EL balonmano ha cambiado mucho desde aquel ya lejano 14 de septiembre de 1969, fecha en la que el club Askar-tza Claret vio la luz. También ha variado la sociedad. Medio siglo después, el equipo leioztarra está de celebración. La entidad presidida por Ramón de Miguel conmemora sus bodas de oro y el plato fuerte de los diferentes actos que ha organizado llega mañana con la disputa de un amistoso en el polideportivo del mismo colegio entre las selecciones masculinas de Euskadi y Aquitania (19.30 horas).

Inicialmente se crearon secciones masculinas, pero como señala De Miguel, no tardaron en hacerse hueco las mujeres. Cincuenta años en los que la institución ha vivido todo tipo de escenarios. Desde la época dorada en la década de los 80, a buscar dinero hasta debajo de las piedras, algo que le ocurre en la actualidad, según reconoce el máximo responsable del club, que no esconde los problemas que tienen para encontrar patrocinadores que quieran invertir en un deporte “minoritario”.

Pero si por algo destaca el Askar-tza es por su trabajo con la cantera. Cientos de jugadores, algunos ilustres como Jorge Dueñas -actual seleccionador femenino de Brasil- y Ana Ruiz -internacional con España-, han pasado por las distintas categorías de este equipo, referente en Bizkaia de un deporte menos mediatizado pero muy pasional como es el balonmano.

Los primeros éxitos del club no tardaron en llegar, ya que en la campaña 1970-1971 Askartza logró el ascenso a Primera Nacional. Con la creación de los equipos alevín e infantil, la temporada 1977-1978 significó un antes y un después dentro de la estructura del club, según destaca su presidente. El equipo absoluto femenino vio la luz y Gloria Navarro fue la elegida para guiar a la escuadra novata. Sus pupilas no decepcionaron y en su primer año de competición quedaron campeonas de Bizkaia. Este éxito empujó a la creación de equipos femeninos en categorías inferiores, “globalizando y visibilizando la importancia y el impacto del balonmano” tanto en categorías femeninas como en masculinas.

Los 80 “fueron gloriosos” para la entidad, ya que el senior masculino estuvo cerca de subir a División de Honor, la actual Liga Asobal. Pero si algo ha caracterizado estas cinco décadas de historia es su amor por la cosecha propia. “Somos un club de cantera y siempre nos hemos nutrido de nuestros jugadores”, subraya De Miguel.

La pequeña familia del Askartza, en la que jugadores de diferentes generaciones han convivido tanto en las aulas como sobre el parqué, también se acuerda de los que ya no están. Es el caso de Ander Manzanedo, integrante del club fallecido hace diez años, que da el nombre a un torneo que cada fin de temporada se disputa en el colegio.