I estuviese permitido aplicar el realismo mágico del deporte a partidos así uno diría que la final del Parejas disputada ayer en el frontón Bizkaia se jugó, antes de con tacos y esparadrapos en las manos, con guantes de boxeo, con dos púgiles como Laso y Martija malheridos; que la escapada de Unai Laso y Ander Imaz (11-17) fue cazada en la recta de meta por las poderosas pedaladas de Jokin Altuna y Julen Martija con el 22-20 final; que Martija salió de vestuarios para marcar el célebre gol del cojo, que Laso intentó lo propio y que ambos estuvieron en un ¡uy! de lograrlo; que hubo tantos como el 7-7, por ejemplo, que parecían disputarse en Roland Garros, con los contendientes tirándose por los suelos o que hubo récords que no cayeron por milímetros, los que separan la piedra del metal. El frontón era una fiesta cuando cada pelotazo cruzaba la cancha como un misil tierra-aire, era un aplauso y un ponerse en pie en tantos largos como un viernes de vigilia, en paradas, voleas, ganchos o zurriagazos que llegaban al rebote y pelotas que se llevaban de allí mismo, desde el infierno a la pared. El paso del tiempo convertirá esta final en leyenda, en uno de esos encuentros de los que se podrá presumir, cuado se recuerde, con un "yo estuve allí".

Flotaba en el aire y en las apuestas cantadas un favoritismo claro hacia Altuna III y Martija, uno de esos "está chupado" que tantas veces le dejan a uno con cara de bobo. Testigo de cuanto les cuento fueron la presidenta de Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui; el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; la diputada de Cultura y Deporte, Lorea Bilbao; el director gerente del Instituto Navarro del Deporte, Miguel Ángel Pozueta; Itxaso Erroteta; el candidato a la presidencia del Athletic, Ricardo Barkala, y leones que se habían desmelenado horas antes en San Mamés como Iñaki Williams, Oihan Sancet, Iñigo Lekue o Jokin Ezkieta; el presidente del EBB, Andoni Ortuzar; Pedro Barreiro, ligado al Consorcio de Aguas; Rodolfo Larretxin, Gorka Gainza; el pelotari Juan Martínez de Irujo, a quien se le iluminaban los ojos al ver un partido en llamas, uno de esos con los que él se apasionaba, o el cocinero Bittor Arginzoniz, quien también domina el fuego con las brasas.

En los preámbulos cada cual llevaba su ilusión y su esperanza a cuestas. Ane Martija, la hermana de Juen, llegó con su cuadrilla y arrobas de esperanza; aquella otra cuadrilla ciclista y cocinera formada por David Etxebarria, Natalia Landa, Josu Silloniz, José María Gallastegi, Josean Martínez Alija, rey del Nerua, el restaurante estrella del Guggenheim, Cori Silloniz yAitor Silloniz: Gorka Uriarte, Izaskun Ikaza; el director gerente del BEC, Xabier Basañez; Lander Madariaga, un sinfín de presidentes de federaciones deportivas, Julen Ibaibarriaga, gente muy ligada al herri kirolak como Alberto Roteta, Eñaut Etxetxikia, José Mari Olasagasti Landa, Mikel Ozkoidi y Xabier Zaldua.y un buen puñado de gente pelotatzale que, como le dije, no olvidarán jamás lo que vieron.

El paso del tiempo convertirá esta final en leyenda, en uno de esos encuentros de los que se podrá presumir con el "yo estuve allí"

La afición de Laso e Imaz vibró hasta él último segundo de un partido que se escurrió por las manos tras una remontada épica