BILBAO. La calidad y el buen resultado de sus proyectos siempre han sido su carta de presentación aunque ahora tengan una sede en Zorrotzaurre que es su mejor credencial. La empresa, totalmente arraigada en Euskadi, recibe el domingo el Premio Sabino Arana muy ilusionada "porque es un premio que se nos da en nuestra tierra y que haya un reconocimiento a la labor que desarrollas es agradable. Además creemos que premian unos valores muy arraigados en Idom", afirma Querejeta.
¿Qué tiene esta sede para resultar tan admirada?
No esperábamos que este edificio tuviera tanta repercusión, no solo en nuestro entorno, sino en nuestros clientes. Con el cambio de tipología de clientes -ahora tenemos muchos en el exterior- también ha cambiado la imagen de nuestras oficinas. No supimos valorar muy bien el impacto porque, una vez inaugurado, empezamos a recibir visitas de clientes extranjeros. Aquí tenemos todos los días gente de cualquier parte del mundo, han venido mexicanos, indios, coreanos, libaneses...
¿Qué aspectos son lo que más les sorprenden?
Les sorprende ver todo el equipo de Idom en un solo edificio, lo que genera una sensación de mucha potencia para desarrollar grandes proyectos multidisciplinares. Y genera una impresión de modernidad, de fomento del trabajo en equipo porque se favorecen mucho las relaciones interpersonales. Ven un edificio sostenible en el que se aplican las tecnologías más avanzadas.
Figuran ustedes entre las quince primeras firmas de arquitectura de Europa, entre las cincuenta de todo el mundo y es la única firma del Estado presente entre las cien firmas 'top' del mundo. ¿Cómo se consigue salvar los muebles con la que está cayendo?
Vendiendo donde hay mercado. Iniciamos el proceso de internacionalización hace mucho tiempo, casi en los comienzos. Pero dimos el empujón a la internacionalización en plena época de bonanza. No solo por diversificar mercados, queríamos competir en el contexto mundial para ir elevando el nivel de nuestros profesionales y que se acostumbrasen a competir en entornos más exigentes que el nuestro. Con ese motivo empezamos a avanzar de una forma decidida, al principio en niveles del 20 o 25%, en el 2010 alcanzamos un 30% de internacionalización pero de 2010 al 2012 hemos pasado al 75%. Estamos en este proceso de revolución porque nada es lo mismo, ni los clientes, ni los métodos, las distancias son infinitamente mayores, hay que viajar más, utilizar videoconferencias... Tenemos proyectos en más de cien países. Es una auténtica revolución pero también es un aprendizaje enorme. Y la diversificación genera mayor estabilidad.
De sus trabajos actuales por todo el mundo ¿cuáles destacaría?
Se me ocurre citar el Parlamento Iberoamericano en Guatemala, el Parlamento Europeo en Estrasburgo, estamos haciendo hospitales en Nicaragua, Colombia, Chile..., desarrollamos proyectos de alta velocidad en Polonia, Estados Unidos o Brasil. También estamos trabajando en el metro de Ho Chi Minh y en el de Sao Paulo. Todo eso está en desarrollo, al igual que el tranvía de Constatine, en Argelia, el tranvía de Rumania y o el de Cuenca, en Ecuador.
Han traspasado las fronteras de 110 países. La internacionalización se les ha quedado pequeña.
Es que no nos da pereza ir a cualquier parte de mundo. Trabajamos igual en Centroáfrica, India, China o en el centro de Europa. Pero nos queda mucho trabajo por recorrer.
¿Cuál ha sido el trabajo más apetecible o el que ha tenido más eco?
Por supuesto el Museo Guggenheim ha sido uno de nuestros grandes hitos, el que ha permitido dar un salto al nombre y al prestigio de Idom, pero es un proceso continuo. El Museo Guggenheim fue un proyecto mediático y la colaboración con Ghery fue interesantísima. Además fue un éxito. Se cumplió el presupuesto, se hizo en plazo y todo eso con unos requisitos técnicos muy complicados. Es un ejemplo de proyecto bien llevado por todas las partes. En Industria tenemos también un montón de hitos. Yo resaltaría quizá el de Bahía de Bizkaia que fue un emblema importante dentro de la ingeniería industrial. En el tema civil, el desarrollo de la alta velocidad nos ha generado un salto cualitativo. En arquitectura, aquí mismo en Bilbao, tenemos otras grandísimas obras como el propio San Mames Barria, el Bilbao Arena en Miribilla, o el BEC.
¿Y en qué proyecto no les hubiera gustado nunca involucrarse?
No hay proyecto feo para nosotros. Aquí no se agacha la cabeza nunca. No decimos este es un proyecto feo, difícil, complicado... no especulamos ni decimos, no interesa. Si un cliente nos trae un trabajo, nuestra vocación es atenderlo y resolverlo.
Todo el mundo conoce su presencia en el Guggenheim, San Mames Barria... pero es más desconocido, por ejemplo, su trabajo en el telescopio gigante europeo.
Sí, no solo estamos diseñando sino suministrando el telescopio solar más grande, en Hawai. Es que normalmente no publicitamos demasiado nuestros proyectos. Cuando se nos pregunta, decimos lo que estamos haciendo sin ningún problema pero no tomamos una posición activa. En ese sentido, somos de perfil un poco bajo. Es un estilo casi fundacional de la empresa. Lo que hacemos tiene que mejorar las expectativas de lo que se espera.
Pues les va muy bien sin demasiado marketing.
Igual nos equivocamos pero en los sectores en los que nos movemos bien ya se nos conoce. En el sector de los telescopios estamos a muy buen nivel, lo mismo que en la energía.
Llevando la firma de Idom proyectos tan potentes, ¿se les hayan escapado muchos?
La realidad es que en nuestra vida ordinaria tenemos muchas oportunidades y captamos proyectos que nos encantan. Pero, obviamente, al mismo tiempo, se nos escapan proyectos que nos gustaría contratar y que se los lleva la competencia. Nuestro nivel de contratación es más que razonable, el número de ofertas que nos llevamos es satisfactorio pero claro que perdemos cosas.
¿Resulta frustrante que a pesar de estar detrás de obras emblemáticas como la Bodega Marqués de Riscal, el BEC... sus arquitectos sean prácticamente desconocidos?
Idom promueve la marca ACXT que aglutina a un auténtico grupo de primeros espadas en arquitectura. Este es un proceso relativamente lento y algunos ya van tomando más nombre aunque son relativamente jóvenes. Contamos con César Aitor Azcárate, que es el arquitecto de San Mames, con Javier Pérez Uribarri, que es el autor de la sede de Idom y del edificio de Miribilla, entre otros... También tenemos a Iñaki Garay que ha diseñado la Escuela de Negocios de China, o Javier Aja, o César Caicoya... Aunque seguro que me dejo nombres importantes. El proceso de adquirir un nombre dentro del mundo de la arquitectura es lento, pero ellos avanzan a buen ritmo. Tenemos una colección de arquitectura de primerísimo nivel.