BILBAO. Los precios de la energía se han disparado al alza para el consumidor doméstico en el Estado. La luz costará un 7% más desde este mes, el gas natural, un 5% y las gasolinas se acercan a 1,50 euros por litro cuando el año pasado por estas fechas, vísperas de las vacaciones de Semana Santa, costaba 1,34 euros. El problema es que el ciudadano no solo está pagando el coste de generar la energía o la materia prima necesaria. En realidad gran parte de la factura son impuestos y otros recargos, un 45% en el recibo de la luz y casi el 50% en el de la gasolina.

En el caso eléctrico es incuestionable que la luz no cuesta lo que se paga en el recibo mensual y, de hecho, las compañías eléctricas solicitan que el Gobierno limpie la tarifa eléctrica de todo aquello que no sea el coste de generar la electricidad y llevarla a casa del consumidor final.

Y si fuese así la sorpresa del cliente sería monumental. Si uno mira con detenimiento el recibo de la luz, -en Euskadi el líder del mercado es Iberdrola-, se ve un pequeño gráfico con un dato esclarecedor solo poco más de la mitad, el 55% en concreto, del recibo de la luz son los costes reales del suministro eléctrico, y un poco menos de la mitad, el 45%, son los impuestos, los recargos y conceptos varios.

¿De qué estamos hablando cuando vemos que casi la mitad de la factura no corresponde al pago de la electricidad? Pues de que en esos impuestos y varios se incluyen, entre otros, los costes extraordinarios de mantener el sistema extrapeninsular, Baleares y Canarias, las subvenciones a la utilización del carbón nacional, -obtenido en León-Asturias con unos costes que superan ampliamente los del mercado europeo lo que significa que es mucho más barato traerlo desde Polonia que extraerlo en la península-, pasando por la llamada interrumpibilidad (unos descuentos que tiene las grandes industrias acogidos a una tarifa especial, por ejemplo las acerías que utilizan los hornos eléctricos por la noche, por admitir restricciones de suministro en caso necesario), y las subvenciones o primas otorgadas para impulsar la generación eléctrica mediante energías renovables.

A la hora de desglosar el recibo de la luz hay que tener en cuenta que siempre se considera la de un consumidor doméstico normal que tiene una potencia contratada de 4,4 kw que es la más habitual. Si la potencia es más alta uno podrá enchufar a la vez en casa varias resistencias de gran consumo eléctrico -hornos, secadores, calefactores etc-, sin que "salten los plomos", pero el coste de la factura también se eleva sustancialmente.

Según fuentes del sector eléctrico, un consumidor en el Estado español paga de media unos 45 euros al mes en una vivienda sin utilización de la electricidad para la calefacción.

Analizando un caso medio en Euskadi, en invierno, en una vivienda equipada con televisión, frigorífico, ordenador, lavadora, lavavajillas, microondas, telefonía e iluminación, que no abuse del horno eléctrico para cocinar pero en el que la calefacción y el agua caliente sea a gas natural se puede encontrar con una factura mensual de 76 euros con un consumo de 370 kwh.

La energía, menos de la mitad De esos 76 euros, algo más de 18 euros representan el coste de generar electricidad en una central y otros 15,5 euros el de transportarla y distribuirla hasta la vivienda del consumidor. En total, solo unos 34 euros, de los 76 euros, son el coste real de la energía eléctrica, algo menos de la mitad.

En este contexto, en el que existe una figura llamada déficit de tarifa eléctrica -una iniciativa del Partido Popular en los tiempos de José María Aznar como presidente de Gobierno-, y que pese a lo contado anteriormente viene a decir que los consumidores no pagan en el recibo mensual todos los costes que se cargan al sistema eléctrico por lo que se ha acumulado en una década una especie de pago diferido de la energía eléctrica por importe de más de 24.000 millones de euros, hay que entender la última subida de la luz del 7% aprobada el viernes por el Gobierno español. Alza que no será la última este año pese al interés del Gobierno del PP por reformar el sistema energético.

El Ministerio de Industria aprobó un Real Decreto para reducir los costes del sistema eléctrico al tiempo que subía el recibo de la luz a los hogares el 7%. ¿Cuál es el objetivo de las medidas del Gobierno? Tapar los 3.100 millones de euros de desajuste para cumplir con las resoluciones judiciales que le obligan a volver a facturar los consumos de más de 20 millones de clientes desde octubre del año pasado para recoger los costes reales del sistema.

El problema es que el decreto perjudica a los consumidores y a las compañías eléctricas. A los primeros, porque tendrán que pagar la subida citada, que en la factura tomada como ejemplo de 76 euros mensuales supone unos 5,3 euros más en el próximo recibo, y a las compañías, Iberdrola, Endesa etc, porque el Gobierno ha decidido reducir la retribución por la distribución en 688 millones de euros.

ACS, Acciona, Abengoa La decisión del Gobierno de reducir la retribución por la distribución a las eléctricas en vez de recortar el programa de centrales termosolares, plantas levantadas por la denominada triple A formada por ACS, Acciona y Abengoa, ha beneficiado a estas últimas que, una vez más, han impuesto su lobby constructor algo que no sorprende pues el presidente de ACS, Florentino Pérez, sigue haciendo valer sus buenos contactos con las genets del nuevo partido en el poder: el PP.

De hecho, la patronal eléctrica Unesa recuerda que se han aumentado los peajes eléctricos para atajar un déficit tarifario "generado principalmente por las elevadas primas recibidas por las instalaciones renovables menos maduras, en particular las solares, tanto fotovoltaicas como termosolares".

Vista la reacción contraria de las eléctricas se puede entender que la reforma del sector energético no sea un asunto fácil en un país en el que pese a la crisis económica, con la consiguiente reducción de la demanda, se ve como se disparan los precios energéticos. El Estado español tiene un sistema en teoría liberalizado, con una dependencia exterior enorme y sin apenas parangón en la UE pues el 80% de la materia prima energética hay que importarla -de ahí la necesidad de impulsar con primas las energías renovables, que en el caso de la eólica ha dado un paso adelante considerable y han situado a España, y a empresas vascas, en una situación de liderazgo tecnológico mundial-, y con un consumo muy elevado de energía ya que es un 20% superior a la media europea para igual PIB.

En todo caso el desenlace de la reforma eléctrica se verá en el recibo de la luz en forma de nuevas subidas para los consumidores.