesa líder en Europa en el diseño, ingeniería y fabricación de estructuras”. “Esta compañía es la que nos está abriendo las puertas de medio mundo es ella la que participa como contratista en el proyecto de Doha. No hacemos más trabajos porque no podemos concentrar los riesgos con una sola, empresa, ni ellos ni nosotros”, destaca.

Empresario Antonio Mena reconoce que ser empresario en esta coyuntura “es muy duro, muy difícil y más complicado que nunca. A la caída de pedidos se le suma, en muchos casos, los largo plazos de cobro. Al final muchas pymes financian a las grandes empresas, y además, con la globalización tienen que salir fuera a buscar trabajos y es una tarea ardua”, afirma el empresario.