Más del 98% del tejido empresarial en Europa, 23 millones de empresas, son pymes con menos de 250 trabajadores, responsables de 9 de cada 10 nuevos empleos y motor de una economía que lleva cinco años bajo un doloroso retroceso. El bilbaino Iñigo Urresti es uno de los encargados de seguir esta evolución desde la unidad de política estratégica de la Dirección General de Empresa de la Comisión Europea. Asegura que si de algo ha servido la crisis es para despertar a las administraciones públicas y mostrar que detrás del modelo social europeo hay pymes que hay que cuidar.

¿Cuántas han tenido que echar la persiana?

-La crisis ha sido muy asimétrica y no ha afectado a todos los países por igual, con lo cual dar una cifra agregada es enmascarar la situación. Pero en el caso de España se han perdido en torno al 10% de las pymes. Y en términos de puestos de trabajo en industria se han perdido en toda Europa alrededor de 3 millones, casi un millón en España. Es un sector fundamental. Cada puesto de trabajo que se crea en la industria genera entre 2 y 3 empleos en sectores auxiliares y servicios con lo que las pérdidas tienen un efecto multiplicador muy grande en el resto de la economía.

El impacto ha sido distinto en Euskadi y en Andalucía.

-Por supuesto. Una de las cosas que hemos identificado es que los países que tenían una estructura industrial, una política industrial y han hecho esfuerzos para mantenerla han aguantado mejor. Y esto se aplica exactamente igual a las regiones. Las regiones con un fuerte componente industrial como Euskadi o Navarra han soportado mejor la mayor parte de la crisis. Es cierto que está teniendo también un impacto directo pero ha sido más moderado y ha llegado más tarde.

Un problema grave es la falta de financiación. ¿Qué ofrece el nuevo presupuesto europeo que no haya hecho hasta ahora?

-Hasta ahora lo que hacíamos era trabajar a través de subsidios directos o dando dinero a las regiones para que lo utilizaran a través de programas. Ahora vamos a mejorar la coordinación, permitir pasarelas para utilizar fondos de distintas rúbricas y favorecer el desarrollo de instrumentos financieros porque el presupuesto de la UE es relativamente pequeño. Tenemos el 1% del PIB de Europa para todo, incluida la agricultura. Es muy poco y hay que intentar que los euros den unas cuantas vueltas para que sean lo más efectivos posible. Actuando como garantistas lograremos que un euro se transforme en 30 de crédito efectivo.

No suena muy esperanzador.

-En comparación con Estados Unidos el problema de Europa es que tenemos un acceso a la financiación muy bancarizado. La banca es el principio y el fin de todo mientras que en Estados Unidos hay más posibilidades. Hay más capital riesgo, mercados de bonos más activos. Estamos ajustando las necesidades para que las pymes puedan también lanzar bonos o puedan participar en el mercado de valores, para que tengan un abanico más amplio.

¿Ha hecho falta una crisis para que cambie el chip?

-Es cierto que la crisis ha despertado a la Comisión, a los Estados miembros, a las regiones. Se han dado cuenta de que hay que sostener la economía real, las empresas y las pymes. Así que, si hay algo bueno que ha traído la crisis es que ha habido una concienciación de que tenemos que cuidar nuestro tejido productivo que es de donde sacamos los empleos.

¿Saben realmente las empresas a qué puerta tocar para conseguir apoyo europeo?

-Me temo que no. El desconocimiento es grande entre otras cosas porque no hemos tenido una campaña de comunicación muy activa. En los últimos siete años hemos trabajado con instrumentos financieros que han favorecido que más de 330.000 empresas accedan al crédito porque estamos de garantes. Gracias a que actuamos de avalistas un 25% de todos los beneficiarios son empresas españolas. Más de 60.000 empresas que han accedido al crédito. Todas las empresas pueden ver qué posibilidades de financiación hay en Europa en la web www.access2finance.eu y también tenemos puntos de contacto en las cámaras de comercio.

Si la financiación es fundamental y a las empresas no les pagan las facturas, ¿cómo sobrevivir?

-Es cierto que la morosidad es un impedimento. Si todas las facturas se pagaran a tiempo en Europa supondría una inyección de más de 180.000 millones de euros de liquidez. Las empresas que tienen problemas de acceso a la financiación, sobre todo en la periferia, están además haciendo de caja de ahorros del Estado porque están financiando los retrasos en los pagos. ¡Esto hay que cortarlo! Esa falta de liquidez está cortando sus posibilidades de inversión y crecimiento y España está entre los peores alumnos de la clase. Desafortunadamente aquí sí se recurren a los tópicos porque está en el paquete con Portugal, Italia y Grecia. Los períodos medios de pago pasan de los 100 días.

¿No se está cumpliendo la directiva de 2013 que obliga a pagar en 30 días?

-No se ha logrado cumplir el objetivo, al menos no en todas las administraciones. El Gobierno central ha reducido los plazos de pago, a nivel autonómico hay muchas discrepancias y a nivel local puede haber diferencias monstruosas. En el caso de Euskadi, no cumple completamente pero no anda lejos. El período medio de pago a nivel autonómico está en 36 ó 37 días.

¿Cómo ve la Comisión Europea la internacionalización?

-Clave. Ha habido muchas empresas que lo han entendido como algo que está ahí, cuando en realidad es absolutamente estratégico. Europa es un continente grande y un gran mercado pero es un continente maduro. Para 2030 el 60% del PIB del planeta estará en las economías en desarrollo. No mirar más allá de la Unión Europea es pegarse un tiro en el pie. La internacionalización debe ser un motor estratégico porque la competencia extranjera ya está aquí. Las empresas deben preguntarse cómo puedo tener mi ventaja competitiva, cómo defiendo mi mercado, cómo puedo ampliar mi base de clientes, cómo innovar permanentemente para mantener y ampliar la cartera de posibilidades. Pensar de forma global es fundamental. No es decir me voy ahora a Chile a vender a la desesperada porque en mitad de la crisis tengo que sacar facturación como sea. Las empresas que se internacionalizan crecen más, crean más puestos de trabajo e innovan más.