Bilbao - Las noches anteriores a los pesajes, dice Jon Fernández, cuesta conciliar el sueño. Es complicado dormir cuando la primera liturgia de un combate, sea el rival que sea y por el motivo que sea, es un número. Las matemáticas son despiadadas. La báscula es cruel. Los kilogramos forman parte de una tortura que acompaña a los peleadores como una losa en la espalda. Hay que vivir con ello. Todos los días. Esa cara de la moneda, la mayoría de las veces, es ajena a los focos que cruzan el ensogado, a los finales made in Hollywood y a la épica de los deportes de contacto. La báscula es un pitbull en el estómago que transita hacia la habitación del pánico, que guía a lugares insospechados. La inanición es caprichosa: apaga el sueño y enciende la bombilla. Vueltas y vueltas por el cerebro. Como un lobo encerrado en una jaula, que se dedica a hacer siempre el mismo camino, la misma senda, asfaltando con sus patas la desesperación entre rejas de un ser bello y salvaje. A Jon Fernández le costó el jueves coser las pestañas. Hoy saldrá a La Casilla a comerse el mundo en una velada que empieza a las 19.00 horas.

Se fue a la cama el púgil de Etxebarri, poseedor de un récord profesional de 20 triunfos, 17 antes del límite, y una sola derrota, con un segundo cambio de adversario, anunciado el miércoles por EuskoBox. En un principio estaba citado Aik Shakhnazaryan, pero una lesión le sacó del tapete, y se llegó a un acuerdo con el nicaragüense Robin Zamora. Sin embargo, el colombiano Arístides Pérez (31-12-2) será el contrario del vizcaino. "Se trata de un boxeador que lleva tiempo sin competir, pero que ha peleado con buenos púgiles. Por ejemplo, citaría a Mickey Román o el excampeón mundial del superpluma Orlando Salido. Tiene mucha experiencia. Los colombianos suelen ser guerreros, de ir hacia delante", determina el boxeador. Se lo aclara el suramericano con garbo. "Estoy preparado para una guerra", dice. Ambos dieron con el peso para el combate de fondo previsto para hoy en La Casilla bajo las luces de la escalinata dorada del Casino Luckia de Bilbao. Jon clavó los 63,500 kilogramos del límite, mientras que Pérez se quedó en los 63,100. "¿Que viene a la guerra? Eso me gusta", agrega Jon Fernández con una sonrisa, mientras degusta una bebida isotónica y recupera líquidos tras la liturgia numérica. "El baile de rivales es algo complicado de gestionar, pero este último cambio no me ha afectado. Estaba tan centrado en la pelea que ya me daba igual el adversario", afirma el vizcaino. "Cuento los minutos", apostilla.

Hay una diferencia de centímetros entre los dos contendientes. La altura del ligero de Etxebarri es una de sus mejores características -mide 1,80 metros- frente a un Pérez que llega al 1,68. "Estamos acostumbrados los dos a pelear con rivales similares. A él le suele tocar contra adversarios más altos y yo, contra más bajos", analiza Fernández.

Lo reconoce Arístides: "Muchas veces me toca pelear contra púgiles altos y no creo que se trate de algo determinante para el desarrollo del combate". El de Cartagena desbroza también que viene "desde muy lejos" para "ganar". Su hoja de ruta en los últimos tiempos no es demasiado prolífica. Su último pleito fue en septiembre de 2018. "Vengo con un trabajo bueno realizado. Ha habido peleas programadas, pero se cayeron. Sigo trabajando igual en el gimnasio", relata el suramericano.

En la rutina del pesaje, entretanto. Félix García, el rival de Fran Mendoza, llegó con 950 gramos por encima de su límite (54 kilogramos). El nicaragüense adquirió el compromiso de perder cientos de gramos.