Altuna III-Martija 16Irribarria-Zabaleta 22

Duración: 67:16 minutos de juego; 24:09 de tiempo real.

Saques: 1 de Altuna III (tanto 4).

Faltas de saque: Ninguna.

Pelotazos: 515 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 11 de Altuna III, 8 de Irribarria y 2 de Zabaleta.

Errores: 7 de Altuna III, 5 de Martija, 1 de Irribarria y 3 de Zabaleta.

Marcador: 0-1, 0-2, 2-2, 2-5, 4-5, 4-8, 7-8, 7-10, 9-10, 9-14, 11-14, 11-20, 12-20, 12-21, 16-21 y 16-22.

Apuestas: Se cantaron posturas de salida de 100 a 60 a favor de Irribarria-Zabaleta.

Incidencias: Partido correspondiente a la primera jornada de la liguilla de semifinales del Campeonato de Parejas de la LEP.M disputado en el frontón Astelena de Eibar. Buena entrada. En el primer partido, Jaka-Ruiz ganaron a Retegi Bi-Untoria (10-22). En el tercero, Elordi-O. Etxebarria vencieron a P. Etxeberria-Garmendia (22-21).

Eibar - Iker Irribarria, al término del partido del Astelena de Eibar, hablaba de la esencia de su juego en las entrañas de La Catedral de la pelota, marcada por una imagen gigante de Miguel Gallastegi a la derecha de su frontis, que lo escruta todo desde su atalaya en blanco y negro. Esa mirada al espejo del guipuzcoano, a veces distorsionada por las circunstancias, que le había hecho transitar por parajes en los que no se encontraba cómodo, había acabado por pasarle factura en los resultados. Mal negocio. La esencia nunca se pierde. O sí. Iker habló de la búsqueda. El zurdo de Arama se encontró ayer en Eibar en su mirada en el espejo, abriendo la liguilla de semifinales del Parejas con la certeza que da una hoja de ruta casi sin mácula. Lo necesitaba. La seriedad en la disputa le está ganando la partida a las desconexiones o a los instantes de duda. Más todavía frente a un experto en marejadas como Jokin Altuna. Rey del enredo y el sainete, de las manos del campeón del Manomanista nacen coronas y obras de arte efímeras en tardes a contrapelo. Midas. La cuestión fue que el amezketarra se encontró a una combinación, que todos tildan de favorita al cetro, que supo comprometerse con la causa, argumentando pocas cosas en contra y revisitando referencias propias para regir el choque. Sobre todo, cuando las pelotas se gastaron y la facilidad de José Javier Zabaleta -imperial- puso a Julen Martija a bailar. Mal asunto. El problema fue Jokin.

Ocurre que en muchas ocasiones la mayor desventaja de los azules era su propio reflejo. Enemigos de sí mismos, los errores les pasaron factura en varias citas de la liguilla de cuartos de final, complicando un pelín el dominio que, a priori, deberían ejercer por lo poderoso de su propuesta. Sin embargo, una vez sosegadas las hostilidades de la primera fase, los de Aspe no erraron apenas -cuatro fallos entre los dos-, aportando un rostro serio, sobrio y muy peligroso. Ese era el camino. ¡Bingo! El zaguero estuvo soberbio.

Entretanto, con menos caballaje pero virtudes de superviviente, Altuna III y Martija se esforzaron por no caer. Ese es su destino: pelear a la contra. El delantero guipuzcoano es un mal cliente para tardes de pelota. El Astelena de Eibar comprobó su nivel de veneno con los remates al txoko, donde le costó defender a los azules. De hecho, si el marcador no silbó dramas fue por la capacidad de reinvención del puntillero, soberano sin premio. A tumba abierta, no siempre es capaz de obrar milagros. Menos aún si los adversarios no ceden ni una pizca de terreno. No lo hicieron. Buena versión. El dominio fue áspero.

Altuna III trató de meter el miedo en el cuerpo a sus contrincantes en la primera decena. Héroe de la clase obrera, gritó libertad con el remate y la invención. Enfrente, la fábrica no esperaba a nadie. Una mole. Irribarria-Zabaleta, en el empeño industrial que mastica su músculo, desfilaron. Siempre hacia delante. Labor coral -inmenso el zaguero por la facilidad para encontrarse con el cuero y honesto el de Arama- en plena oda al comunismo. Hoz y martillo. Dos virtudes que rompieron a Martija. Aun así, desde la chistera de Jokin se fijó el 9-10 que marcaba un escenario de incertidumbre.

Tres errores consecutivos del guardaespaldas colorado acabaron por abrir una brecha que jamás se cerró. La comodidad azul se tradujo en una tacada que rompió la cita y alumbró el alma que decía Irribarria, selectivo en una merienda cocinada por Zabaleta. Los cueros perdieron el brillo y el de Etxarren se vino más arriba aún. Comandaron 11-20 el luminoso con autoridad. La respuesta colorada, nacida de las entrañas, colocó el 16-22 final. La única pega del juego de Irribarria-Zabaleta fue encontrarse con Altuna III, zahorí en mitad del desierto, porque todo lo demás, en esencia, asusta.