ALEX Aranburu, (19 de septiembre de 1995, Ezkio) trata de saber qué clase de corredor es. Las señales y sus cualidades, "subo bien, tengo velocidad y me gustan los largos kilometrajes", le definen como un clasicómano, pero él considera que no lo es, o al menos no responde al arquetipo que entiende como un especialista en clásicas. "Me falta peso y potencia. No sé si soy clasicómano porque no soy un ciclista grande con peso. Normalmente, paso los puertos de no más de 15-20 minutos y soy rápido en grupos de 20-30, tengo opciones. Por eso las clásicas me vienen bien", dice a DEIA el guipuzcoano, que el pasado sábado se colgó entre los mejores en la Omloop Het Nieuwsblad. Fue sexto. Un día después, en la Kuurne, una caída en el grupo en el que rodaba le cortó la progresión. "Es complicado acertar en este tipo de carreras y hay gente que tiene mucha experiencia", desliza Aranburu, que absorbe los conocimientos a una velocidad meteórica. En las clásicas apenas existe margen de error. No existe las reválidas. Eso le impidió remontar. "En las clásicas tienes que estar en el momento clave, si no, pierdes las oportunidades", radiografía el de Ezkio. "Me dio rabia el hecho de que el vencedor saliera del grupo en el que estábamos, pero yo me quedé cortado", explica Aranburu, un ciclista que ama las carreras de un día.

Ese pasión por las pruebas que se resuelven en el filo, donde la gloria y la desgracia dependen en ocasiones de una onza o tal vez una brizna de suerte, tallan a Aranburu, un ciclista emergente, capaz de mostrarse en el escaparate de las piedras preciosas de la especialidad. "Todavía tengo mucho que aprender, pero creo que estoy dando pasos adelante año tras año", argumenta el ciclista, parte de una escuadra apta para desarrollar su talento. "El Astana es un buen equipo porque confían en mí y me dan oportunidades. En las carreras tendemos a tener más de una baza y corremos con agresividad", apunta Aranburu.

El de Ezkio se ha ganado su estatus en la escuadra kazaja. Nadie regala nada y menos aún en el WorldTour, un selecto club. Recién estrenado el pasado año el maillot celeste de Astana al que llegó desde el Caja Rural, donde evidenció su calidad con dos segundos puestos en la Vuelta, obtuvo la segunda plaza en el Trittico Lombardo por detrás de Gorka Izagirre, imponentes ambos en un día de tormenta. En la primavera italiana, que se trasladó a agosto por los nocivos efectos de la pandemia, Aranburu alcanzó la séptima plaza en la Milán-San Remo ante el mejor muestrario de clasicómanos del momento. Era su debut en una prueba monumental. "Iba sin presión, a aprender, y al final me encontré bien. Después de 300 kilómetros, esprintar con gente como Sagan te da confianza", establece Aranburu, que este curso regresará a la Milán-San Remo, prevista para el 20 de marzo. "Iremos con más confianza, a intentar mejorar al menos", lanza el guipuzcoano.

Antes, el sábado, a Aranburu le espera la Strade Bianche, una novedosa aventura para él. El guipuzcoano no conoce la carrera de los caminos blancos salvo por las imágenes de vídeo y las voces de los ciclistas que le han hablado de una de las pruebas que mayor atracción han generado en los últimos años. "Cuando acabamos la Kuurne, vimos en vídeo la pasada edición. Eso siempre ayuda", destaca el de Ezkio, que se enfrentará a una carrera muy especial y que le apetece disputar. "Será la primera vez, así que iré sin presión, con ganas de aprender", explica el ciclista, al que le seduce la idea de disputar la carrera sobre los tramos de tierra que concluye en el palio de Siena.

"He hecho ciclocross, así que me atrae lo de correr sobre el sterrato. Es una carrera diferentes, especial", discurre el Aranburu, que tiene claro que habrá que estar pendiente a la polvareda que levanten Wout Van Aert, vencedor de la pasada edición, y Mathieu Van der Poel, dos de los máximos favoritos para conquistar la clásica que se ambienta entre caminos y viñedos de la Toscana. "Van Aert y Van der Poel son las ruedas a seguir. Esa es la teoría y creo que todos nos la sabemos, pero luego hay que poder hacerlo. Ese es otro tema muy distinto", incide Aranburu. Peritarse con fenómenos como Van Aert, Van der Poel o Alaphilippe es un asunto mayor. "El objetivo siempre es ganar, aunque sea difícil. Yo creo que estamos haciendo las cosas bien y hemos empezado con buen pie. Y si seguimos esta línea ya llegarán las victorias, no sé si este año o el siguiente... aunque intentaremos que sea este año. Las clásicas que corro tienen mucho nombre. Son especiales, tienen mucho peso, y sería muy bonito lograr un podio. No hay que ir con miedo, sino ser valientes e intentar dar guerra", cierra Aranburu, que aprende rápido.