De cada cien euros que España le debe al resto del mundo, 16 los debe el Gobierno, 10 el Banco de España, 34 las empresas y 40 los bancos. Si la UE y el FMI han decidió abrir una línea de crédito de 100.000 millones de euros al Gobierno para recapitalizar los bancos españoles, es porque esas entidades llevan años diciendo que valen 3 billones de euros, y obteniendo financiación de los inversores del resto del mundo en función de ese tamaño. Pero los inversores internacionales -fundamentalmente los grandes bancos alemanes, franceses, holandeses, británicos y algunos más- han dicho que no se lo creen, que ya no van a refinanciar las deudas pendientes y que quieren su dinero ya.
El sistema financiero español tenía en los meses de mayo y junio una cita muy importante con sus acreedores extranjeros, -incluido el BCE- pues vencía una parte muy importante de sus deudas, incluido los primeros préstamos a medio plazo de la financiación extraordinaria del BCE. Unas cosas por otras, la banca tenía que refinanciar en estos meses más de 200 mil millones de euros.
Al no encontrar refinanciadores, y lo que es peor, experimentando salidas de depósitos muy importantes (uno de los mecanismos de financiación a corto plazo más importantes) se habían encendido las luces rojas de la moratoria bancaria. El Gobierno decidió actuar de urgencia sobre el segmento más frágil del sistema, Bankia, intentando garantizar esta entidad con recursos del estado -es decir de los ciudadanos- por importe de unos 20 mil millones de euros.
Pero esa iniciativa solo afecta a la punta del iceberg, porque casi al mismo tiempo el FMI, en su informe de la estabilidad financiera de España, estima que faltan 40.000 millones de euros para cumplir con los nuevos requerimiento de capital propio en relación al tamaño (el 7% que piden las reglas Basilea III ), y otra cantidad mayor, no cuantificada, para cubrir los costos de reestructuración y reclasificación de préstamos, es decir, para provisionar las pérdidas reales en el negocios del crédito al ladrillo, que ahora están camufladas en los balances de los bancos y en los balances consolidados que incluyen las sociedades tenedoras de activos inmobiliarios de los bancos.
Cuanto pueda ser esta cantidad está por ver, y se espera que los informes correspondientes se conozcan pronto. Es probable que los 60 mil millones del préstamos hecho al Gobierno para que financie la banca más allá de los compromisos con Basilea III no sean suficientes para ajustar a su valor real al sistema financiero español, pero sin duda permitirán dar un respiro y lo que es más importante, que los bancos grandes y "sanos" , los que tienen capacidad de influir de verdad en las decisiones de los Gobiernos, vuelvan a renegociar sus préstamos internacionales sin problemas y a buen precio, pues la situación se estaba empezando a poner complicada incluso para los acreedores de la banca española. Al mantener en el circuito financiero internacional a los bancos buenos y malos, grandes y pequeños, la UE y el FMI buscan, sobre todo, evitar que participar en ese tiovivo le resulte más caro a franceses, alemanes, holandeses y británicos.
Es previsible que el clima de tensión se relaje un poco para las entidades españolas. Pero sacar al enfermo de la UVI no cura la enfermedad, y si el diagnóstico sigue sin dar con el tratamiento correcto, las recaídas no están excluidas.