De todos son conocidas las diferencias entre los mandatarios de Federación Española de Fútbol y Liga de Fútbol Profesional, que tienen que ver con su necesidad de preservar poder e influencia en el balompié español. A esa sempiterna pugna se ha añadido un profundo cisma dentro de LaLiga: el protagonizado por su dirección y por los dos pesos pesados de la competición, Real Madrid y Barcelona. Se trata fundamentalmente de un pulso a muerte entre Florentino Pérez y Javier Tebas a cuenta del control de los derechos de explotación audiovisual del fútbol.

Con ese fondo, y con antecedentes en múltiples cuitas que se han judicializado y creado un clima irrespirable, hay hoy dos cuestiones centrales, dos grandes y decisivas batallas que enfrentan a Tebas y Florentino, éste con el apoyo fiel de Laporta, su rival en las canchas que no en los despachos.

Una de ellas es el intento florentinesco de crear una Superliga europea, cerrada y exclusiva, al margen de la organizada por la UEFA, proyecto hoy sólo secundado por el dúo español y por la Juventus. La oposición de LaLiga en esto es radical y lógica, y en ello se han unido la RFEF (juego de tronos) y formalmente el CSD, aunque de sobra es sabida la influencia que merengues y culés tienen sobre todas las esferas de poder político y mediático en España. Solo tranquiliza el que en Europa tengan las cosas bastante claras al respecto de esa amenaza sedicente e insolidaria.

La segunda cuestión no es menor, y probablemente relacionada al final con la anterior. Afecta a la financiación de los clubes de LaLiga, y, en directa derivada, al susodicho control de la gestión de los derechos de imagen y televisivos encomendada a aquélla. Se trata de la aceptación de un acuerdo con el fondo de inversión CVC, aprobado definitivamente ayer por una amplia mayoría de 37 de los 42 integrantes de la asamblea de la LFP. Capital Partners aportará dinero a los clubes, necesitados de liquidez en la situación actual de crisis pandémica, y a cambio lucrará durante 50 años un 10% de los derechos de la competición. Han rechazado tal préstamo participado el Real Madrid, el Barcelona y el Athletic, no sólo por entender que las condiciones son desfavorables, sino por tachar de fraudulento el comprometer derechos de terceros, de todos y cada uno de los clubes profesionales actuales y futuros. Rubiales, como era de esperar, se ha posicionado también en contra de Tebas y ha apoyado al trío, que, tras fracasar en su intento de que el CSD, como órgano administrativo supervisor, rechace expresamente el plan de LaLiga y evite el acuerdo de ayer, anuncia acciones en los tribunales.

Al tiempo, los tres clubes históricos han presentado una fórmula alternativa de financiación con unas condiciones de retorno -parece- mucho mejores, y -dicen- sin la hipoteca del control ajeno al fútbol. Mucho decir. Esta sobrevenida opción se limitaría a un préstamo bancario, destacando la presencia de JP Morgan, que aparecía también en el proyecto no nato de Superliga. ¿Qué nos sugiere todo ello, con el riesgo que supone opinar sobre datos conocidos seguramente parciales? ¿Resulta acertada la apuesta del Athletic por esta segunda vía de la mano de Madrid y Barça?

Pues lo primero es advertir que estamos de nuevo ante el recurso del endeudamiento, pecado capital del fútbol español. La opción CVC hoy triunfante (llamada Proyecto Impulso) es pan para hoy y hambre para mañana, no solo porque los clubes tendrán que devolver lo prestado a un alto interés, sino por lo que supone de seria limitación en los derechos audiovisuales en favor de un socio externo y a través de una estructura decisoria que seguramente conducirá a perpetuar al señor Tebas. No suena bien. Florentino, por su parte, no ha logrado seducir con su tardío Proyecto Sostenible, que no acarrearía servidumbres de participación y personales como el "impulso de/a Tebas". Lo que tampoco suena bien, sin embargo, es la constante alusión a la propiedad individual de los derechos, con una previsible nueva huida de su gestión centralizada. Necesitamos más letra pequeña. ¿Está detrás el trágala del eterno Clásico y su Superchiringuito? El Athletic tendrá que explicar bien la elección de bando en esta Guerra Civil del balón. Y evitarnos la visión de Aznar en las Azores.