BILBAO - El Gobierno español va a saltar por encima del gran charco en el camino de la reforma fiscal que le habían puesto delante sus sabios. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, aseguró ayer que el IVA no volverá a aumentar y que tampoco se subirá ningún producto del tipo reducido del 10% al 21% general. El mensaje no es nuevo del todo, pero sí lo es la rotundidad con la que rechazó esa recomendación después de una semana dándole vueltas sin aclarar el rumbo.

"Ningún producto subirá su tributación indirecta, ya lo he dicho muy claro. Ya lo hemos subido [el IVA], ya hemos hecho un esfuerzo como sociedad y lo hicimos en un momento dramático de nuestra economía. Ningún producto subirá su tributación indirecta", subrayó.

De esas palabras se deduce que Montoro le ha ganado el pulso a Luis de Guindos. El político profesional se impone al economista con carné de partido. También a las exigencias de Bruselas, que seguirá presionando para que España eleve su IVA y velando para evitar que su reforma tributaria debilite el proceso de consolidación fiscal. El tiempo dirá si es una victoria definitiva o solo una pequeña batalla ganada a las puertas de los comicios europeos de mayo y en la esquina anterior a las elecciones municipales.

Lo que es evidente es que Rajoy no quiere que le salpique el barro de una subida del IVA, que sería la segunda de la legislatura, a punto de medir sus cada vez más debilitadas fuerzas con los socialistas. No hará caso a la comisión de expertos en ese aspecto y con esa decisión básicamente echa por tierra gran parte de la estrategia de los sabios.

El informe del equipo liderado por Manuel Lagares recomienda una reforma fiscal en dos oleadas. La primera se ciñe a Renta y Sociedades y en la segunda se plantea bajar las cotizaciones de las empresas a la Seguridad Social y compensarlo con una subida generalizada del IVA.

cotizaciones sociales Según los sabios, aflojar la presión fiscal a los empresarios podría facilitar la creación de empleo, en ese caso habría más personas cobrando un sueldo y cabría la posibilidad de que se desbloqueara el consumo. Así, aunque se apretaran más la tuercas para todos los ciudadanos con el IVA, estiman que habría más dinero circulando y, además, los ingresos que perdería la Administración por las cotizaciones sociales podrían recuperase a través del IVA.

Ese plato tiene muchos ingredientes fuera de control, hay demasiados tiempos verbales condicionales y pocas certezas. De modo que el Ejecutivo popular ha decidido devolverlo a la cocina, aunque no está claro si lo hace para retirarlo de la carta definitivamente o para congelarlo hasta un momento más propicio.

El bolsillo de los ciudadanos lo agradecerá, ya que entre los productos que los expertos recomiendan subir de peldaño fiscal hay alimentos como la carnes, el pescado, los yogures, las conservas, el aceite o el agua; servicios como las tasas municipales de la basura o productos como las lentillas y las gafas. La cesta de la compra y los gastos fijos de los hogares se encarecerían notablemente, en torno a 400 euros anuales, según algunos analistas.

No dio más pistas Montoro, aunque cabe interpretar que las cotizaciones a la Seguridad Social se quedarán también donde están si no se puede recurrir al contrapeso del IVA para equilibrar la balanza. El propio presidente de la CEOE, Joan Rosell, ha reconocido está semana que no hay margen para rebajas las aportaciones sociales de las empresas, pese a que esa música les suena bien. Y no lo habrá hasta que el mercado laboral recupere el pulso en un horizonte que los más optimistas sitúan en torno a 2020.

neutralidad Tampoco podrá ser muy agresivo el Gobierno del PP en el ámbito del IRPF o el Impuesto de Sociedades porque un descenso de la recaudación pondría en serias dificultades el control del déficit. Cobra fuerza por todo ello la posibilidad de que el PP active una reforma fiscal neutra: una rebaja en los tipos que será compensada con la eliminación de deducciones.

Estéticamente será una rebaja fiscal. A efectos prácticos, las sumas y las restas darán un resultado muy parecido al actual tanto para las familias como para las empresas. Despejada la incógnita de la subida del IVA salvo sorpresa de última hora, los vascos se mantendrán ajenos al debate gracias a la autonomía fiscal de Euskadi. No obstante, las diputaciones analizarán con detalle la reforma -se presentará en la segunda mitad de este año- de cara a evitar graves distorsiones.

En principio, solo el Impuesto de Sociedades que proponen los sabios podría generarlas. El informe Lagares plantea una reducción de hasta diez puntos -del 30 al 20%- en el tipo general al que tributan los beneficios empresariales a cambio de laminar la paleta de bonificaciones y deducciones. Mientras que la reciente reforma aprobada en Euskadi por PNV, PSE y PP apuesta por reforzar los incentivos fiscales de la inversiones productivas y de generación de empleo.

El equipo de Rajoy no será tan ambicioso como su comité de expertos, pero si aprueba una rebaja real de los tipos con un movimiento que vaya más allá de una operación cosmética, las haciendas forales podrían verse obligadas a retocar la fiscalidad de sus empresas para evitar el riesgo de fuga.