LA presidencia de un club de remo es un camino que desgasta. Los éxitos ayudan a sobrellevar las horas de trabajo y a aguantar en el cargo. Pero al final los ciclos llegan a su fin, el momento de decir basta y entregar el relevo siempre acaba llegando. La anterior junta directiva de Ondarroa estuvo ocho años en el cargo. Llevó a la trainera de la ARC-2 a la ACT y mantuvo una importante cantidad de remeros en las categorías inferiores. Cuando decidió acabar con su andadura, el club se encontró en una situación de incertidumbre, sin nadie que diera el paso. En ese momento apareció la figura de Koldo Azpiazu. Sin ser nunca remero ni haber pertenecido a ninguna directiva, decidió dar un paso adelante y presentarse. Sin miedo alguno. El ondarrutarra fue aceptado de buen grado y en su primer año en el cargo está viviendo una temporada tranquila, con la Antiguako Ama asentada en la segunda tanda.

Aunque Azpiazu no entra en el perfil más habitual de los presidentes de la Eusko Label Liga. Además de no haber competido nunca en una trainera ni formar parte de ninguna directiva, este ondarrutarra perdió la visión hace 25 años. Sin embargo, esta situación no supuso un impedimento a la hora de hacerse con el cargo. Azpiazu tiene claro que “todo lo que me apetezca hacer, lo voy a intentar”, afirma. Es el camino que decidió seguir en la vida. Afrontar la adversidad con un enorme espíritu de superación. “Lo superé con bastante rapidez. Era una nueva situación y tuve claro que tenía que vivir lo mejor posible. Tenía 23 años y no podía echar mi vida a perder”, recuerda.

No solo continuó con su vida. Le dio un giro completo y empezó a enfrascarse en un proyecto tras otro. “Mi profesión era redero, pero tampoco había hecho nada más. Había participado poco en organizaciones sociales. Cuando me quedé ciego empecé a hacer cosas. Comencé a pinchar música en un bar, estudié dos carreras cuando antes había dejado los estudios a los 16: Trabajo Social y Sociología; hice un programa de radio y ahora presidente del club de remo de Ondarroa. Haciendo la suma, está claro que he hecho más cosas estando ciego que cuando veía”, relata. Fue una de esas iniciativas lo que le acercó al club. Azpiazu seguía el remo y comentaba su actualidad desde el programa Toleta apurtu de Radixu Irratia. En una de esas emisiones dio su primer paso hacia la presidencia del club ondarrutarra: “Un remero que era parte de la directiva dijo que lo iban a dejar tras ocho años y que si no se presentaba nadie dejarían las llaves en el ayuntamiento y el club debería regirse solo. Allí solté el tema de que había que echar una mano y al final acabé ahí”.

A la hora de llevar a cabo sus labores como presidente, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta Azpiazu es al “acceso a la información”. “La sociedad actual no está preparada para que la gente pueda acceder a la mayoría de la información. Muchas veces las notificaciones son por mail y necesito un programa específico para leerlas. Luego, cuando llegan en papel suelo apoyarme en otras personas porque para leer una página igual necesito veinte minutos”, cuenta. Esa situación se hace evidente a la hora de seguir las regatas en vivo, pero el ondarrutarra no tardó en encontrar una solución: “Como no puedo aportar en la zona de delegados, sigo la regata con los periodistas, así escucho lo que van narrando. Luego voy con un compañero y me aprovecho de la información que me da. Memorizo los tiempos y tomo notas para los programas de radio”.

Otro de los problemas a los que se enfrenta es la propia vorágine que se vive dentro del club de remo. “El acceso al club de remo no siempre es fácil. Por ejemplo, en temporada de bateles, hay siete u ocho botes fuera, con sus carros; con la trainera pasa parecido. Pero siempre hay alguien que me ve venir veinte metros antes y me echa una mano”, explica. Esa colaboración es una de las claves para que Azpiazu pueda llevar a cabo su labor y para que también todo funcione en Ondarroa. “Estoy muy contento porque ayuda nunca me falta. Entre remeros y colaboradores somos unas 200 personas y somos como una familia. Tengo una junta directiva muy competente y en Ondarroa siempre ha habido mucho colaborador. Hay una línea creada y nosotros nos limitamos a seguirla”, declara. Coordinación desde arriba hasta abajo que pudo comprobarse la semana pasada en la regata de Ondarroa, donde todo funcionó gracias a muchas colaboraciones altruistas.

Esta buena sintonía en las labores administrativas del club está acompañada de un buen hacer deportivo. Tanto la trainera masculina como la femenina están cumpliendo sus objetivos con creces y eso hace que Azpiazu viva un primer año “tranquilo”. Entrar en la Bandera de La Concha tras mucho tiempo es uno de los retos en la categoría masculina, mientras con la femenina tiene claro que la idea es formar “un proyecto de futuro con garantías”. Metas en las que el presidente ondarrutarra pondrá su granito de arena e intentará dar lo mejor de sí mismo, al igual que lleva haciendo más de media vida con cada reto que se ha propuesto superar.