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Hubiera visto venir con antelación la crisis mundial que desde hace años atraviesa el sector del automóvil? ¿Se hubiera adelantado a la llegada del coche eléctrico? ¿Qué pensaría de la ansiada reforma del mercado de trabajo que plantean los empresarios? ¿Tendría solución para mejorar la competitividad de la industria vasca, para acabar con el paro? Seguramente pocas voces tendrían tanto que decir en cuestiones de empresa y organización del trabajo como la del ingeniero vizcaino José Ignacio López de Arriortua (Amorebieta, 1941). Para algunos simplemente Iñaki López; para otros, irónicamente, Superlópez. Sólo sea por su trayectoria, demasiadas veces visceral y envuelta casi siempre en la polémica, sus reflexiones no deberían admitir mucha discusiones.

O tal vez sí. Porque aunque sus revolucionarios métodos para organizar el trabajo en las fábricas de coches, basado en el modelo Bedeaux (stock cero, reducciones de personal y máxima presión a los proveedores), siempre sembraron la duda allá donde trató de implantarlos, finalmente los resultados casi siempre acabaron por concederle la razón. Hasta los señores trabajadores, como solía definir a las plantillas de operarios, terminaban en la mayor parte de los casos por considerarle un aliado más que un jefe al uso. Así ocurrió desde el principio de su carrera en Laminaciones Etxebarri, en Cenemesa, en Westinghouse o en el departamento de desarrollo de Firestone en Basauri. Llegó López de Arriortua con técnicas inéditas como la de cronometrar a cada trabajador y presionarle en busca de su máximo rendimiento; algo que, lógicamente, no sentó nada bien a la clase trabajadora. Así llegaron las primeras huelgas y conflictos, aunque los piquetes nunca negaron el paso a la fábrica del ingeniero.

De sus actuaciones y visión de futuro también se beneficiaron las cuentas de resultados de los dos gigantes del motor en los que trabajó a lo largo de su carrera, la norteamericana General Motors y la alemana Volkswagen. Se calcula que Iñaki López de Arriortua arañó en torno a los 23.000 millones de euros a la cuenta de gastos de ambas compañías en el poco tiempo que estuvo al frente de los departamentos de compras de ambas. Todo este bagaje empresarial, a priori, se antojaría suficiente para sentar cátedra en cuestiones de este tipo. Sin embargo, de aquel genio nacido en un caserío sólo queda ya el recuerdo.

Ni asomo de la extraordinaria capacidad ejecutiva que le encumbró a la escena internacional y que propició durante años una tormenta mediática insoportable con cientos de libros, revistas, programas y artículos publicados sobre su persona que, en algunos casos, llegaban a atribuirle sueldos de hasta 500 millones de pesetas de la época.

Un grave accidente de tráfico del que ahora se cumplen 12 años abortó de cuajo una trayectoria profesional extraordinaria cuyo techo nadie se ha atrevido a cuestionar desde entonces.

Todo ocurrió el 8 de enero de 1998 en la autovía Madrid-Irun. El Audi 80 en el que viajaba junto a dos de sus colaboradores, Gerardo Candina y Óscar Tejedor, se empotró contra la parte trasera de un camión a la altura de la localidad burgalesa de Cogollos. El brutal impacto le dejó 40 días sin memoria y tres meses postrado en la cama del Hospital General Yagüe. El ingeniero ingresó esa tarde consciente pero obnubilado. "Hablaba y contestaba perfectamente en euskera, inglés, alemán y español a las preguntas que le realizábamos", señalaba un portavoz del equipo médico. Poco después, el diagnosticó fue considerado de pronóstico grave, con un traumatismo craneoencefálico con herida en la cabeza que le llega hasta la ceja. Superlópez tenía entonces 56 años. Nunca fue el mismo.

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Injertos en Busturia

Las graves secuelas alteran el rumbo vital y profesional de este ingeniero. En connivencia con su mujer, Margarita, y sus tres hijas decide abandonar de un portazo el mundo profesional para recluirse en su refugio de Busturia. En esta tranquila localidad pasa los días desde entonces, alejado y protegido de la escena mediática -este periódico ha intentado varias veces sin éxito propiciar un encuentro-, cuidando su huerto e implantando injertos en sus árboles en luna llena.

Casi como hobby, ha puesto en marcha en los últimos años algunas sociedades de consultoría y organización de empresa como Management Arriortua o Back2Basics, con sede en Loiu, para organizar a las compañías de forma que puedan alcanzar el éxito.

¿Lo habría logrado en esta época de crisis? La experiencia de Arriortua señala este escenario como perfecto para encarar nuevos retos empresariales. Un mar de oportunidades. "Para incentivar a los trabajadores al desafío, para que no se duerman y relajen", decía siempre "hay que inventarse en las fábricas crisis creativas, crear una incertidumbre permanente de crisis".

Pero lamentablemente habrá que quedarse con eso, con la imagen de uno de los industriales más brillantes que ha dado Euskadi.

El pasado viernes, 8 de enero, se han cumplido 12 años desde el fatal accidente que convirtió al hombre en mito; un mito cuidado y protegido por su familia Desde entonces apenas se ha sabido nada del que fuera superresponsable mundial de compras de General Motors, por aquel entonces el mayor fabricante de coches del mundo. Como casi siempre, los mejores son los que se van los primeros.