Éxito político y golpe importante para el Gobierno. Así definió la huelga del 14 de diciembre de 1988 el entonces presidente del Ejecutivo español, Felipe González, quien se vio obligado a dar marcha atrás a su plan de empleo que extendía un despido más barato para los jóvenes. Aunque la coyuntura ha cambiado y también lo ha hecho el color mayoritario en el Congreso, los sindicatos buscan repetir el próximo jueves aquel éxito histórico para forzar una actitud en el Gobierno de Mariano Rajoy similar a la del histórico líder socialista que abra paso a una rectificación de la reforma laboral.
La del día 29 será la duodécima huelga general que tiene lugar en Euskadi por motivos laborales en la historia de la democracia -algunas han sido convocadas por sindicatos abertzales y estatales en días distintos pero por el mismo motivo-, y la séptima que se produce en el conjunto del Estado español.
ELA y LAB tradicionalmente han recurrido con más facilidad a esta medida de presión que UGT y CC.OO., en especial en esta crisis. Desde mediados de 2009, las centrales abertzales han llamado a la huelga en cuatro ocasiones, por dos que lo han hecho CC.OO. y UGT. La del jueves será la única de estas convocatorias, y la primera vez en trece años, en que coinciden todas las centrales vascas, premisa que augura un importante seguimiento. Francisco Letamendia, Ortzi, profesor de Ciencias Políticas de la UPV y buen conocedor del mundo sindical vasco, destaca que la convocatoria el mismo día "era algo que demandaban los trabajadores" y supone "un importante paso adelante" hacia la unidad de acción sindical en Euskadi. "En la mente de muchos afiliados de ELA y LAB perduran algunos acuerdos que han firmado CC.OO. y UGT en Madrid, como el que dio luz verde al retraso de la edad de jubilación, pero el jueves no va a predominar eso. Esta reforma es una absoluta barbaridad, y la gente lo sabe. Es un ataque tan agresivo que los trabajadores van a pasar por encima de las brechas sindicales", explica Letamendia.
Pero la convocatoria unitaria en la CAV y Nafarroa no es la única particularidad del 29-M, una huelga dirigida expresamente contra las decisiones de Mariano Rajoy, quien, lejos de declararse afectado, incluso se la esperaba. Así lo indicó el presidente del Gobierno español ante sus socios europeos en Bruselas a finales de enero, cuando un micrófono abierto captó aquello de "la laboral me va a costar una huelga".
Al final Rajoy ha acabado teniendo razón, pero más debido al calado de los cambios en la regulación laboral que a la predisposición de los sindicatos de ámbito estatal. "No hemos entrado al primer trapo que nos ha puesto el Gobierno", se justificaban los líderes de CC.OO. y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, tras hacer pública la huelga el pasado día 9. Ambos sindicatos han buscado en todo momento marcar sus propios tiempos y no sentirse influenciados por las provocaciones del Gobierno del PP -el ministro de Economía, Luis de Guindos, declaró que la reforma laboral sería "extremadamente agresiva"-.
Con más recortes en el horizonte, las centrales saben que no pueden promover un paro general a cada envite del PP, y de ahí que Toxo y Méndez hayan emplazado en numerosas ocasiones a Rajoy, fundamentalmente por carta, a sentarse a negociar y a suavizar su reforma. Solo han tenido noticia de que el Ejecutivo popular no está dispuesto a tocar ningún punto sustancial de la misma.
De forma paralela, la presión de las bases de Comisiones y UGT, que pedían a gritos la huelga en las asambleas y en las movilizaciones contra la reforma, ha ido radicalizando el discurso de ambos dirigentes sindicales. El hecho de que las centrales nacionalistas se adelantaran animó definitivamente a las cúpulas de los sindicatos constitucionalistas, que decidieron por unanimidad llamar al paro general el día 29 contra "la reforma más regresiva de la democracia", justo un día antes de que Rajoy presente los Presupuestos y detalle cómo piensa lograr que el déficit del Estado quede en el 5,3% este año, tal y como pide Bruselas.
Distintos responsables territoriales de CC.OO. y UGT, entre ellos los del País Vasco, Unai Sordo y Dámaso Casado, tenían claro que en esta ocasión no podía haber dos días de huelga contra una misma reforma.
ELA y lab Aunque el resultado ha sido una convocatoria unitaria, ELA y LAB han seguido su propio camino. La reforma laboral del PP ha irrumpido en un momento en que las relaciones entre los dos sindicatos atraviesan un momento delicado, pero aún así, sus dirigentes han mantenido la unidad, al menos de puertas hacia fuera.
A falta de conocer cómo evolucionará a partir del día 30 la brecha entre ELA y LAB -abierta debido a unas declaraciones de Adolfo Txiki Muñoz acusando a LAB de no responder con suficiente contundencia a algunas decisiones de Bildu-, y si las discrepancias afectan al plano organizativo, lo cierto es que los expertos auguran un alto seguimiento el 29-M. Letamendia señala incluso que la jornada del jueves se puede parecer a la histórica huelga del 14 de diciembre de 1988, la que se considera la movilización más secundada de la etapa democrática en el Estado español.
"Esta convocatoria lleva trazas de ser como la de 1988, la situación a nivel mundial es mucho más dramática. Es cierto que el miedo al despido y las elevadas tasas de paro pueden hacer que algunas personas no hagan huelga, pero en general creo que la sociedad, al menos en Euskadi, está concienciada de que si no hay una respuesta contundente vienen graves ajustes por parte del PP", dice Letamendia, que tiene claro que la huelga tiene capacidad para revertir la reforma laboral.
"Es evidente que Rajoy no va a salir al día siguiente diciendo que se ha equivocado, pero sí puede haber cambios a medio plazo, incluso yo me atrevería a decir que a corto. La huelga va a generar al menos los antídotos para cambiar la reforma. Si Rajoy sigue haciendo recortes, la opinión pública va a vincular al PP con la mala situación económica, y eso va a obligar a dar un giro al Gobierno", razona.
precedentes En la democracia ha habido casos en los que el órdago sindical ha servido para modificar leyes. En realidad, todos los gobiernos desde la Transición se han enfrentado a una huelga general, con diferente resultado.
La huelga general de mayor impacto y repercusión fue la del 14 de diciembre de 1988, en contra de la política económica de Felipe González y, en especial, contra el Plan de Empleo Juvenil que imponía nuevas condiciones de trabajo para los menores de 25 años. Aquel 14-D se paralizó la actividad económica, cientos de miles de trabajadores salieron a la calle en manifestaciones por todo el Estado, incluso se cortó la señal de TVE y se suspendieron entrenamientos de equipos de fútbol de Primera División.
En el aspecto político-sindical, el 14 de diciembre de 1988 se escenificó la ruptura de UGT con el PSOE, hasta entonces de la mano, en una jornada que en los medios se retrató casi como un pulso entre el líder ugetista, Nicolás Redondo, y Felipe González. El propio González tuvo que reconocer que la huelga había sido un éxito político y un "golpe importante" para el Gobierno. El entonces líder del PSOE accedió a negociar con las centrales, que consiguieron también ciertas mejoras relativas a salarios y pensiones.
Otra huelga histórica fue la primera que se convocó a nivel estatal contra un gobierno del PP. Fue el 20 de junio de 2002 en el Estado y un día antes en Euskadi, en convocatoria diferenciada de ELA y LAB, en protesta por la reforma de las prestaciones de paro, que incluía restricciones en la retribución de los parados que no aceptasen un trabajo en un radio de 30 kilómetros de su domicilio. La huelga tuvo un amplio respaldo y el ministro de Trabajo que promovió aquel decretazo, como le llamaban los sindicatos, Juan Carlos Aparicio, tuvo que dimitir. El ministro que le sustituyó, Eduardo Zaplana, se comprometió ante los sindicatos a modificar los puntos más conflictivos de la reforma.
Entre ambas, en 1999 tuvo lugar la que, hasta el próximo jueves, ha sido la última convocatoria de huelga en la que han coincidido las cuatro principales centrales sindicales vascas. En aquella ocasión fue una convocatoria solo en Euskadi y la demanda sindical era la semana laboral de 35 horas, una consigna que se ha implantado en algunos sectores de la administración, pero en jaque tras la decisión del Gobierno de Mariano Rajoy de situar la jornada de los funcionarios del Estado en la cota de 37 horas y media.
En los últimos cuatro años de crisis, en Euskadi ha habido cuatro huelgas generales, a la que habrá que sumar la del jueves. En mayo de 2009, ELA y LAB saludaron con la máxima medida de presión la llegada de Patxi López a Ajuria Enea. Un año más tarde, en junio de 2010, la mayoría sindical vasca convocó otra huelga -CC.OO. hizo su llamamiento por separado-, en este caso contra la reforma laboral de 2010 de José Luis Rodríguez Zapatero, que ya abarataba el despido, y que tuvo su réplica en septiembre por parte de las organizaciones de ámbito estatal.
La última huelga general en Euskadi ha sido la del 27 de enero de 2011, en la que los sindicatos abertzales pidieron a Zapatero que retirase la reforma de las pensiones que eleva la edad de jubilación hasta los 67 años. Según el Gobierno vasco, aquella movilización tuvo un seguimiento del 20% en la administración y en el entorno del 15% en la empresa privada en Bizkaia y el 30% en Gipuzkoa, si bien ELA y LAB la calificaron de éxito.
Estos días todas las centrales trabajan para tratar de ganar el pulso al PP. Su credibilidad está en juego tras varias huelgas con un resultado discutible. El objetivo, repetir la jornada histórica de 1988 y dar argumentos a Rajoy para modificar la reforma laboral.