"No estoy a favor de la fusión de las cajas vascas, porque BBK absorbería Kutxa y Vital"
Pérez de Calleja asesora sobre proyectos empresariales y elabora estudios sobre coyuntura económica. Ya lleva tiempo advirtiendo de la gravedad de la crisis y ahora alerta de que el panorama para 2010 "es negro". También cree que las cajas de ahorro necesitan racionalidad
Frente a quienes anuncian una pronta recuperación Antxon Pérez de Calleja dice que aún estamos en mitad de la crisis, es crítico con las medidas económicas puestas en marcha por los gobiernos y con el proyecto de fusión de las cajas de ahorro vascas, aunque opina que la reestructuración del sector es ineludible.
¿Cuál es su punto de vista sobre la fallida fusión de las cajas vascas?
Me parece que fue muy positivo, en el sentido de que todos los políticos están apoyando fusiones interregionales, luego deben de estar equivocados. No estaba a favor de esa fusión porque era una absorción de la guipuzcoana y de la alavesa por parte de la vizcaina y porque no suponía ninguna ganancia en el mercado. En todo caso, suponía una racionalización que tienen que hacer necesariamente. En lugar de fusionarse entre sí lo que tienen que hacer es ganar cuota de mercado en la CAV. Las tres cajas tienen la masa crítica necesaria para no fusionarse y para abrirse camino en el mundo exterior, donde hay 45 cajas de ahorro españolas, de las cuales sobran la mitad. Además, el hecho ha puesto de relieve que las cajas de ahorro tienen una estructura jurídica muy inadecuada porque no es fácil ni asimilarlas, ni absorberlas, ni comprarlas. Antes o después, si no empiezan a fusionarse y a integrarse lo va a tener que hacer el Banco de España a la fuerza y ahí van a estar muy bien posicionadas tanto la BBK como Kutxa.
Por otra parte, los bancos parece que no dejan translucir sus problemas financieros.
La crisis económica no ha hecho sino aflorar el sistema bancario, que está haciendo todo lo posible para hacer ver que la situación es normal y que no ocurre nada. Todos sabemos que el sector financiero está muy dañado. Tienen un problema de rentabilidad y de capitalización.
Dentro de esta complicada circunstancia económica, los ayuntamientos se encuentran en una peligrosa situación.
Es el caso más evidente. Durante siete u ocho años han estado viviendo de manera totalmente artificial, en base a ingresos atípicos absolutamente coyunturales como eran los procedentes de la burbuja inmobiliaria. Eso se ha venido abajo y, en este momento, si hay algún tipo de entidad con problemas estructurales muy graves son los ayuntamientos. El Consejo Vasco de Finanzas tendrá que plantear algún tipo de solución. El crecimiento que han tenido hasta 2008 era muy artificial, demasiado gasto corriente y demasiado funcionario. Las administraciones siempre han pensado que los problemas se arreglarían cuando la economía se recuperase y la recaudación volviese a crecer, pero esa no es una buena consolidación fiscal.
Para intentar paliar esta falta de dinero, las instituciones están subiendo los impuestos.
Sí, ya lo están haciendo en una rebatiña recaudadora echando mano de todo lo que encuentran. Eso no tiene mucho futuro porque en una economía en recesión las posibilidades de aumentar la recaudación son muy modestas, tanto por parte del IVA como del Impuesto de Sociedades. La verdadera solución sería mirar hacia adentro y eliminar gastos innecesarios. Pero eso significaría una reconversión casi espiritual de los políticos, a los que les encanta inaugurar cosas más que a un crío.
¿Qué opina de las medidas puestas en marcha por el Gobierno Vasco para atenuar la crisis?
Es lo mismo que a nivel español. Las soluciones a corto plazo se pueden convertir en problemas a largo plazo porque estamos hablando de un desequilibrio muy profundo. Sospecho que quienes se endeuden en 2010 van a tener problemas, en el sentido de que las calificaciones se van a deteriorar y las primas de riesgo van a subir. La deuda va a ser cara porque las instituciones españolas no inspiran confianza. En el caso vasco, es cierto que la capacidad de endeudamiento es considerable, pero no hay que exagerarla.
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