Fichado a última hora del último día del mercado de fichajes, el martes 31 de enero al borde de la medianoche, Antoine Griezmann estrenó ayer miércoles su segunda parte en el Atlético de Madrid, con el número ocho y el pelo recién cortado, proceso que fue grabado y difundido por el club. Al día siguiente de anotar dos goles con Francia, el jugador galo aún tiene que conocer cómo reaccionará la afición colchonera por su huida al Barcelona en 2019, aunque tiene el apoyo total de Diego Simeone, el técnico que más iluminó al Principito.

No ha sido él en el Barcelona. Ni tan determinante ni tan goleador ni tan asistente ni tan transcendente ni tan sonriente como lo fue un lustro en el Atlético de Madrid, cuando fue elevado como uno de los mejores jugadores entonces del mundo, a la estela de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo en los premios individuales, como Balón de Bronce.

De vuelta al conjunto rojiblanco, después de sus tres encuentros internacionales con la selección francesa. A Majadahonda, dos años y cuatro meses después. A las instalaciones, al entrenamiento y al reencuentro con su entrenador, Diego Simeone, la persona que lo reubicó en la delantera para dispararlo hacia sus cotas más altas, en goles, en fútbol y en asistencias.

En su reestreno, el Atlético visibilizó en sus redes sociales el abrazo de Griezmann con Simeone; el gesto más evidente del reinicio que supone para el delantero. Es el regreso a su refugio, a su fortaleza, aunque ha variado la perspectiva. Hay semejanzas, pero también diferencias respecto a su marcha en 2019.

Simeone sigue al mando, el atacante francés forma parte de su once tipo aún sin haber debutado -con el papel importantísimo que tuvo en el pasado- y continúan Jan Oblak, Koke Resurrección, Stefan Savic, José María Giménez, Ángel Correa...

Ya no están, en cambio, ni Diego Godín ni Lucas Hernández ni Filipe Luis ni Juanfran Torres ni Thomas Partey ni Saúl Ñíguez ni Álvaro Morata ni Diego Costa, compañeros suyos en su último curso en el Atlético, como lo fue y lo será de nuevo Yannick Carrasco o Thomas Lemar, cuyo presente no se parece en nada al pasado del extremo galo cuando compartió equipo rojiblanco con Griezmann.

Reubicación y reconciliación

Y se han sumado Marcos Llorente, Joao Félix, Trippier, Kondogbia, Matheus Cunha o Luis Suárez, compañero en el Barcelona y ahora, de nuevo, en el Atlético, donde Griezmann tiene competencia para la titularidad en un futbolista del talento del atacante portugués o Correa, aunque él, aparentemente, parte desde el once previsible, tan indiscutible como lo fue durante un lustro, cuando marcó 133 goles en 257 partidos entre 2014 y 2019.

Pero el mejor goleador en 47 años del Atlético de Madrid, también el quinto mejor de la historia, es un jugador que ha perdido la aprobación, al menos una parte importante, de la grada, que se sintió traicionada entonces, dolida aún, por la marcha del atacante vía cláusula de rescisión al Barça en el verano de 2019.

El entonces 7 e ídolo atlético está bajo sospecha para la afición del Atlético desde que decidió irse al club azulgrana, con el que anotó 35 tantos en 102 partidos en dos cursos, más aún con la forma como lo hizo: en una negociación a espaldas de la entidad rojiblanca, según relató ella misma entonces, que comenzó en febrero de 2019, cuando el equipo se jugaba todo en la Liga y en Europa, en los octavos de final ante la Juventus en Turín.

Confesiones desde el Barça

Una "putada", la versión Koeman

Precipitación. El entrenador del Barcelona, Ronald Koeman, calificó como "un palo muy fuerte" la marcha de Leo Messi al PSG, porque "toda la planificación de la temporada estaba hecha con él en el equipo". y aseguró que la cesión del francés Antoine Griezmann al Atlético de Madrid "fue una putada" porque se produjo en el último día de mercado. En una entrevista con Sport, el técnico neerlandés reconoció que la salida de Antoine Griezmann: "Pasó el último día, sin tiempo prácticamente a encontrar una solución. Fue una putada".