BILBAO. La fusión de Ipar Kutxa y Caja Laboral para crear una nueva entidad financiera con forma jurídica de cooperativa de crédito y sede social en Arrasate (Gipuzkoa) pondrá, al menos formalmente, punto final a una trayectoria de 47 años de la caja vizcaina al servicio del sector primario vizcaino, primero, y vasco, después.
En otoño de 1965 surgió en Bilbao, la Caja Rural Provincial de Vizcaya de la mano, principalmente de dos cooperativas agrícolas de Bizkaia, Beyena, que agrupaba a los baserritarras productores de leche, y Uteco, la unión de cooperativas del campo, con el impulso del baracaldés Martín Fernández Palacio. La idea de crear una cooperativa de crédito era ayudar a los baserritarras a acceder a una financiación muy necesaria entonces igual que ahora. De nacer en los locales de Beyena a abrir la primera oficina en la calle Alameda Urquijo de Bilbao en 1966 solo pasaron unos meses. Pese al aspecto positivo de la creación de la hoy Ipar Kutxa, la excesiva concentración de riesgos con Beyena obligaron al Banco de España a intervenir para evitar que la crisis de la empresa láctea se llevase por delante la caja. Algo que el entonces director gerente Juan Angel Beldarrain entendió perfectamente. Desde entonces el ahorro, la prudencia y la seguridad fue la política que guió a la ya Caja Rural Vasca, y hoy Ipar Kutxa, a llegar solvente a esta nueva alianza. En el camino queda un intento de OPA a Bankoa en 1997 y la fusión fallida con Bankoa Credit Agricole el pasado año.