trapagaran

tras aprobarse el ERE de ABB a finales de julio, un nuevo frente se abre para la plantilla de Galindo, que ha intentado por todos los medios durante dos meses impedir que la multinacional aplicase las medidas de reestructuración que desea. Sin embargo, finalmente serán 84 los trabajadores despedidos, cuya identidad aún se desconoce y a quienes se les ofrecerá una recolocación en otra de las plantas que ABB tiene en el Estado, posiblemente en la de Córdoba o en la de Zaragoza. El resto de los incluidos en el expediente, unos 70, seguirán trabajando en Galindo pero con una rutina bien distinta ya que la fábrica dejará de producir transformadores de mediana potencia para convertirse en un centro de servicios.

Aún no está claro cuándo se pondrán estos planes en marcha y qué trabajadores podrán optar a una u otra solución. Sí parece claro, no obstante, que ABB quiere tener reestructurada las seis plantillas del Estado para comienzos de 2012 y la dirección ya ha empezado a llamar a algunos trabajadores interesándose por sus intenciones de cara al futuro, según relatan a DEIA tres miembros de la plantilla.

Aunque la decisión se prevé que llegue antes, la multinacional helvético-suiza se ha asegurado un plazo hasta finales de diciembre de 2012 "para mover piezas", como dicen los trabajadores, y para decidir "quién se queda y quién se va". Todo este proceso comienza en pleno verano, pero no ha cogido a nadie por sorpresa. Los empleados aseguran que tienen ganas de saber ya cuál es la alternativa al despido que les plantea la dirección -Córdoba, Zaragoza o seguir en Galindo- para poder elegir con tiempo y buscar un empleo en otra empresa si fuese necesario.

Sin embargo, muchos de los trabajadores no han tenido noticias aún de la dirección y aseguran que su situación es "de auténtica incertidumbre" al no saber hasta cuando van a permanecer trabajando en ABB. La gran mayoría jóvenes y una buena parte de ellos con hijos pequeños, la solución de trasladarse a otra ciudad del Estado parece una quimera, pese a las facilidades que ofrece la empresa.

Pero permanecer en la planta de Trapagaran no garantiza la estabilidad laboral ya que la multinacional no se compromete a mantener el centro abierto más de cinco años, y siempre si los resultados son los adecuados. Además, el nuevo taller de servicios de Galindo introducirá una dinámica de trabajo distinta que muchos no están dispuestos a aceptar. "Las dos opciones son malas", sentencian los tres empleados consultados por DEIA, una de las cuales accederá a la prejubilación con 55 años al igual que otros 23 compañeros. Los otros dos no descartan acogerse a la indemnización por despido de 56 días por año.

igor peral

"Quiero ver crecer a mi hija"

Tras once años trabajando como bobinador en ABB, Igor no tiene claro qué decisión tomará cuando el ERE presentado por la empresa le obligue a replantearse su futuro. Fue padre hace tres meses y la reestructuración que llevará a cabo la multinacional le obligará a viajar, tanto si permanece en Galindo como si es trasladado a otra planta del Estado. "Los 72 empleados que se queden van a ver modificada completamente su forma de trabajar. Se les va a pedir una polivalencia total y habrá una gran movilidad geográfica", explica Igor, que asegura que no está dispuesto a aceptar un empleo que le obligue a estar lejos de casa.

"Acabo de ser padre y esta nueva forma de trabajar me obligaría a estar lejos de mi hija", explica. Aunque quedarse en Galindo es malo, "entrar en el grupo de 84 despedidos y tenerme que marchar a Zaragoza sin mi familia es aún peor". "¿Qué hago? ¿Olvidarme de ver crecer a mi hija? No estoy dispuesto a eso", sentencia Igor.

Da la impresión de que, tras la aprobación del ERE, el futuro viene complicado para toda la plantilla de ABB-Galindo. A estas alturas, cualquiera podría pensar que las movilizaciones que han llevado a cabo los trabajadores no han servido para nada. Sin embargo, Igor, como muchos de sus compañeros, está orgulloso de haberse ganado un hueco en los medios de comunicación y de haber peleado hasta el final. "Aquel vídeo-striptease nos abrió la puerta a los medios y luego hemos continuado con protestas novedosas y ejemplares", dice. "Desde el principio se dijo que lucharíamos hasta el final y así ha sido. Hemos hecho lo que teníamos que hacer", asegura.

Cuando la dirección le comunique cuál es su destino -previsiblemente la decisión se dará a conocer entre noviembre y diciembre- Igor deberá decidir si opta por quedarse en la empresa que le ha hecho bobinador o dar un giro de 180 grados en su vida y buscar otro trabajo. "Este oficio es muy específico y no está abierto a muchos ámbitos laborales. Podría encontrar algo relacionado con las telecomunicaciones. Tengo dos años de paro para decidirlo", concluye.

ana arranz

"Esta jubilación es un despido"

Ana ha trabajado más de treinta años en las oficinas de ABB-Galindo, encargada de la gestión de proyectos y pedidos. Antes de nada, Ana deja claro que "en oficinas este ERE nos afecta de la misma manera que a los que trabajan en el taller". "Al terminarse la producción de transformadores también disminuirá la carga de trabajo en las oficinas", argumenta.

Por fortuna, entra dentro del grupo de 24 trabajadores que serán prejubilados con más de 55 años. "No me voy a la calle como mis compañeros más jóvenes y eso está bien, pero para mí esta prejubilación es un despido". Lamenta que, después de tantos años como empleada, la multinacional "no me haya dado la opción de elegir". "Me prejubilan y punto. Es una decisión forzosa y me siento despedida", afirma.

Como sus compañeros, aún acude a trabajar mientras espera el día en que le digan que no debe volver a la planta de Galindo. "No sé cuándo ni cómo me van a jubilar. No sé si voy a estar aquí hasta diciembre o hasta marzo del año que viene. Espero que nos informen en poco tiempo sobre nuestro futuro para poder dedicarnos cuanto antes a otras cosas", asegura Ana.

Según viene estipulado en el expediente, los prejubilables recibirán el 71% de su salario hasta los 63 años, cuando se jubilarán con dos años de antelación "y perdiendo el correspondiente dinero", recuerda Ana. "Espero no tener nunca problemas económicos y no tener que ponerme otra vez a trabajar, aunque prefiero no cerrarme ninguna puerta y si me surge alguna oportunidad en el mercado laboral la valoraré".

Y es que Ana, a sus 55 años, se siente perfectamente capacitada para seguir desempeñando su labor. "Se supone que una persona se puede mantener activa hasta los 67 años, y a mí me queda aún mucho tiempo para llegar a esa edad", lamenta. "Mi familia me pregunta a ver qué voy a hacer en todos estos años y la verdad es que no lo sé. Supongo que haré algún curso y me dedicaré a mis hobbies".

Pero aún le quedan unos meses hasta que abandone definitivamente su oficina en Galindo. "El momento de ver marcharse al primer compañero va a ser el más duro de mis 37 años en esta fábrica. Siempre hemos sido una plantilla unida y a raíz de este ERE lo estamos aún más. Hasta llegamos a creer que podíamos frenar a la multinacional", recuerda Ana.

"Parecía que trabajando en una empresa grande teníamos una cierta estabilidad, pero ya se ha demostrado que no", lamenta. "La dirección nunca ha querido hablar del plan industrial que ha ofrecido el comité, demostrando que a la empresa el futuro de sus trabajadores le preocupa bien poco".

rubén saiz

"Es una puñalada a la plantilla"

Ha trabajado como operario de núcleo durante casi diez años, cortando y apilando la chapa que forma los transformadores eléctricos. Confiado en que su puesto de trabajo sería estable, compró recientemente una casa en Barakaldo con la ayuda de su pareja y de una hipoteca. Como sus compañeros, Rubén está incluido en la reestructuración de ABB y aún no tiene claro cuál será su destino. "Lo que sí tengo claro es que no voy a aceptar un puesto de trabajo en el que tenga que estar todo el año viajando", afirma.

Entre las dos opciones que la dirección está planteando a sus empleados -una recolocación en otra fábrica o permanecer en Galindo en labores de reparación de transformadores-, Rubén tiene claro que prefiere ser recolocado en Zaragoza antes que seguir en Galindo, porque "quedarse aquí supone tener disponibilidad total". "Dicen que los que se queden estarán viajando la mayor parte del año, porque es muy caro transportar los transformadores desde el norte de África hasta aquí para repararlos", explica. "Te pueden mandar tres meses a Argelia y luego otros tres meses a otro país del mediterráneo. Esa rutina de trabajo no te permite tener un círculo social estable", lamenta. "Además, la multinacional no se compromete a mantener este centro abierto ni cinco años, han dicho que el futuro está ligado a la evolución del mercado", recuerda.

Por ello, y a pesar de que acaba de estrenar casa, Rubén no descarta la opción de pedir el traslado a Zaragoza durante un periodo de un año "hasta que tenga la oportunidad de volver". A los empleados que acepten esta salida, el plan social propuesto por la empresa les permitiría cobrar la indemnización de 56 días en caso de que no se adapten a su nuevo destino y decidan abandonar la empresa a lo largo de 2012, así como una ayuda de 1.000 euros para gastos de alquiler de vivienda.

"Aún no he tomado una decisión, pero el porvenir aquí está muy crudo. Si vas al paro no es fácil encontrar algo y menos en la margen izquierda", razona. "Estamos en una situación de gran incertidumbre. Ni siquiera podemos echar curriculums en otro sitio hasta que esto no se aclare. Estás todo el día dándole vueltas a la cabeza, vienes a trabajar sin motivación... Esto ha sido una puñalada a toda la plantilla", lamenta.

Rubén es consciente de que tal vez esté ante sus últimos meses en ABB, y ya piensa en preparar una oposición, pero no olvida los buenos momentos y la buena sintonía con sus compañeros de Galindo. "Pese a ser una plantilla grande hemos estado unidos hasta el final", presume. "Cuando los partidos políticos se opusieron al ERE llegamos a tener una esperanza, pero al final no ha podido ser".