CON apenas año y medio, Aingeru Garay (Galdakao, 1998) ya se deslizaba por la nieve. A los cuatro, comenzó a probarse en algunas carreras y, cuando llegó a alevines, empezó a ganarlas. Luego vino la edad infantil y, después, la juvenil. Y supo no solo que le apasionaba esquiar, sino que además era bueno en ello. Muy bueno. Se proclamó campeón estatal en todas las etapas y así, entre medallas, llegó a la categoría júnior, la antesala de la absoluta. “Mis aitas tenían como afición ir los fines de semana a esquiar con los amigos y yo iba a la mítica guardería de Baqueira. Ahí empecé yo en la nieve. Comencé a competir y lo demás vino rodado”, rememora Garay. Ahora, con 20 años, el vizcaino se despide de las categorías inferiores para dar el salto definitivo al esquí profesional. Sin embargo, antes, en la que ha sido su última campaña como júnior, el galdakaotarra realizó su “mejor resultado hasta el momento”. Fue un décimo tercer puesto en el Campeonato del Mundo que se celebró el pasado febrero en la estación italiana de Val di Fassa, una posición que el propio Garay recuerda como “el mejor resultado estatal en esquí alpino masculino en décadas”.

A pesar de su juventud, Aingeru Garay ha entrado en la categoría absoluta por la puerta grande: como actual campeón de España en gigante. El vizcaino, tras varios buenos resultados en temporadas anteriores, nunca había conseguido el trono estatal en la máxima categoría; sin embargo, la semana pasada pudo quitarse esa espina con una gran victoria en su querida Baqueira Beret. “Es la primera vez que lo gano porque antes había hecho podios, pero nunca había conseguido la medalla de oro. Realmente en esta ocasión sí que iba a por el triunfo porque gigante es mi especialidad. De hecho, también debería de haber estado delante en eslalon, pero me salí de la pista y no pudo ser”, explica. Por todo ello, Garay valora como “muy positiva” su última temporada como júnior: “Ha sido un año muy bueno, en cuanto a puntos FIS no he conseguido los resultados que quería, pero a nivel de resultados individuales como el Mundial júnior, el Campeonato de España o carreras importantes en el extranjero... ha sido muy buena campaña”.

De esta forma, Garay empieza a preparar ya la temporada que viene. Un curso ilusionante en el que se ha fijado el objetivo de “empezar a coger ya a los 30 mejores en la Copa de Europa, comenzar a puntuar y a regularizarme ahí”. Pero la ambición del esquiador vizcaino no para ahí, sino que trabaja con ahínco para que, en un futuro no muy lejano, “pueda meterme entre los treinta mejores de la Copa del Mundo. Y, de ahí, ir subiendo”. Porque el galdakaotarra conoce bien sus aptitudes, pero se encuentra con los pies en el suelo. Y, por ello, a pesar de todas las medallas que cuelgan en las paredes de su habitación, es consciente de que acercarse a la élite del esquí mundial todavía es muy complicado: “Si me atrevo a soñar, me gustaría estar entre los diez mejores del mundo, pero sé que es muy difícil. Hay que ser realista, a día de hoy no tengo el nivel que se necesita para ser campeón del mundo. Soy muy joven, así que quiero ir paso a paso y por eso ahora voy a intentar meterme entre los 30 de Europa”.

Sin vacaciones “Acabé la temporada el pasado día 8 y el día 20 ya me voy otra vez a Sierra Nevada porque empiezo la pretemporada”, dice Garay. Es decir, tan solo tiene doce días para desconectar de la nieve y asentarse en su casa de Galdakao, una casa que solo pisa “unos 50 días al año”. Y es que el vizcaino es un privilegiado que puede vivir de su deporte, pero ello le obliga a “no parar nunca”. “La temporada empieza en octubre, pero nosotros tenemos que tener un buen bloque de entrenamiento y un buen volumen de días en la nieve antes de ello. Además, en agosto suelo ir a Ushuaia (Argentina) para aprovechar su invierno”, apostilla el esquiador vizcaino.